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23 de abril 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

Situación nacional

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La inseguridad ciudadana, el alto costo de la vida, el desempleo y la falta de concertación para lograr programas de desarrollo  e institucionalidad, serán temas vitales en la campaña política que ya se inició en el país.

La lucha por las precandidaturas tiene como meta central los enfrentamientos que vendrán de cara a los comicios generales. Poco importa que falte más de año y medio para esa contienda, desde ahora se están armando los equipos.

La principal responsabilidad en buscar soluciones a estos males ancestrales, pero que ahora han tomado nuevas fuerzas, le corresponderá al gobierno. Si aplica paliativos, aunque no los solucione en forma total, podrá capear el temporal de frente a una eventual reelección.

Pero es difícil poder hacer frente a la inseguridad ciudadana. Hasta ahora se han ensayado numerosos programas, y ninguno ha permitido solucionar el problema. Cada día se va tornando más violento el ambiente, y hay un creciente temor entre los ciudadanos que piensan que no tienen segura su vida y sus  bienes.

Es casi imposible erradicar la violencia e inseguridad ciudadana sin un plan central de hacer frente a todos los males de la sociedad, que parten desde la exclusión social, el analfabetismo, el desempleo y el cerco de la miseria que todo lo obnubila.

El alto costo de la vida corroe todo el caparazón de la vida dominicana. Lo conocen en carne viva los poderosos y los muertos de hambre. De día en día se impone el libre mercado, donde el comerciante fija los precios de acuerdo a la oferta y la demanda, sin tomar en cuenta los costos de producción.

Para poder atajar los continuos  y crecientes precios de los artículos de primera necesidad, se hace necesario llegar a acuerdos con el sector empresarial y los agro-industriales. Una situación que a simple vista es fácil, pero casi imposible cuando se trata de intereses económicos.

Los cuatro principales partidos dominicanos han estado en el gobierno, y todos sus dirigentes saben los estragos que causa en los conteos de popularidad el alto costo de la vida, y las dificultades para que  miles de dominicanos puedan  comprar a tiempo sus alimentos y sus medicinas.

Ya la lucha entorno a esas desavenencias de la economía popular comenzaron, desde el púlpito de la Semana Santa. La iglesia católica  fijo su parecer ante la situación económica del país, y sobre todo de los males que amenazan a la supervivencia de la familia nacional.

La iglesia todos los años en la Semana Santa, y en sus pastorales, presenta el drama de los desafortunados sociales, pero casi nunca se le hacen caso. Un par de días con titulares de periódicos y luego llega el olvido. Pero ahora es el momento de ir de frente a controlar  el asfixiante alto costo de la vida, generador de la mayoría de los males que acogotan a la sociedad dominicana. ¡Ay!, se me acabó la tinta.

 

Por Manuel Hernández Villeta

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