Venezuela huele a guerra civil. Entramos en una semana de grandes movilizaciones de la oposición y el plebiscito por parte del gobierno. Un callejón sin salida. Todas las negociaciones han fracasado y el país camino del precipicio.
El año entrante se programaron elecciones generales en Venezuela. Hoy nadie tiene confianza en ese proceso electoral. La oposición considera que será viciado, y los oficialistas que va ser boicoteado por los contrarios.
El callejón sin salida de Venezuela lleva a que la oposición obligue a la renuncia de Nicolás Maduro, el surgimiento de un gobierno provisional que llame a nuevas elecciones. O la otra cara, es que el gobierno de los chavistas aplique mano de hierro y disperse a la oposición.
Cuando un país se encuentra en la encrucijada en que está Venezuela, solo un milagro lo salva de la guerra civil. No hay nada más violento que un enfrentamiento entre nacionales del mismo país. Todos los odios se desbordan, las pasiones llegan al rojo vivo y se pierde el respeto por la vida.
Una guerra civil se sabe cuándo comienza, cuando se tira el primer disparo pero nunca cuándo termina, o al final quien será el beneficiado. Una guerra civil en un país rico en recursos de la naturaleza, sobre todo el petróleo, puede provocar una intervención militar extranjera.
Todavía hay posibilidades reales de que se detenga la incertidumbre en Venezuela. Pero es necesario que las partes concurran a una mesa de negociación. Sin presiones y sin condiciones ir a conversar y a tratar de alcanzar una solución. El diálogo es lo único que puede evitar los conflictos. Siempre debe ser la primera palabra, y no la última.
Cientos de venezolanos han buscado refugio en la República Dominicana. La dependencia del país a los hidrocarburos venezolanos y en otros renglones económicos, tiene que llevar a una máxima preocupación sobre la situación que se da allí.
El mundo de hoy es un pueblo global. Nadie está ajeno a lo que suceda en una república lejana o vecina. Hay que seguir día a día la situación en Venezuela, que se va aproximando a un callejón donde no hay ninguna salida. Una olla de presión con la válvula de escape cerrada. El jinete de la sangre y la muerte ronda sus calles. ¡Ay!, se me acabó la tinta.