Llegó el esperado día, o mejor dicho la noche, donde toda atención estaba en la expectativa creada en el renacer de la carrera de uno de los artistas más admirados y controversiales de nuestro tiempo.
Cual Ave Fénix en pleno vuelo, Luis Miguel llegó al escenario y con su magia demostró por qué es el Sol que alumbra a medianoche.
Su voz intacta, su presencia aun marcada con años de excesos, mantiene ese encanto innato que solo los virtuosos poseen. Su repertorio impecablemente elegido para recordarnos que sigue siendo el Rey.
Verlo tocar nueva vez en suelo dominicano, nos hizo sentir a muchos como jevitos de 4 décadas. Corear a todo pulmón sus canciones y bailar al ritmo de sus compases bajo una llovizna refrescante junto a entrañables amigos, una de esas experiencias únicas reservadas para contar a los nietos.