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23 de abril 2024
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

Venezuela y el Papel  la OEA

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La situación de la crisis política venezolana parece haber caído en un laberinto, donde aparenta que no hay  atajos ni vericuetos para salir de ella. No se trata de salida fácil ni de salida trabajosa, se trata de un juego trancado. Un organismo internacional como la Organización de Estados Americanos no debe dar recetas y eso es precisamente lo que está haciendo a través de su secretario general.

Digo que no debe dar receta porque Almagro la está dando, al pretender trazarle públicamente a la oposición venezolana qué debió hacer, ya que consideró que esta no debió participar en la elección de gobernadores para luego reclamar que la misma fue fraudulenta. Es decir, para Almagro la oposición sabía que la elección de gobernadores iba a ser fraudulenta. Se trata del juego mediático, la dictadura mediática, con que los representantes de las élites gobernantes y de los organismos quieren valerse para manejar situaciones difíciles ante la opinión pública. ¿Cuál ha sido el historial de la OEA como representante de todos los Estados americanos? ¿Cuál ha sido su rol o papel como supuesto mediador en situaciones de crisis políticas en los países del Continente? No ha sido la de un órgano mediador en tales situaciones, si no la de un interventor que da recetas parcializadas con los intereses de uno de los grupos en conflicto.

Para “solucionar” un conflicto interno en la República Dominicana en 1965, obedeciendo a los intereses norteamericanos que no querían otro país socialista en América Latina, invaden nuestra nación e imponen unas negociaciones entre las partes en conflicto. Quisieron aparentar, por momentos, una aparente neutralidad entre las fuerzas constitucionalistas y el sector no constitucionalista de las fuerzas armadas dominicanas.

En el caso de Venezuela la OEA ha pretendido que la oposición venezolana salga airosa de la situación actual en su país, lo que se debe a que dicho organismo internacional no responde a los intereses de los pueblos del continente, sino de los Estados del Continente, y la gran mayoría de ellos se han puesto a la cola de Estados Unidos. Ahora esto se puede notar a pesar todo el discurso de Donald Trump. La mayoría de los gobiernos de los Estados de América Latina dice estar de acuerdo y actúa en función de lo dice estar de acuerdo y actúa en función de lo que dice estar de acuerdo el gobierno de los Estados Unidos. La mayoría de los Estados latinoamericanos han estado asumiendo posiciones que favorecen que la posición salga airosa, las posiciones de que se celebren elecciones generales sin haberse completado el período establecido para ellas, posiciones que deslegitiman al gobierno, casi todos los gobiernos latinoamericanos de los países de territorios no pequeños han asumido esa postura,  con la excepción República Dominicana, El Salvador, Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Cuba, Uruguay Haití, Bélice y Otros pequeños Estados del Caribe.

Los gobiernos de importantes países de América Latina, hoy dominados por el conservadurismo político de fachada neoliberal, como son los casos de Argentina, Chile, Brasil, Colombia y México principalmente, se han unido en una cruzada internacional contra la soberana Venezuela. La campaña mediática no conoce límite, cae en la desfachatez, ya que los gobiernos de esos países han expresado su voluntad de que termine de quebrarse el orden institucional en ese hermano país caribeño de Suramérica. Han tenido esta vez la osadía de plantear que en Venezuela deben celebrarse ya elecciones nacionales, pero es que acaso la constituciٕón política venezolana es un simple pedazo de papel. Los gobiernos de esos Estados latinoamericanos que han planteado eso saben muy bien que se está planteando una ruptura institucional que al  que más le agrada es al multimillonario presidente de Estados Donald Trump, quien ha hecho su gran fortuna con las empresas de servicios, como ha hecho su peculio (si lo parangonamos con Trump) Capriles en Venezuela con sus empresas mediáticas.

Los gobiernos de los Estados latinoamericanos, especialmente los de mayor territorio que antes asumían las políticas más racionales en política internacional y hoy no, saben muy bien a cuales intereses responde la oposición venezolana y cuales intereses ellos están respondiendo en los momentos actuales. Saben muy bien que en Venezuela, a través de la campaña mediática, se ha inducido a sectores de las volátiles capas medias con apetencias de movilidad social a no comulgar con el gobierno anti-neoliberal de  Nicolás Maduro. El estudiantado universitario ha sido manejado contra maduro, sector social que  ha sido anestesiado por la tecnología mediática de la Era de la Globalización, sin la interacción  social frecuente e intensa en los grupos de pares o cara a cara (grupos primarios), lo mismo que ocurre con la intelectualidad venezolana y de cualquier país latinoamericano o del mundo. Hoy se acepta la tecnología y el uso abusivo de esta, a diferencia del movimiento de los Hippies de los años y los jóvenes de hoy día en muchos países no se rebelan contra los antivalores o el estado de anomia colectiva que tenemos o los que quisieran hacerlo parecen que no encuentran los canales para hacerlo, o no saben cómo hacerlo.

Pero no todo está perdido, porque existen países que tienen gobiernos anti-neoliberales desde hace varios años y todavía la Revolución Cubana se resiste al imperialismo, y algunos gobiernos aunque no sean anti-neoliberales han asumido en política internacional una postura digna. La OEA no cuenta con todos los gobiernos de América Latina.

Lo que podemos estar seguro es de que si bien la oposición venezolana ha tenido fuerza, sobre todo impelida por el poder mediático, porque ella tiene la propiedad de la mayoría de los medios, impelida por en las calles por las capas medias ávidas de movilidad social con posible reparto de las riquezas petroleras hoy en manos del Estado a empresas y de alguna minoría alienada de los pobres. Habrá habido desabastecimiento en Venezuela, pero no como la campaña opositora ha querido venderla. Es cierto que la danza de los millones para el petróleo venezolano ya pasó, porque los Estados Unidos terminaron con ella. Pero no es menos cierto que el oficialismo no es débil en Venezuela, porque muchos pobres en ese país saben lo que significa volver atrás, saben muy bien lo que el chavismo ha hecho. Chávez y Maduro han defendido a los pobres.

 

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