Frente a la decisión del juez José Alejandro Vargas de declarar inadmisible el procedimiento del contrato entre el Estado dominicano y la empresa brasileña Odebrecht complica pretender no encarar las implicaciones que conllevan la confesión de sobornos hecha por la acusada.
Es evidente que con quien hay que quedar bien es con el país, pues Odebrecht es la que ha fallado y, por tanto, con ella no debe haber el propósito de cumplirle más allá de las consecuencias legales que se derivan de sus propias acciones.
Insistir en una cura inadecuada es un error más grave aún, por mucho que pueda doler hacer que los que han fallado paguen las consecuencias. El Gobierno tiene la oportunidad todavía de salir adelante.