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25 de abril 2024
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OpiniónVíctor Manuel PeñaVíctor Manuel Peña

Una respuesta desde la Economía a la Encuesta Nacional de Inmigrantes del UNFPA

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El Fondo de Población de las Naciones Unidas –UNFPA-, localizado en nuestro país, ha llevado a cabo en dos ocasiones la llamada Encuesta Nacional de Inmigrantes, la primera en el 2012 y la segunda en el 2017.

Para ello el Fondo ha invertido cuantiosos recursos en la realización de esas dos encuestas nacionales, para las cuales ha contratado técnicos dominicanos.

Demás está decir que esos recursos son aportados por todos los Estados miembros de la ONU con el pago de sus respectivos pagos de sus cuotas-contribución.

De entrada se advierte un sesgo ideológico en esa Encuesta Nacional de Inmigrantes: justificar la inmigración haitiana sobre la base de un impreciso y sobreestimado aporte de la fuerza de trabajo haitiana al PIB dominicano, hecho a partir de un supuesto asumido previamente.

Toda encuesta para que sea creíble, aún con las limitaciones que tiene la misma como método de recolección de información, debe estar basada en una metodología técnico-científica o científico-técnica fiable, legítima y confiable.

Primero para que una encuesta nacional de inmigrantes pueda ser fiable, creíble y confiable debe incluir a todos los grupos de inmigrantes que hay en nuestro país, que los hay de diferentes naciones del mundo, y no solo el grupo de inmigrantes integrado por los nacionales haitianos.

Pero al mismo tiempo hay que aplicar otra metodología, realmente fiable y creíble en el ámbito de la Ciencia Económica, para medir la contribución de cada grupo de inmigrantes al PIB dominicano.

Debo acotar de entrada que la Economía es una ciencia social eminentemente empírica, por lo que el método, procedimiento o camino para el conocimiento, análisis y estudio de la realidad material, de los hechos, fenómenos y procesos, no puede ser jamás el de la deducción o el la deducción racional, sino el método del positivismo lógico, del empirismo lógico o del neopositivismo. Por tanto, la Ciencia Económica al ser una ciencia empírica es una ciencia inductiva o histórica-inductiva.

En otras palabras, el método para la investigación, estudio y análisis de los hechos, fenómenos y procesos propios de la realidad económica tiene que ser el método histórico-inductivo.

En otras palabras, en la construcción del conocimiento científico en Economía, y para ello tenemos que valernos de los fundamentos de la Filosofía de la Ciencia o de la Epistemología, tenemos que privilegiar el uso del método del empirismo lógico o del positivismo lógico o método histórico-inductivo para captar, representar y aprehender la esencia y la dinámica de la realidad material.  Este método del positivismo lógico o del empirismo lógico fue creado por el Círculo de Viena en 1922.

Los niveles de generalidad del nuevo conocimiento creado se establecen en la última fase, que es la fase de abstracción de lo estudiado y analizado.

O como decía el genio de Karl Marx en el proceso de estudio de la realidad tenemos que partir de lo concreto tal cual se nos presenta, es decir, lo concreto como algo caótico, amorfo y desordenado, de ahí pasar a la fase de la abstracción y de ésta a la última fase: lo concreto pensado, vale decir, lo concreto como producto del pensamiento o como concreto pensado.  Esta fase de lo concreto pensado es la expresión del conocimiento o del nuevo conocimiento que tenemos respecto de la realidad o de lo concreto amorfo, caótico y desordenado.

Es anticientífico “estudiar”  la realidad material en base a supuestos o a partir de supuestos porque con ello se somete o se obliga a la realidad a que responde forzosamente a unos supuestos construidos deductivamente.

En una ciencia empírica o inductiva como la Ciencia Económica no hay manera de abordar objetiva y correctamente el estudio de la realidad económica ni de construir objetiva y correctamente también el conocimiento científico usando el método de la deducción o de la deducción-racional.

El conocimiento en Economía no es a priori, sino a posteriori, por lo que este conocimiento, llamado por Immanuel Kant juicio sintético, tiene necesariamente que pasar por el crisol o el fuego de la realidad y de las experiencias sensibles.

