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25 de abril 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

Soberanía innegociable

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La soberanía nacional no es negociable. La territorialidad no puede ser violada por nadie, ni nada. Los organismos internacionales quieren jugar con el derecho a la nacionalidad dominicana, y eso es inaceptable. Como país libre, soberano e independiente, ese tipo de injerencias  tiene que ser detenida.

La Corte Interamericana de los Derechos Humanos vulnera principios básicos de la coexistencia entre los pueblos. No puede tratar a la ligera y en forma imprudente el tema de la nacionalidad. Los nacidos aquí  de padres ilegales, son haitianos y no dominicanos.

Ya hay una disposición constitucional al particular, y no puede un extranjero restregarnos en la cara nuestra posición de país caribeño débil, y donde muchos de sus líderes, a lo largo de la historia, han doblado rodillas ante el gran imperio.

Pero el hombre de la calle, el pueblo sencillo y llano, ha abonado con su sangre la llama de la libertad. Rechazamos las injerencias extranjeras, aunque sea de una corte cuya misión central sea velar por el respeto a los derechos humanos.

Pero nadie puede estar por encima de la Constitución, de la soberanía, de la territorialidad y de los derechos adquiridos con propio esfuerzo por los dominicanos.  Es una afrenta innecesaria a la buena convivencia este fallo que no es histórico, pero si basado en los lineamientos de que hay que abrir puertas a la emigración masiva de haitianos ilegales.

La República Dominicana ha sido la más solidaria con Haití. En momentos de desgracias sociales y políticas, cuando se necesitaba la mano amiga, ahí ha estado la República Dominicana al lado de sus vecinos. Eso no significa que se deba permitir la emigración ilegal y darle la ciudadanía a todos los nacidos aquí de forma irregular.

Va entrando la República Dominicana en una etapa de crisis cuando de sus pocos recursos tiene que mantener a unos dos millones de emigrantes haitianos, la mayoría de los cuales están ilegales, y pasan a trabajar en la agricultura, la construcción, cuidando edificios o pidiendo en las calles.

Una mayoría de hospitales públicos  tiene tantos pacientes haitianos como dominicanos, y en el caso de las maternidades, miles de parturientas del vecino país vienen  para sus chequeos finales, y se les atiende sin cobrarles un centavo, en desmedro, en ocasiones, de madres dominicanas.

La Comisión Interamericana de los Derechos Humanos acomete un acto irrespetuoso, violador del derecho a la soberanía y a la Independencia nacional, y eso es intolerable. Nunca de rodillas, y siempre en defensa de nuestra Constitución, nacionalidad y territorialidad. ¡Ay!, se me acabó la tinta.

 

Por Manuel Hernández Villeta

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