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25 de abril 2024
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OpiniónDario NinDario Nin

Señalización, educación y sanción

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Es un principio de derecho el que “nadie puede alegar ignorancia de la ley,” Después de su promulgación y publicación salvo que la propia ley difiera su efecto, nadie puede o debe alegar desconocimiento.

Es prudente en consecuencia consultar primero antes de accionar cuando lo que se acciona pudiere tener una implicación legal.

Nuestro ordenamiento jurídico dispone que las leyes, salvo disposición legislativa expresa en otro sentido, se reputarán conocidas en el Distrito Nacional y en cada una de las Provincias, cuando hayan transcurrido los plazos siguientes, contados desde la fecha de la publicación; en el Distrito Nacional, el día siguiente al de la publicación y en las Provincias que componen el resto del territorio nacional, el segundo día.

Ya hoy esa diferencia no tiene sentido por la capacidad de comunicación que tenemos en todo el mundo.

Existe otra disposición, aunque no legal, sino ética y moral, “de obligatorio cumplimiento conciencial” la que nos legara el fundador de la Patria, que establece: ““Sed justos lo primero, si queréis ser felices. Ese es el primer deber del hombre; y ser unidos, y así apagaréis la tea de la discordia y venceréis a vuestros enemigos, y la patria será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa, la única a que aspiro, al veros libres, felices, independientes y tranquilos.”

Disposición, la anterior; de difícil cumplimiento a criterios de muchos.

La realidad nos dice que a lo imposible usted no está obligado. ¿Cómo respetar una ley que no sabe si existe? ¡Es injusto! Alguien responderá con la máxima latina (Dura lex sed lex) que en un español del día a día seria la ley es dura, pero es la ley.

Justicia es dar a cada quien lo que merece. Entonces el ignorante real no merece un castigo, ¿Qué hacer sin arriesgarnos al peligro de abrir una brecha que a la larga hará más mal que bien? Pero, a propósito: ¿Y… a qué viene todo esto.?

El tema de esta entrega viene a propósito del deplorable estado que tienen las señales de tránsito en nuestro país. Usando una expresión dominicana, estas dan pena y vergüenza.

Por poner un ejemplo, si le toca regresar a la ciudad por la autopista de Las Américas, observe las señales de información que están a la entrada de la ciudad, ahí mismo al terminar de cruzar el Puente Bosch, al lado del peatonal (me refiero al Distrito Nacional) una señal descuidadas, sin brillo y que usted debe adivinar lo que dice porque le faltan letras. Eso lleva años así y no aparece un doliente.

Las rayas, líneas, señalizaciones en general en la mayoría de nuestras calles, avenidas y carreteras, no existen, y si algo hay; es para recordar que hubo un día en que advertían de algo.

Consecuencias: si no tenemos direcciones, guías, señalización, andamos como chivos sin ley alegando en nuestro favor la dejadez de las autoridades encargadas o la ausencia de estas.

Bueno…, me dirán que las violaciones y el andar como chivos sin ley, no se debe a la falta de señalización o a la ignorancia o desconocimiento de las reglas del tránsito. Y yo le contesto: de acuerdo, y le apuntalo que ciertamente no se debe a esto, sino a la falta de educación, concienciación y prudencia, en primer lugar y en segundo lugar a una irresponsabilidad añeja, que se reporta en la falta de régimen de consecuencias. (sanciones), pero mientras no estén las señales no tenemos moral para exigir

Insto al INTRANT, al DIGESETT y a los ayuntamientos, a coordinar el desarrollar una jornada de señalización, educación y sanción. Con esto ganamos todos, las multas posteriores por la inobservancia maliciosa, pagaran la inversión pública y el que no quiera multa, que no trasgreda la ley.

Señores mezclen todo esto con voluntad de hacer las cosas solo por cumplir con el deber a que estamos llamado (de parte de las autoridades) y por lo menos, en este aspecto le corresponderemos a Nuestro Patricio y sus aspiraciones que le recuerdo nuevamente: “Sed justos lo primero, si queréis ser felices. Ese es el primer deber del hombre; y ser unidos, y así apagaréis la tea de la discordia y venceréis a vuestros enemigos, y la patria será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa, la única a que aspiro, al veros libres, felices, independientes y tranquilos.”

Sed justo, señalice y eduque para que pueda sancionar teniendo en paz su conciencia. ¿Quién no tiene la cabeza ardiendo de impotencia con el caos del tránsito? Entre nuestros enemigos de hoy sin olvidar los del pasado se encuentran la inseguridad y el desorden.

Usted se sentirá satisfecho al vivir en una sociedad de orden y respeto, seguro que en una sociedad de orden y respeto con imperio de la ley viviremos libres, felices, independientes y tranquilos.” (he parafraseado a Juan Pablo Duarte) para hacerlo coincidir con nuestra realidad de hoy.

Señalicemos, eduquemos y sancionemos y, ya veremos que el caos del tránsito cederá.

Ah…, para finalizar le cuento que después de haber escrito todo lo anterior, pero pendiente de la lectura de revisión, me dispuse como cada domingo, ir a la Iglesia. Mientras iniciaba el cruce de una intersección regulada por un semáforo, un motorista se atravesó delante de mi vehículo violando el pare que le correspondía, con la agravante, que en la motocicleta llevaba dos niños, sin ningún tipo de protección. Un policía estaba en la esquina, pero ni se dio por enterado, pues mientras eso sucedía él estaba chateando desde su celular.

Hasta la próxima.

Por Dario Nin

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