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20 de abril 2024
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OpiniónElvis ValoyElvis Valoy

Te conozco bacalao, aunque vengas disfrazao

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La lucha contra la corrupción en la República Dominicana es un tema muy serio, que no debe ser tomado como ítems politiquero por grupúsculos que ven en ella una manera de lograr vigencia, de ruptura con el orden institucional, de posicionamiento electoral, o de efectividad mediática.

Este flagelo, que en todas sus manifestaciones demuestra ser una cultura de difícil extirpación, requiere de instituciones robustas, de educación y sanción para su superación, ha sido tomado como bandera de lucha por el llamado movimiento Verde, una argamasa que en cada tramo de la coyuntura está demostrando perseguir objetivos más allá del combate a la corrupción y la impunidad, como se proclama falsamente.

Las marchas organizadas por el movimiento Verde han tenido un éxito notable, pues miles de entusiastas jóvenes le han dado su respaldo, extasiados por los postulados esgrimidos por las personas que dirigen dicho movimiento, los cuales a simple vista son dignos de apoyo militante.

Como acertadamente sentenció el conde de Buffón en su frase que reza que “El estilo es el hombre”, cuando se hace un análisis semiótico de los discursos enarbolados alrededor de la organización verde, es claro intuir propósitos extras anticorrupción y anti-impunidad, lo que desvirtúa y hace espúreo las originales intenciones del proyecto.

Las arengas de barricadas se van apartando abismalmente de lo que sería la búsqueda del fortalecimiento institucional y la sanción para los que delinquen apropiándose de los recursos del Estado.

Para formar ley social de todas las aristas de este mejunje nihilista está la proclama leída por el sacerdote Ramón Alejo (Moncho) en la última de estas caminatas llevada a cabo en San Francisco de Macorís, de la cual se colige que está muy lejos de la finalidad verde la pelea a la corrupción y la impunidad. ¡Resulta claro que la mascarada en donde se esconden los verdaderos propósitos son esas manidas consignas en la que la gente ya comienza a desconfiar!

Empero, lo que se va dejando entrever es que en el fondo del asunto es el anhelo del crack de la gobernabilidad dentro del sistema, fin ulterior de los ideales ocultos del movimiento Verde.

Y es tan sencillo notar los deseos futuros que únicamente hay que observar que a cada evidencia de las autoridades judiciales de hacer justicia en el caso de la compañía Odebrecht, la dirigencia del Verde responde obcecadamente con tremendismo incendiario, radicalismo extremo y estulticia.

Ante el anuncio del procurador Jean Alain Rodríguez de ordenar una auditoría a la Cámara de Cuentas de las obras de Odebrecht en el país, la gente Verde alegó una sarta de descalificaciones y argumentos pueriles que dejaban ver otras razones, y no las que se levantan (se argumenta que son peledeístas los del organismo auditor, como si hasta en Estados Unidos los miembros y miembras de las altas cortes no son sugeridos por los grandes partidos del sistema, y en muchos casos las personas seleccionadas resultan ser activistas de esos agrupamientos partidarios, lo que no los invalida a la hora de sus decisiones).

En el análisis discursivo científico hay una unidad dialéctica de forma y fondo, que llevada al caso de las actividades verdes, se infiere que tanto lo que se ve como lo que no se ve, se aleja del anhelado deseo de llevar a la cárcel a los sobornados por Odebrecht.

Genera una enorme suspicacia y lleva al cuestionamiento del movimiento Verde su conformación, pues es tangible que todo a su alrededor está compuesto por las mismas figuras que terciaron en las pasadas elecciones del 2016, y que fueron derrotados electoralmente, para que de buenas a primera aparezcan en primera fila de éste (son las Tres Divinas Personas). Las señales que se advierten son de que como no pudieron ganar por las buenas, se han decidido a arrebatar por la fuerza.

Está demás decir que debido a sus contradicciones internas y fruto de lo variopinto de la organización, en donde las ideologías van desde la ultraizquierda aventurera y desfasada, hasta la ultraderecha corrupta y resentida, comienza a partir de ahora una espiral descendente del proyecto que pudo ser un gran instrumento de batalla en contra del cáncer de la corrupción y la impunidad. Han pesado más la politiquería barata y las ansias de desligitimar y acorralar al gobierno que la lucha contra la impunidad y la fatídica corrupción.

La población que en todo momento dudó de las buenas intenciones las marchas y libros verdes ha terminado finalmente teniendo la razón. Mucha gente que ha venido participando de esas actividades empieza a sentir un mea culpa por haberse dejado utilizar con intenciones non santas.

Y tras toda esa parafernalia ha estado la mirada profética del pueblo, que por los pasos que se fueron dando durante todo este tiempo, sospechó con esa sapiencia que caracteriza a los dominicanos y dominicanas de que ahí hay “gato entre macuto”, y que los fines del movimiento distan mucho de ser la transparencia en las funciones estatales y la sanción al cohecho.

El refrán popular no puede ser más erudito cuando sentencia diciendo: “Te conozco bacalao, aunque vengas disfrazao”.

 

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