Quizás más que juzgar la actitud de los militares que no pudieron hacer nada frente al grupo de haitianos con machetes en manos que secuestraron a varias personas en represalia por la incautación de un motor, debemos analizar y reflexionar sobre lo que no hemos hecho en la frontera con Haití.
Estos casos nos muestran una línea fronteriza peligrosa, para nuestra propia seguridad como nación y para las personas que transiten por las razones que sean por esta zona.
La llamada carretera internacional fue concebida como parte de la seguridad y facilidades para cuidar nuestro país y la hemos dejado desaparecer, y hoy es una ruta de exploradores en vehículos y motores especiales.
Hay que invertir en la seguridad.