De ahí que sea totalmente inválido estudiar la contribución al PIB dominicano de cualquier grupo de inmigrantes, llámense como se llamen, en base a supuestos.  Claro, se sabe que todos los trabajadores que hay en un país hacen sus aportes al PIB.

Antes de seguir hacia delante debo precisar que las migraciones se explican, en sentido general, por la disparidad o las grandes asimetrías que hay en los niveles de desarrollo entre las naciones. En la geografía mundial y en la historia del capitalismo han predominado los movimientos migratorios que van de los países pobres o subdesarrollados a los países desarrollados y de mediano desarrollo.

Pero los Estados -independientemente de la xenofobia, del racismo y de las corrientes nacionalistas y ultranacionalistas- tienen derecho a ejercer su soberanía en materia migratoria y para eso tienen no solo fronteras físicas sino también constituciones y leyes adjetivas.

Naturalmente, esos movimientos migratorios se complican cuando hay una histórica y obligada vecindad o proximidad geográfica porque las naciones comparten un mismo territorio insular: es el caso de Haití con respeto a República Dominicana. Esta situación social de Haití es una caldera ardiente que se torna explosiva por las abultadas y crecidas asimetrías que hay entre las dos naciones en términos de sus niveles de desarrollo.

¿Pero está la República Dominicana en capacidad de resolver los estructurales y ancestrales problemas de pobreza y de miseria de Haití, reflejados en sus muy angostos y pobrísimos índices de desarrollo económico y social, los cuales son los que generan y expulsan constantemente flujos migratorios permanentes y masivos de haitianos con destino a nuestro país?

La respuesta es un obligado y rotundo no.

Seguimos con el análisis de la contribución de los grupos de inmigrantes al PIB dominicano.

De paso debo señalar que es natural que los grupos de inmigrantes contribuyan en algo en el proceso de generación del PIB, pero eso no es motivo ni razón para justificar la migración indiscriminada de gente no importa el país de donde provenga en violación abierta y flagrante de nuestro ordenamiento jurídico como Estado soberano, libre e independiente.

“Si se parte del supuesto que la PME es la misma para inmigrantes y dominicanos –yo diría dominicanos e inmigrantes-, entonces el problema estaría completamente resuelto. El aporte de los trabajadores inmigrantes sería directamente proporcional a su peso relativo en la composición de la fuerza de trabajo. De esta forma si los inmigrantes representan el 5% de la fuerza de trabajo (valor aproximado en el 2012) entonces su contribución sería el 5% de la República Dominicana”. Pag. 21

Es totalmente falso decir que “el aporte de los trabajadores inmigrantes sería, o es agrego yo, directamente proporcional a su peso relativo en la composición de la fuerza de trabajo”.

De entrada debo apuntar que es una monstruosidad plantear eso mucho más si esa situación se está suponiendo.  No es verdad que la productividad media del trabajo se puede asumir como igual para dominicanos y para inmigrantes.  Una monstruosidad mayor es decir en base a un supuesto, totalmente irreal, que si los inmigrantes representan el 5% de la fuerza de trabajo total, se concluye que los inmigrantes estarían haciendo una contribución de 5% al PIB.

Y peor aún se estaría llegando a un nivel de degradación conceptual de tal magnitud que se arriba a una conclusión forzosamente absurda y mecánica al considerar que ese 5% lo estarían aportando no los inmigrantes en sentido general, sino los inmigrantes haitianos.

Es totalmente falso, incierto e inverificable asumir como porcentaje de contribución al PIB el mismo porcentaje que representan los inmigrantes, los inmigrantes haitianos, respecto del total de la fuerza de trabajo que hay en nuestro país.

Este estudio, basado en supuestos. asume como válido el enfoque teórico de Canales, 2009 y 20011, que hace una descomposición del PIB de manera intuitiva para visualizar la parte del PIB que es generada por la mano de obra local y la parte del PIB que es generada por la mano de obra inmigrante.

En el caso de este informe del UNFPA los autores del mismo quieren que se entienda la mano de obra inmigrante solo como mano de obra haitiana.

