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24 de abril 2024
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OpiniónRolando FernándezRolando Fernández

¡Unos dicen que sí, y otros que no! ¿A quién creer?

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Con ese fuerte manejo de informaciones periodísticas que se tiene, relativo al caso Odebrecht, sobre los sobornos otorgados, las sobrevaluaciones en obras asignadas, financiamiento de campañas electorales, etc., unos actuando para delatar, y otros para encubrir, en lo que respecta a Dominicana, con relación a la repartidera del botín empresarial desde aquella empresa brasileña mafiosa, confesa, difícilmente nunca se van a conocer las verdades irrebatibles inherentes, hasta tanto se produzcan las investigaciones debidas, por parte de personas, o firmas de profesionales totalmente independientes, sin “metiches” de orden político alguno.

A partir de cuánto se ha dejado saber hasta el momento, se puede inferir que todos esos interrogatorios llevados a cabo, tanto a nivel local, como en Brasil, en que intervienen partes interesadas, corruptoras y corrompidas, no son más que cumplidos de orden jurídico-legal, donde solo aparecen declaradas las cosas que se quieren, o se pueden decir, ya sea para imputar o no, a muchos de los señalados como participantes en los hechos delictivos de que se trata.

De ahí que, falta demasiado por ser conocido en torno a esos escándalos internacionales tan bochornosos, detrás de hacer honor a la verdad algunos; otros en defensa propia, “no pagar la jaba por sí solos”, como se dice en buen dominicano; y, aquellos que nunca faltan, los que procuran disminuir las eventuales penas aplicables por su culpabilidad comprobada, en base a acuerdos judiciales concertados.

Por ello, a los que hoy se han mencionado como involucrados entre nosotros, beneficiarios del pastel distribuido, que hasta el momento se están frotando las manos, creyéndose haber podido lograr burlar inteligencias ajenas, en base a las bocinas pagadas que se tienen para embaucar, como el manejo acomodaticio de las informaciones acusatorias que han transcendido hasta la opinión pública, que esperen el desarrollo de la película hasta su final.

Además, que tomen muy en consideración la participación de los actores extranjeros que están interviniendo en las escenas ya filmadas, que de seguro lo harán en las que faltan, y que no pertenecen al orquestamiento local cómplice que se advierte, con el coro en ultramar de los reconocidos asesores de campañas electorales, y lobistas para la asignación de obras estatales, colocación de sobornos, y sobrevaluaciones de las construcciones otorgadas, en sus momentos respectivos.

Esa obra teatral, difícil de introducirle “truncos de cámara”, en la que ha intervenido la mano de Dios, como diría un connotado jurista nuestro, que bien pudiera llamarse “Fiesta contra la corrupción estatal y la impunidad alegre”, no va ni por la mitad aún; faltan muchos cuadros por ser pasados, en que se podrían exhibir, poner en evidencia clara, múltiples acciones dolosas relativas al tan sonado caso Odebrecht, ¡qué no se podrán tapar!, por más argucias con las que se proceda.

Para los que actualmente se vanaglorian de estar ganando internamente la batalla de la impunidad a lo interno del país, en base a las estrategias manipuladoras antes mencionadas, que vayan preparando el altar para ruegos libertarios a lo divino, pues no siempre se podrán solapar algunas verdades fehacientes envueltas, que saldrán a relucir de cualquier manera.

En esta ocasión, muy difícil se hace el vender la idea de que el señor Joao Santana, señalado por el presidente de la República nuestra como su asesor principal en las campañas electorales años 2012 y 2016, y con las tareas a cargo que se le ha señalado en otras latitudes, que fueron objeto de notables injerencias políticas y económicas, procediera de forma diferente en lo que a nosotros respecta.

Si aquí en Dominicana, donde fue asesor directo de los internos, y operaba por mandato en favor de los candidatos de otros países, debido a la impunidad local vigente, según es lo que se ha dicho, para sobornar a funcionarios públicos seleccionados, y procurar después las reciprocidades derivadas, cómo explicar entonces que él no financió nada en esta nación; que solo participaba asesorando, o como ideólogo de proyectos políticos. Muy bien remunerada, por cierto, era su labor. ¡Eso es difícil de creer, hasta por parte de él mismo!

Tampoco se advierte, ya en su defensa propia claro está, le será fácil desmontar ese calificativo de “osado financiador político internacional”, con el cual se le ha denominado abiertamente; negar el lugar de su base de operaciones en el Caribe, sobre lo que tanto se ha mencionado esta nación, comprometiéndole. Y, mucho menos convencer a nadie de que las acciones que se le atribuyen como tal, que se entiende no excluyeron a Dominicana, cabe reiterar, fueron lícitas en todas sus partes.

Por el otro lado, cuestionable en extremo resulta el asunto con relación al tan mencionado personaje Ángel Rondón, que gran cantidad de dinero había estado recibiendo de la compañía brasileña Odebrecht, desde hace años, y que estuvo muy ligado a los tres últimos presidentes nacionales, como a sus “canchanchanes” cercanos, y también a algunos congresistas de la República, de acuerdo con lo trascendido.

Que, según declaró a las autoridades locales, esos cuartos eran el producto de su trabajo con la referida entidad, por concepto de emolumentos salariales y comisiones; que jamás le fueron entregados para reparto de sobornos, subvención de campañas electorales políticas, o costear acciones referentes a esos procesos, etc. Es obvio que, su versión estaría por aclarase bien. Los indicios contarios sobran, y la sociedad nacional los tiene presentes.

Eso tendrá ese señor que demostrarlo muy bien en su oportunidad; y, rogar que, ningún receptor de cuartos procedentes de esos litorales corruptos brasileños, se incline por confesar lo que en verdad se infiere ocurrió en ese tenor.

Luego, a esperar que termine la película correspondiente, en proceso aún, dentro y fuera del país, para entonces estar celebrando victoria los políticos “vajeados”, o alcanzados por el aliento esa gran “serpiente” de corruptela en el ámbito local, y a los que internacionalmente les toque su parte también.

 

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