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24 de abril 2024
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OpiniónCarlos McCoyCarlos McCoy

Una guerra innecesaria

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No creemos que exista o haya existido una guerra necesaria, pero si hay una que se podría calificar de totalmente innecesaria, es el actual conflicto bélico entre Ucrania y la República Federal Rusa. Decimos esto porque en las últimas declaraciones del presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, este dice que está dispuesto a negociar la paz con Rusia y se compromete a declinar en sus aspiraciones a ingresar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

Resulta que, esto es exactamente lo que estaba pidiendo el gobernante ruso Vladimir Putin para evitar una guerra con la república de Ucrania. Que se respetara el acuerdo del 1990 entre el canciller alemán Helmut Kohl y el presidente Mikhail Gorbachov donde los rusos permitían la entrada a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, de la parte oriental de Alemania, con el compromiso de que la OTAN no siguiera expandiéndose hacia el este.

Desdichadamente, en vez de cumplir ese pacto, la OTAN siguió extendiéndose hacia Rusia. En 1999, entran Hungría, Polonia y República Checa. En el 2004 pasan a formar parte de la institución militar, Rumania, Bulgaria, Eslovenia, Estonia, Lituania, Letonia y Eslovaquia, en el 2009 Croacia y Albania, en el 2017 sigue la expansión con Montenegro y el 2020 Macedonia del Norte.

Los rusos llamaron a estos actos una provocación y un plan para rodear a Rusia con misiles de la OTAN y pidió en varias ocasiones que se detuviera el acoso, los occidentales responden enviándoles una invitación a Georgia y a Ucrania para que formen parte de esa entidad militar. En este punto los rusos dejan la pasividad, se olvidan de los esfuerzos diplomáticos e invaden a Ucrania arguyendo asuntos de seguridad nacional.

Ante la escalada de la guerra y la toma por parte de la Federación Rusa de las autoproclamadas repúblicas pro rusas de Donetsk y Luhansk, en el este de Ucrania, el asedio a Kiev, la capital y a la rusófona ciudad de Járkov en el norte, más el avance hacia las importantes ciudades de Mariúpul y de Odesa en el sur, donde funciona en la actualidad el principal puerto ucraniano, luego de la pérdida de Sebastopol en el 2014 cuanto Rusia se anexó, reconquistó, dicen los rusos, la península de Crimea.

Esta acción convertiría a Ucrania, un país que en la actualidad posee 2,782 km de costa, en una nación mediterránea sin ninguna salida al importantísimo mar Negro.

Las autoridades ucranianas y rusas se han sentado en par de ocasiones a conversar para tratar de parar esta guerra entre dos países hermanos. Al parecer, los rusos, en la actualidad en mejor posición para negociar, están exigiendo un poco más de lo que los ucranianos ofrecen. Se habla de respetar el acuerdo de Minsk, firmado por ambas naciones en el 2014, además, que la Organización del Tratado del Atlántico Norte vuelva a las fronteras establecidas en el 1999. Algo muy difícil de aceptar por los europeos.

Ojalá que esta última posición de los exsoviéticos sea solo una fanfarronada y acepten el cese al fuego, con la firma de una resolución de la OTAN de no aceptar a Ucrania ni a Georgia como miembros y terminen con este innecesario conflicto que ha destruido varias ciudades y ha causado miles de muertes inocentes, desplazando de sus hogares a millones de desesperados ciudadanos ucranianos.

Poner oídos sordos a los señores de la guerra, que sin arriesgar absolutamente nada, son siempre los verdaderos beneficiarios económicos de estos conflictos, que regularmente tienen como escenarios lugares muy lejanos a sus poltronas.

El mundo entero se lo agradecerá.

Por Carlos McCoy

CarlosMcCoyGuzman@gmail.com

 

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