El país vive momentos difíciles de deterioro moral y ético, que afecta a una sociedad atrapada en la irresponsabilidad del liderazgo político nacional que parece no muestra una verdadera voluntad de darle un giro a esto.
Los obispos dominicanos han hecho una crítica merecida y oportuna contra la corrupción que ha generado pobreza y castrado el bienestar colectivo.
Lo mucho hasta Dios lo ve, reza una frase que la gente ha hecho suya, y los dominicanos sienten que la indiferencia de sus líderes frente a los grandes problemas, toca límites.
La Iglesia Católica escogió de tema a la juventud dominicana, víctima de la exclusión y falta de oportunidades.
Los jóvenes son parte fundamental del presente e ignorar esa realidad es apostar a una derrota como nación.
Las circunstancias demandan el inicio de un verdadero compromiso nacional. Es necesario y debemos comenzar ya.
La Carta Pastoral es un llamado de atención.