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19 de abril 2024
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OpiniónSamuel Sanchez ESamuel Sanchez E

Sucesos de Charlottes y  los nazionalistas en Washington Heights

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El discurso irresponsable del Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, culpando a los extranjeros de los males fundamentalmente económicos que afectan a este país, ha estimulado el crecimiento del odio a lo distinto, a quienes no hablan el idioma de los intolerantes, de aquellos que se asumen superiores, que ven a los extranjeros como seres inferiores. El discurso del Presidente Trump fomenta de forma desproporcional el crecimiento de sentimientos anti otros en todo el territorio continental.

Las consecuencias de esta demagogia discursiva, la vimos con espanto el sábado 12 de agosto en Charlottesville, Virginia.

Pero donde quiera se cuecen habas y en las comunidades latinas residentes en los Estados Unidos, también tenemos los nuestros con complejos de seres superiores, algunos que ven en el ingreso de connacionales a territorio norteamericano, es competencia “desleal” de mano de obra barata. Cuando nos tocó a nosotros entrar a territorio continental, no tomamos en cuenta la posibilidad de venir a competir de forma “desleal” con los que ya estaban aquí. Ahora, lo vemos distinto.

La infeliz idea de rechazar a determinados grupos por su condición de pobreza y por prejuicio racial, quiso tener una expresión en la comunidad dominicana de Washington Heights, cuando un grupo de compatriotas, promovió una marcha contra la laboriosa comunidad haitiana en República Dominicana.

Recientemente una asociación de venezolanos residentes en Santo Domingo, solicito al gobierno nacional, flexibilizar los requerimientos migratorios, para que los nacionales de la tierra de Simón Bolívar, puedan regularizar su situación. ¿Es atinada esta petición? Pienso que sí y la respaldo. Por otro lado la comunidad árabe en el país caribeño, convoco hace poco a un evento de su comunidad, actitud que también respaldamos por considerar que el agrupamiento de una comunidad de un origen nacional distinto, ayuda a fomentar lazos solidarios y crear fortalezas para hacer frente a las condiciones distintas que afronta todo extranjero.

Ahora bien, si una de estas peticiones las hace la comunidad haitiana en la República Dominicana, los grupos auto-considerados “arios” habrían explotado de mala manera, es decir para estos grupos el problema no es la migración al lado este de la isla hispaniola, es problema es quienes llegan.

Estamos de acuerdo con la regulación migratoria, cierto orden, reglas de juego claras, pero sin maltrato, abuso, explotación de ningún grupo social, étnico, racial. Las mismas reglas de juego para todos y de ahí nuestra oposición militante a la marcha de los criollos en suelo newyorquino, pues estas actividades para la promoción del odio, solo genera odios y mal querencias; pero lo peor de esta convocatoria, es que la misma estaba promovida por extranjeros pobres y en su mayoría negros y mulatos, contra otros extranjeros pobres y negros. Sencillamente inconcebible.

Los organizadores de la fracasada marcha acusaron a la senadora estatal Marisol Alcántara de estar detrás de la prohibición de  esta “actividad”, gestión de la que no tengo constancia, pero que bueno que suspendieron esta provocación, pues este tipo de actividad solo estimula sentimientos que se suponen superados; además no aporta nada positivo a la comunidad y busca la fiebre en la sabanas.

La razón de que extranjeros estén llegando a la República Dominicana, es la misma por la que hay cerca de tres millones de dominicanos deambulando por el mundo: buscando trabajo.

La gente no se mueve a un lado a otro para quitarle nada a nadie, los migrantes somos seres humanos extremadamente agradecidos con la tierra que nos acoge y eso deben entenderlo los extremistas de Charlottesville y los extranjeros de origen dominicano que aun viviendo en  Estados Unidos, pretenden rechazar a los haitianos que solo desean una vida menos desgraciada en la parte este de la isla.

Gracias a quienes prohibieron la marcha anti-haitiana del 6 de agosto, así evitamos que esas aguas traigan lodos como los de Charlottesville.

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