¿Pero cómo es posible hacer un estudio realmente científico si en el país ninguna encuesta ni ningún censo han establecido con bases reales y creíbles cuántos inmigrantes hay en nuestro país, mucho menos cuántos inmigrantes haitianos, legales e ilegales, hay en nuestro territorio?

Los inmigrantes haitianos, estén documentados o no, son seres humanos muy huidizos y escurridizos y ni se dejan censar ni encuestar!

Al día de hoy en el país no hay estadísticas ni creíbles ni confiables sobre los inmigrantes haitianos que están empleados en diferentes sectores de la economía dominicana y menos de los que están desempleados.

Otra cuestión que no es verdad es decir que la productividad del trabajo, la productividad media del trabajo, se mide solo por las características técnicas o tecnológicas de cada sector de la economía.

Las características técnicas del sector o de la actividad cuentan, pero también cuenta la formación de cada trabajador, sus experiencias, sus habilidades, en fin, su know how.

Por lo que no es verdad que la productividad del inmigrante haitiano es igual a la productividad del trabajador dominicano. A nivel de mano de obra simple podría darse esa igualdad de la productividad, pero a nivel de la mano de obra especializada o compleja no hay manera de que esa igualdad se dé: lo que hay es una gran brecha de desigualdad en términos de productividad o de productividad media

Hay que apuntar que el proceso de creación de valor agregado en una economía reúne y precisa de la participación de todos los factores de la producción –tierra, fuerza de trabajo y capital- y también de la ciencia y de la tecnología y de la innovación.  El valor agregado en cualquier economía se puede medir a través del gasto y a través del ingreso.

Estos procesos de construcción de matrices de productividad y de competitividad para lograr el crecimiento y el desarrollo in crescendo en la globalización precisan y exigen de mano de obra cada vez más calificada, formada y compleja.

Esa mano altamente cualificada, necesaria para profundizar y hacer sostenibles los procesos de construcción de la productividad y de la competitividad, no puede ser suministrada por Haití a través de la migración de mano de obra simple hacia nuestro país. El creciente, acelerado y sostenido proceso de modernización y desarrollo económico, social y político a que debe someterse nuestra nación no puede estar a expensa de la mano de obra simple que nos llega de Haití, tanto en condiciones legales como ilegales.

Pero así como el PIB se crea, también se consume, una parte se consume de manera productiva y otra parte se consume de manera improductiva.

Si bien es cierto que los inmigrantes haitianos –como lo hacen todos los grupos de  inmigrantes- que trabajan, ilegales y no, hacen sus aportes a la generación del PIB dominicano, también es cierto que ellos, los que trabajan y los que no trabajan, los documentados y los documentados, consumen una parte del PIB, y por una parte importante de ese PIB dominicano que consumen no pagan un centavo- servicios de educación, servicios de salud, el uso de las obras de infraestructura nuestras, ríos y mares, el uso y deterioro del medio ambiente, arrabalización y destrucción de áreas urbanas, etc., etc.

¿Quién paga esos consumos no pagados de bienes y servicios públicos, que son parte del PIB,  que hacen los haitianos inmigrantes, legales e ilegales? El pueblo a través del Estado dominicano que sacrifica anualmente una parte importante de sus finanzas.

Todo que indica que el Fondo de Población de las Naciones Unidas –UNFPA- y los técnicos que hicieron ese informe acientífico en el marco de su Encuesta Nacional de Inmigrantes no colocaron la objetividad por encima de sus intereses ideológicos y no pudieron ver en la balanza los beneficios y los perjuicios, los pros y los contras de la inmigración haitiana.

El sentimiento pro haitiano primó por encima de cualquiera otra consideración en la realización de ese informe de esa entidad de la comunidad internacional.

Yo, que no soy antihaitiano ni prohaitiano, menos nacionalista, mucho menos ultranacionalista y que jamás he sido presa ni del racismo ni de la xenofobia ni del odio, solo veo con preocupación como auténtico dominicano el presente y el futuro de la República Dominicana y del pueblo dominicano en una perspectiva histórica objetiva y racional.

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