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23 de abril 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

Se busca un mediador

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No hay mediador en la vida política dominicana. Las diferencias se tienen que resolver con aplastamiento, sable en mano, o con el lanzamiento de gases lacrimógenos. Hace falta el mediador, que una a dos partes enfrentadas, y pueda llegar a un punto de acuerdo.

En las guerras y las elecciones fallidas, las soluciones son por intermedio de una gestión de mediación. Por años, el eterno mediador local fue monseñor Agripino Núñez Collado, pero el paso del tiempo le paso el rodillo…

En un momento se pensó que la autollamada  sociedad civil era la mediadora heredera, pero no fue así. Ese grupo termino por entrar a la política en vivo y tener sus apetencias, y querer tener un tentáculo en cada partido.

Hoy se hace necesario el surgimiento de un mediador. No se le puede pedir que sea imparcial, pero si objetivo. Aunque la parcialidad se puede dar, es necesaria la objetividad. Ahora, aunque muchos creen que ser imparcial es imposible, se puede ser.

En un pleito entre dos, a usted puede ser que ninguno le simpatice, y ahí en particular sus decisiones son objetivas. Pero hoy no se ve a corto plazo que una figura se pueda levantar como mediador creíble, con vistas a las venideras elecciones.

Están las cortes, pero por su propia naturaleza van a tomar decisiones sobre las denuncias y las querellas que se les sometan. No hay posibilidades de que ejerzan tareas mediadoras los tribunales Constitucional y Superior Electoral. Actuando con el rigor de un tribunal, tienen que dar la razón al que la tenga, y nada más.

Fue la autollamada Sociedad Civil la responsable directa de que desaparecieran los mediadores. Pensaron que la integración de las nuevas cortes, el Constitucional y el Electoral, hacían ya innecesarios las tareas de la mediación.

En ese momento procedieron a jubilar a monseñor Agripino Núñez Collado. Sin embargo, la historia demuestra que cuando hay crisis profundas, surgen soluciones  salvadoras. Así se pone fin a las guerras, y se terminan los enfrentamientos electorales.

Entre los dos principales partidos políticos los aires son de división.   La candidatura presidencial es la manzana de la discordia. En mi bola de cristal veo  que viene una división en el Partido de la Liberación Dominicana, y que se abren las puertas de la tercera fuerza electoral.

En el Partido Revolucionario Moderno hay amagos de fraccionamientos, pero se descarta que pueda haber divisiones, o la salida del perdedor por la candidatura presidencial. Ninguno de los dos cabría en el Partido Revolucionario Dominicano, donde llegarían como oficiales de rangos medios, porque  Miguel Vargas Maldonado no cede terreno. La política va cambiando, aunque muchos se aferren al pasado. ¡Ay!, se me acabó la tinta.

 

Por Manuel Hernández Villeta

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