No hemos madurado lo suficiente y nos hemos quedado sin mediadores válidos para la solución de conflictos. Y quizás donde esa escasez se hace más notoria es en la dinámica política del país. Es más frecuente que un sector aplaste a otro que encontrar consenso entre los grupos que interactúan en los distintos escenarios.
Ninguna de las dos situaciones es buena, pues maduramos para no necesitar interventores que ayuden a encontrar las soluciones, y si no lo hemos logrado y no tenemos quién se ocupe a esa delicada tarea nos exponemos al tranque definitivo.
La democracia dominicana se fortaleció en el pasado negociando soluciones a muchos de los temas de carácter político, económicos y sociales.