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24 de abril 2024
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2 min de lectura Cumbre Río

“Still Alice”: El dolor de olvidar

¿Qué sesiente no poder recordar nada? ¿Acaso la degradación de la memoria duele? Y sies así, ¿Qué tan doloroso es si la mente ni siquiera recuerda qué es el dolor?En cualquier caso, entonces, ¿Qué causa el Alzheimer? Entiendo que esas preguntas las puede contestar un neurólogo, pero "StillAlice" nos ahorra la visita al consultorio al […]

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¿Qué sesiente no poder recordar nada? ¿Acaso la degradación de la memoria duele? Y sies así, ¿Qué tan doloroso es si la mente ni siquiera recuerda qué es el dolor?En cualquier caso, entonces, ¿Qué causa el Alzheimer?

Entiendo que esas preguntas las puede contestar un neurólogo, pero «StillAlice» nos ahorra la visita al consultorio al ser un drama delicado ycomedido que despierta la curiosidad de las respuestas demostradas con lo quesería, si no me equivoco, la mejor actuación en la carrera de Julianne Moore.

Y es una interpretación metódica que nos hace sentir la impotencia de loterrible que puede ser la desorientación en el laberinto de los efectos deAlzheimer, una vez que surgen en el cerebro de la doctora Alice Howland(Julianne Moore).

Pero en un principio Alice no lo sabe.Ella todavía es Alice. Todavía es la exitosa profesora de lingüística de laUniversidad de Columbia que vive una vida cotidiana y normal con su esposo,John Howland (Alec Baldwin) y sus tres hijos.

Sin embargo, la cosa se complica en el instante que comienza a desconocernúmeros, palabras, detalles y hasta momentos, y es diagnosticada con Alzheimer.

Por loque la enfermedad pondrá a prueba los límites de la persistencia de suretentiva mientras atraviesa el período de la devaluación.

Hasta ese punto el rostro de pesadumbre de Moore lo dice todo. Ella realmentecaptura la tragedia de una paciente de Alzheimer con realismo descollante.

Manifestadoen cada plano con la torpeza de un declive afectivo que, en última instancia,encierra a Alice dentro de la tristeza de un tremendismo sincero.

Eso se debe a que la fuerza de la actuación favorece el sentimentalismo de lanarrativa y de la música empática de Ilan Eshkeri, para lograr la naturalidadmelodramática de las escenas. A veces, uno barrunta la ansiedad y ladesesperación del personaje central cuando se da cuenta que la enfermedad leroba la identidad gradualmente y que su suerte para rememorar los momentos seacabó.

Precisamente por eso la profundidad emocional de la película produce interés,porque muestra -a través de unos breves planos subjetivos- cómo la degeneraciónde las reminiscencias altera la percepción en contra de nuestra voluntad y nospone a deambular en un círculo vicioso de lo desmemoriado. Y eso, sinevocar tanto, es difícil de olvidar.

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