Santo Domingo 23 / 31 Soleado
ENVÍA TUS DENUNCIAS 829-917-7231 / 809-866-3480
19 de abril 2024
logo
OpiniónErnesto JiménezErnesto Jiménez

Un mundo guiado por locos

COMPARTIR:

“No sé con qué armas se librará la 3ra. guerra mundial, pero sé que en la 4ta. guerra mundial usarán palos y piedras”. Albert Einstein

Los estruendosos acontecimientos que van forjando el devenir de la humanidad pareciesen marcar un ritmo tan vertiginoso que amenaza con opacar la capacidad de accionar, con buen juicio y razón, de los principales tomadores de decisiones a escala planetaria. La causalidad en esta relación de “acción – circunstancia” es por momentos difusa, particularmente, al observar ciertos constructos históricos forzados en base al fanatismo y la ambición.

Ejemplos aleccionadores de esta afirmación se han manifestado en una serie de eventos desafortunados que tienen a gran parte del mundo en vilo. Una triste muestra de esto es la infame utilización de armas químicas en el poblado sirio de Jan Sheijun, que ocasionó la muerte de al menos 86 personas, entre ellos, una treintena de niños. Este ataque violó el Protocolo de Ginebra de 1925 (ampliado en 1997) que prohíbe la utilización de armas tóxicas, por lo cual es condenable; pero a su vez, revela una faceta horrenda de las relaciones internacionales, pues resulta que en la guerra, los hombres y mujeres pueden matarse legítimamente con bombas, cuchillos, sables, rifles, navajas, piedras, palos, torpedos, granadas, balas, misiles, fusiles, etc., ¡pero bajo ninguna circunstancia con armas químicas! Lógico, ¿no?

A raíz de esta oprobiosa agresión contra civiles indefensos, el flamante presidente de los EE. UU., Donald Trump, responsabilizó directamente – Dios sabrá con cuales pruebas – al dictador sirio Bashar Al-Assad, en consecuencia ordenó el bombardeo con misiles crucero Tomahawk de la importante base aérea de Shayra en Siria. Aún hoy, múltiples escritores expertos en materia militar manifiestan que no terminan de comprender, tanto a nivel táctico como estratégico, qué pudo haber ganado el ejército sirio en una acción a todas luces absurda; por el contrario, los mayores beneficiados de estos hechos fueron los terroristas sirios y el señor Trump. Este lamentable evento, como muchos otros del conflicto sirio, está envuelto en confusas nebulosas que no han sido debidamente esclarecidas. Sin embargo, lo que sí ha quedado evidenciado es que esta calamitosa guerra, que en 6 años ha costado la vida de más de 470 mil personas, está lejos de terminar.

Mientras la muerte muestra su rostro macabro a decenas de miles de niños en Siria; a más de 8 mil kilómetros de distancia, en Corea del Norte, el espanto encarnado tomó la forma de un joven déspota llamado Kim Jong-Un. Este heredero de 3ra. generación de la dinastía que inició su abuelo Kim Il-Sung en 1948, ha amenazado con destruir mediante el uso de armas nucleares a la mayor potencia militar en la historia de la Tierra (EE. UU.). Y como cabría esperar, el magnate presidente Trump, respondió airado con el envío a la península coreana de un grupo naval de ataque encabezado por el portaviones nuclear Carl Vinson. Lo cual agrega otro elemento perturbador a una región peligrosamente inestable.

La rápida escalada de delicados eventos bélicos ha puesto al mundo, literalmente, a temblar. A un grado tal que, numerosos historiadores comparan la coyuntura geopolítica actual con los fenómenos políticos y sociales que caracterizaron el período histórico de entreguerras (1918-1939), inclusive, algunos analistas sopesan la posibilidad del estallido de la 3ra. guerra mundial. Esas ideas son el reflejo de un escenario extremo donde confluyen las voluntades, intereses y egos exacerbados de los principales líderes mundiales, y quizás por eso, resulta casi irónico que las advertencias más sensatas han sido emitidas por líderes de países no democráticos. Verbigracia, el presidente de la China comunista, Xi Jinping y el de una Rusia cada vez más autócrata, Vladimir Putin.

Amigo lector, en ocasiones es difícil de entender la ambición desmedida y la insensibilidad con que algunos líderes conducen los destinos de sus pueblos; pero quizás el genio de Stratford-upon-Avon, William Shakespeare, a través de su obra “El rey Lear” nos ayude a comprender mejor las decisiones de aquellos que gobiernan el mundo, con las siguientes palabras inmortales: “Es calamidad de estos tiempos que los locos guíen a los ciegos”.

 

Comenta

[wordads]