Este es el primero de una serie de tres reportajes sobre las consecuencias de la contaminación sónica en la sociedad dominicana.
EL NUEVO DIARIO, SANTO DOMINGO.- La contaminación sónica es uno de los elementos que más afecta a las ciudades de República Dominicana, especialmente las más populosas, debido a que los variados ruidos que se producen en viviendas, locales comerciales, industrias y las vías públicas alcanzan niveles que dañan la salud de las personas y dificultan la convivencia armónica.
El ambiente en las principales ciudades se caracteriza por los excesivos ruidos provocados por conductores de vehículos, principalmente “motoconchistas”, patanistas y choferes de guaguas y otros automóviles de transporte público, así como personas o empresas promocionando sus productos o servicios a través de bocinas y megáfonos, desde tempranas horas del día, así como el alto volumen a que se colocan radios y otros equipos de sonido en viviendas, negocios y las vías públicas.
También son fuentes de altos niveles de ruidos las actividades políticas, sobre todo durante las campañas electorales; la concentración de personas durante los torneos deportivos más populares y de grupos religiosos y de otra índole en las calles del país.
Las labores en centros educativos, clínicas, hospitales, oficinas, bibliotecas y otros establecimientos que, por su naturaleza, requieren de silencio y un ambiente tranquilo, se ven afectados por esta situación, que dificulta el proceso de aprendizaje en las escuelas y universidades y entorpece el tratamiento y recuperación de los pacientes en los centros de salud.
Según especialistas, el ruido, a los niveles que impera en muchas ciudades de la República Dominicana, ocasiona diversos problemas de salud.
De acuerdo al otorrinolaringólogo Freddy Ferreras Méndez, la exposición continua al ruido puede causar determinadas enfermedades como, por ejemplo, episodios de ansiedad, aumento de la presión arterial, aumento de los niveles de azúcar (con riesgo de sufrir diabetes o que se padezca), acúfeno: patología en la que el paciente escucha un zumbido interno que puede alterar su calidad de vida.
Ferreras Méndez añadió que los efectos psicofisiológicos del ruido, también pueden generar interrupción del sueño, disminución del rendimiento laboral, alteración en la comunicación, cansancio, fatiga, mareos, estrés, depresión, cambio de comportamiento (agresividad), e incluso indica que se habla hasta de pérdida del deseo sexual, entre otros problemas.
Señala que estos son padecimientos habituales en las personas expuestas a exceso de ruido, ya que la contaminación sónica se divide en tres tipos de consecuencias; la directa sobre el oído, la fisiológica (sobre el organismo) y la psicológica (sobre el desenvolvimiento mental del individuo).
El especialista indicó durante una entrevista a El Nuevo Diario que cuando las personas se exponen a un ruido repentino puede provocarles un dolor agudo y cuando la exposición es habitual provoca daños a largo plazo y puede causar una sordera progresiva y que una vez se diagnostica como sordera, ya no tiene cura.
“En términos de la esfera mental y de comportamiento la persona con exposición a ruido desarrollan mucho cansancio y aumentan el nivel de estrés y eso lógicamente le causa en un aumento de la agresividad”, manifestó el especialista del oído.
Aparte de estos contaminantes, Ferreras muestra su preocupación por el uso de audífonos a un volumen alto, ya que es una vía directa de problemas auditivos. «Mientras más cerrado es el ambiente con el ruido, mayor es la capacidad de daño en el oído», comenta.
Asimismo, para el psiquiatra y expresidente del Colegio Médico Dominicano (CMD), César Mella, la contaminación acústica acarrea problemas a la salud mental y comportamiento del individuo.
“La contaminación acústica origina irritabilidad, trastorno del sueño, y sobre todo tensión, porque la persona no puede conversar ni concentrarse en sus labores habituales”, manifestó el también exdirector del Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS).
Citó que hay lugares de la capital, como la avenida Duarte con París, en donde asegura se ha medido los decibelios y son “realmente traumáticos” para quienes concurren en la zona.
“Mucha gente no conoce lo que es la audiología y audiometría, pero este país está lleno de sordos porque la televisión, la radio y los aparatos electrónicos puestos en alto volumen, sobre todo en algunas discotecas, van golpeando el tímpano y produciendo una insensibilidad a los ruidos y sonidos altos”, recalcó César Mella.
En tanto, para el veterano periodista Enrique Alberto (Tuto) Mota, resolver o al menos paliar esta realidad es una tarea urgente de las autoridades, sobre todo del Ministerio de Medio Ambiente y del recientemente creado Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant), que asegura tiene dentro de sus responsabilidades reducir los niveles de ruido como uno de los más odiosos contaminantes.
“Del éxito de esa tarea, entre otros factores, depende el incremento de la calidad de vida de muchos dominicanos, o por el contrario, de que se mantenga un estado de cosas que puede hacer colapsar la convivencia armónica, un imperio del ruido”, destacó Mota en su artículo “Nuestro imperio del ruido”, publicado en este diario.
De igual forma, el abogado Abrahan De la Cruz Zapata indicó que pese a que la Policía Nacional está en la obligación de detener a aquellos motores y vehículos que circulen sin dispositivo silenciador o con sistema de tubo de escape de gases modificados para el tipo de vehículo o motor en el que esté instalado, según el artículo 10 de la Ley No. 287-04, estos en muchas ocasiones permanecen indiferentes ante estos problemas.
“Vemos a diario como estos tipos de motores y vehículos les pasan por los lados a los policías, sin que éstos implementen las medidas correspondientes mencionadas en la citada ley”, subrayó De la Cruz Zapata.
Del mismo modo, recalcó que el Estado está obligado a garantizar la tranquilidad de los ciudadanos de acuerdo a lo estipulado en la Carta Magna, pero afirma que este no cumple con su deber si teniendo los mecanismos no los implementa a cabalidad.