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19 de abril 2024
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

Venezuela,  Maduro, Felipe González, Oposición y Lo Mediático

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Hace pocos días el autor le comentaba por separados a dos amigos, vía telefónica, sobre el giro que están tomando la situación mundial. Decía  a esos amigos quien escribe que no le gustaba el giro que veía está tomando el panorama mundial, ya que la juventud está queriendo presentarse como un sujeto, lo cual es legítimo y sobre todo porque los jóvenes tienen más expectativas de vida que los adultos y que los Envejecientes, pero es porque lo que se ve en muchos jóvenes de muchos países que se rebelan contra la autoridad existente es una juventud sin horizonte.

Se trata de una juventud que no cree en la organización, donde cada quien se rebela como parte de una multitud, sin ser parte de un proyecto colectivo que tiene fines y propósitos en común y con permanencia en el tiempo. Esos jóvenes se adhieren a alguna fuerza política que la encabece un líder que, por no ser de avanzada edad los representa, no tienen hoy día una participación en la toma de decisiones. No hay en realidad un asociacionismo participativo.

Es una juventud víctima del consumismo y con la publicidad ha sido conducida al uso abusivo de  la tecnología electrónica  la aliena, cada vez cuenta con menos tiempo para interactuar cara a cara. Los jóvenes internautas han llegado hasta este derrotero, conducido por un capitalismo salvaje que ve en el afán de lucro su desideratum. Uso abusivo de la tecnología no significa una buena calidad de vida, porque no significa mayor desarrollo espiritual del individuo, por el contrario conducirá a un menor desarrollo espiritual.

Los jóvenes que vemos protestando contra Ortega en Nicaragua, contra Maduro en Venezuela, como los jóvenes que integran las pandillas en Centroamérica, también podríamos decirlo de muchos (no todos) de los que se han sumado aquí a Marcha Verde, no tienen un proyecto de sociedad alternativo o no saben en qué pensar para construir una nueva sociedad.

Es que el propio capitalismo salvaje que tenemos, el cual se instauró hace más de 3 décadas con las negociaciones con el FMI y que luego se fortaleció con la globalización capitalista que fue posible con el salto tecnológico y el retroceso político, ha provocado que las generaciones no tengan horizonte. Cabalgan los jóvenes, salvo honradas excepciones entre ellos, en un alazán de feria que se llama individualismo, siendo la solidaridad un valor del que carecen casi todos los jóvenes de hoy.

El discurso de cuestionamiento contra la corrupción no puede ser cuestionado por quien aspire a una sociedad justa, pero lo que es cuestionable es que se hable en contra de la corrupción y no se hable además de estar en contra de la hegemonía del capital financiero. Se trata de ir al fondo del asunto, porque para que hablar de corrupción si no pensamos en que debemos cambiar las reglas de juego, acabar con las leyes que protegen la hegemonía del capital financiero privado (leges mutandae sunt)*, si no hablamos de nacionalizar todos los bancos, si no hablamos de controles de precios, eliminar los paraísos fiscales y si no cambiamos las reglas en los fondos de pensión, jamás podemos pensar en que habrá justicia en ninguna sociedad.

Ahora bien, el autor no cree que lo que pasa en Nicaragua o lo que pasa en otros países donde muchos jóvenes están en las calles contras las autoridades gobernantes sea exactamente igual a lo que está pasando en Venezuela. Entiende el autor que un fuerte movimiento juvenil muy conservador se opone a la corrupción y a las injusticias en que han metido Daniel Ortega y un sector importante del sandinismo histórico a Nicaragua. No se justifica que por medidas impopulares se haya dejado llegar a que los jóvenes rebeldes indignados llegaran a este caos, sin saber dichos jóvenes que proyecto de sociedad quieren y pueden construir. Ese no cree el autor de este artículo que sea el caso venezolano.

Venezuela desde que comenzó la era Chavita tiene que ser un dolor de cabeza para el imperialismo norteamericano, ya que ha vivido desde entonces y vive aún bajo  un régimen que no es del capitalismo salvaje neoliberal de corte fondomonetarista, es un régimen donde se han recuperado roles o funciones que desde hace mucho tiempo en nuestro país y en muchos otros países se perdieron y no se han vuelto a recuperar.

Verbigracia, en Venezuela el gobierno de Maduro ha tratado de controlar los precios, incluso ha intervenido almacenes o casas comerciales, aumenta los sueldos hasta en más de un 200 % buscan frenar los efectos  de la inflación, pero además, intervino el banco denominado BANESCO y la tendencia parece ser a estatizar o nacionalizar a toda la banca, con la finalidad de evitar la devaluación de la moneda nacional frente a las monedas extranjeras fuertes (como el dólar de Estados Unidos y EURO) y por vía de consecuencia de esto evitar la inflación.

El señor Felipe González ex-presidente de España, coincidiendo con Donald Trump, como abanderado en la defensa de ex-gobernantes, como Carlos Andrés Pérez, emite un discurso donde llama a la oposición a unirse y dejar que Maduro caiga, según él. Resulta ser que en Venezuela el año pasado hubo protestas que duraron muchos meses, fruto de las cuales murieron muchos venezolanos, en los inicios de las protestas parecía que no iban a haber muertos, porque la policía de Venezuela no estaba en actitud de reprimir las protestas, los manifestantes se veían en las pantallas de televisión  provocando a la policía, se le veía a los opositores hacer manifestaciones masivas, pero el oficialismo también se lanzó a las calles e hizo manifestaciones masivas. Aguerrida la oposición, contando con muchos jóvenes universitarios que parecen tener mucha apetencia de movilidad social (apetencias individuales de muchas comodidades) que el chavismo no le ofrece, siguió con la protesta rutinaria de tomar las calles por mucho tiempo, encabezada y apoyada por empresarios que dominan con sus capitales invertidos en la mayoría de los medios de comunicación e imponen un discurso buscó que la sangre corriera para ver si así podía derrocar a Maduro. No lo logró.

Luego vinieron las elecciones para elegir algunas autoridades locales  en las que no hicieron un honroso papel, aunque tratan de apoyarse en el congreso en el que casi tenían mayoría absoluta, con el cual querían destituir a Maduro. El autor puede equivocarse, pero cree que la oposición no es la mayoría; la oposición tiene dos candidatos, uno de los cuales es evangélico, recuerda el autor que los evangélicos décadas atrás decían que la religión no se debía meter en la política. Maduro puede ser poco racional, tal vez poco maduro en la política, pero es un político y sabe que es lo que quiere, no quiere un Estado neoliberal para su país. Eso es lo que los Estados Unidos y los amigos de Carlos Andrés Pérez no quieren, es decir, no quieren lo que él quiere.  La crisis económica de Venezuela fue provocada desde fuera (con los precios del petróleo) y desde dentro con los especuladores (especialmente los bancos). Muchos venezolanos que se han ido de Venezuela no son enemigos del gobierno de Maduro, aunque se hayan ido por la crisis, pero no por enemistad con  el régimen y saben que los ricos no quieren a dicho jefe de Estado, pero los pobres son más que los ricos.

*En latín: Las leyes deben cambiar.

Por Francisco Rafael Guzmán F.

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