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24 de abril 2024
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OpiniónElvis ValoyElvis Valoy

El sombrío y sinuoso sendero de la Marcha Verde

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Cuando se iniciaron las revueltas hace algunos años en varios países de África Magret que dieron al traste con los regímenes de tres naciones de esa localidad, se argumentó que eran revoluciones llevadas a cabo a partir de los celulares que utilizaban los grupos protagonistas de esos acontecimientos. Hasta se llegó a “asignársele” nombres a esos movimientos sediciosos que defenestraron esos gobiernos del norte de ese continente.

Pero la verdad con el tiempo siempre resplandece, y luego de que varias universidades, tanto norteamericanas como europeas hicieran un estudio, se llegó a la conclusión de que la conspiración en Libia, Túnez y Egipto tuvo un costo que casi llegó a los 200 millones de dólares, y en la misma participaron fuerzas foráneas que financiaron dichos acontecimientos.

En nuestro país la Marcha Verde inició prácticamente en el mes de Enero, y desde sus inicios ha demostrado una enorme capacidad de movilización, lo que supone multimillonarios recursos. El movimiento que dice luchar en contra de la corrupción se ha aposicionado en la palestra pública, estableciéndose un récord, pues en la historia nacional nunca se había visto una institución ascender como ésta, en tan poco tiempo.

La Marcha Verde es un amasijo de fuerzas partidarias, con personas de la llamada sociedad civil, adjunto a gente de ongs. A vuelo de pájaro resulta muy extraño y hasta llama a sospecha de que la gente verde no se incluya en su agenda los otros grandes problemas que afectan a la sociedad dominicana. Las autoridades de migración iniciaron acciones en contra de la población ilegal que irrumpe en el país, y la dirigencia de la Marca Verde vió esas medidas como provocativas, rechazándolas totalmente.

Como mencioné más arriba que la Marcha Verde cuenta con un gran componente de personeros de ongs, resulta lógico su rechazo a todo lo que sea oposición a la inmigración ilegal, cosa naturla en todas las naciones del mundo, pero que estas ongs se oponen debido a que reciben financiamiento de países que tienen en sus agendas la solución de problemas internacionales utilizando a la República Dominicana como válvula de escape de una superpoblación ilegítima.

Pero igualmente llama a suspicacia que la dirigencia de la Marcha Verde en ningún instante ha asumido el análisis de la corrupción desde una óptica científica, que garantice más institucionalidad, lo que daría una verdadera dimensión al problema, sino que se circunscribe a la persecución de algunos políticos, a pesar de que el mal es más profundo, y toca a toda una subcultura que hace que esa calamidad supere el simple ámbito político para convertirse en una desgracia compuesta por muchos estamentos.

Pero si la mística de la Marcha Verde es cuestionable, la trayectoria de sus principales figuras supone dudas. La dirigencia política que acompaña a los caminantes no está libre de pecado, por lo que no puede tirar ni la primera ni mucho menos la segunda piedra. En cuanto a la gente verde que proviene del mundo de las ong, en la mayoría de esas instituciones ha habido corrupción, y no porque esos escándalos no hayan trascendido a la opinión pública significa que estén redimidos de culpa.

A partir de sus manifiestos y sus proclamas, se puede observar un sesgo anti oficialistas que convoca a la desconfianza. Su financiamiento nunca ha sido esclarecido, y le causa mucho encono si alguien menciona el mismo, agregándosele a ésto que la vocería verde no soporta un escrutinio.

Es de ahí que de afuera se vea al movimiento Marcha Verde como un instrumento para la sedición y el debilitamiento de la institucionalidad, y no como un espacio en contra de la impunidad y la corrupción.

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