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23 de abril 2024
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OpiniónRolando FernándezRolando Fernández

Un ayer sin relevo generacional. ¡El gran vacío hoy se siente!

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Cuántas inquietudes tiene el grueso de los hombres algo pensante hoy, los que quedan, obviamente, en términos de las tantas cosas depreciables, barbaridades propiamente, que se vienen verificando a nivel de la sociedad mundial. ¿Por qué se estará produciendo eso? Obvio que no es casual, ya que nada ocurre por accidente, o casualidad. Se entiende que son efectos derivados de poderosas causas subyacentes.

Incluso, algunos estudiosos, e investigadores con dedicación, llegan tan lejos en su pensares, que, asocian las deleznables ocurrencias de hoy, con una eventual desaparición de la especie humana, en lo concerniente a los elementos constitutivos de la quinta (5ta.) sub-raza que está concluyendo, según se entiende, para dar paso a la sexta (6ta.), dentro de la quinta (5ta.) Raza Raíz terrenal, de las siete (7) que habrán de poblar el planeta, hasta convertirse en sagrado, como está destinado dentro del esquema evolutivo del Universo, de acuerdo con los que saben.

De ahí que, no sea tan sencillo, así por así, poder asimilar los grandes cambios degenerativos que hoy se observan en todas las latitudes terrenales, y que hacen hasta pensar, que los humanos presentes están perdiendo la capacidad de raciocinio inherente a los mismos, ya que muchas de las actitudes y decisiones que prevalecen entre esos, rayan con lo anormal en todo grado, y hasta con lo animalesco, podría decirse, sin temor a mucho equivoco.

Lo inteligente, loable, y “aquilatante”, ha sido abolido casi por completo, sustituyéndoles en gran medida por la mediocridad que prima; lo degenerativo total; y, lo indeseable sin contemplación, cosas todas esas, que nunca era previsible se produjeran en tal magnitud.

Pero, que son innegables en los tiempos presentes.

Hoy, la gran interrogante es: ¿dónde está el requerido relevo generacional de los tantos connotados valores de un ayer no muy lejano, en el sentido de cultivar nuevamente lo científico puro; lo cultural; lo intelectual; lo artístico, en sentido amplio, y demás dotes, o cualidades humanas que existían con anterioridad.

Obvio es que, en la actualidad la sociedad mundial luce totalmente vacía en ese tenor. Ya no hay dónde buscar nada talentoso; ni siquiera buenos músicos, compositores, cantantes; tampoco, gente del pincel, como de los óptimos y selectos colores; menos, poetas, y escritores laureados.

Aunque sufriéndolo internamente, hay que conformarse con lo poco talentoso que aparezca, y saborear la batata, ¡qué se tiene como un refresco, cuando el hambre da calor!
A propósito de lo expresado, en países como Dominicana, donde la gente trata de buscársela a como dé lugar, se nota con facilidad la escasez a que se ha hecho referencia, destacándose esa en el trabajo de los llamados empresarios artísticos, cuando de montar algún espectáculo dentro de esa área se trata, teniendo esos que recurrir a lo que en verdad ya no es; a personajes que tuvieron sus épocas gloriosas, muy brillantes por cierto, pero, de los que ya no quedan ni sus aromas, producto de los envejecimientos obligados, como de las enfermedades físicas inevitables, y las limitaciones obvias.

Claro, es evidente que, si no lo hacen así, en busca de aprovechar los renombres de aquellos, que otrora sí “jalaban” gente, es muy posible que los que los negocios en la actualidad se les vayan abajo, debido la falta de público asistente a los espectáculos. Se trata de aprovechar famas pasadas para atraer, no lo que se pueda ofrecer. ¡Referentes se tienen de más!

Precisamente, en estas semanas se ha estado publicitando localmente la presentación en el país de José Luis Rodríguez (El Puma), que se cree ya confirmada, en el pasado una estrella indiscutible del cantar venezolano, y hasta actor de telenovelas, en ocasión de celebrarse aquí el “Día de las Madres”.

Lamentablemente, ya ver a ese artista de otrora, y compararle con el ayer, resulta más penoso que otra cosa, por las condiciones reales en que debe encontrarse, “no hay que llamarse a engaño”; con problemas de salud que se infieren, y ostentando un nivel de envejecimiento que se aprecia pronunciado, – ¡qué edad real tendrá! -, para estar exhibiéndole en una tarima, en que podría recibir emociones no muy apropiadas ya para su estado.

Pero, hace un tiempito también, se estuvo mercadeando traer acá al glorioso cantautor y poeta argentino Alberto Cortez, estando ya en las postrimerías de sus días sobre este planeta, enfermo, viejo, y limitado, con el deceso previsto pisándole los pies. Tal se sabe, ¡truncó su muerte el viaje!

Es innegable que, no hay nada que en verdad reúna condiciones artísticas de calidad para ser contratado, que pueda generar ingresos suficientes, a los fines de cubrir costos y beneficios dentro de esa actividad. Se tienen que procurar contratos con los del ayer, aunque muy poco que ofrecer les quede, vale reiterar.

Según sostienen algunos de esos empresarios, y público paganini, con capacidad para apreciar talentos musicales, cantantes de nivel, buenos compositores-poetas, bien letrados, “lo que hoy se tiene no sirve; todo quedó en el ayer”. ¡Se lamenta, pero es la cruda realidad que se vive!

Evidentemente, el gran vacío notorio, más que a la vista, no es solamente en lo relativo a los artistas del canto, músicos, y compositores de fuste, sino en la generalidad de lo considerado bueno. Todo es cosa del pasado. ¡Qué triste tener que decirlo! Jamás ha habido relevo, para los ya ido, o incapacitados, que llenaron épocas brillantes. en el ayer.

Autor: Rolando Fernández

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