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20 de abril 2024
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Santo Domingo: capital de la paz

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Los primeros días de marzo del año 2008, veía con mi familia la celebración de la vigésima Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del Grupo de Río. Era trasmitida en cadena nacional por radio y televisión. Había una expectación inusitada, pues la República Dominicana tuvo la presidencia pro tempore y sirvió de país anfitrión.

Latinoamérica vivía momentos de profunda tensión. Colombia, Venezuela y Ecuador estaban en la crisis más áspera de entonces. Las acusaciones entre los presidentes se hacían cada vez más acaloradas e irreverentes. Muchos vaticinaban un desenlace militar.

Para esa ocasión el Grupo de Río tenía la energía como tema central. Pero la escalada confrontación de esos países hermanos se convirtió en el único objeto de debate.

Discusión de presidentes

El gobierno de Ecuador, a la sazón presidido por Rafael Correa, acusaba a Álvaro Uribe, quien presidia entonces el gobierno de Colombia, de perpetrar en suelo ecuatoriano con una operación militar para exterminar al guerrillero Raúl Reyes.

Aquello constituía, evidentemente, una violación a la soberanía de Ecuador.

Dicha acusación no fue suficiente. El presidente Correa, en medio de la asamblea de Río, llamó mentiroso e irresponsable al presidente Uribe, elevando el tono de los debates y girando el conclave a un ambiente hostil.

Por su parte, Álvaro Uribe, procuraba justificar el hecho señalando la falta de compromiso del gobierno ecuatoriano en combatir la guerrilla y el terrorismo en la región. Además de mostrar poco interés en colaborar con los esfuerzos para rescatar a Ingrid Betancourt, como lo hicieron otros países, principalmente, Francia.

Su discurso se tornó desafiante al insinuar que, el presidente Correa, era un cínico comunista y que el gobierno de éste tenía vínculos con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Ante tal acritud pareciera que todo comenzó allí. No fue así. Una semana antes Venezuela y Nicaragua dieron su apoyo a Ecuador, rompiendo sus relaciones diplomáticas con Colombia. Ahí la situación cobró un matiz desesperante.

Con los ánimos enardecidos, en un ambiente tenso y adverso, el extinto Hugo Chávez, acompañado precisamente del hoy presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, hacía silencio mientras sus colegas protagonizaban una fuerte discusión. Muchos pensaban que Chávez iba a estallar en pronunciamientos airados en contra de Uribe. Esto así, porque días previos había anunciado el desplazamiento de tropas hacia la frontera con Colombia. Pues este último había amenazado con demandar al comandante venezolano ante la Corte Penal Internacional.

Sin embargo, no ocurrió así. Cuando el presidente Chávez tomó la palabra bajó el tono del auditorio. Sus primeras frases fueron reconociendo la sensatez de las intervenciones de las presidentes de Argentina y Chile para entonces, Cristina Fernández y Michelle Bachelet respectivamente. Se comprometió en dejar el conflicto e invitó a sus colegas a hacer lo propio, por el bien de américa latina.

En medio de esas acusaciones, adjetivaciones y ofensas, estaba la República Dominicana como moderadora de los debates, en la persona del ex presidente Doctor Leonel Fernández.

Ingentes esfuerzos se llevaron a cabo de manera individual con los presidentes de Venezuela, Colombia y Ecuador. Se veía al presidente dominicano correr donde uno y otro procurando la paz, el entendimiento y la apertura al diálogo. Fue por la efectiva mediación de la República Dominicana que el conflicto no trascendió a mayor escala.

Recuerdo un momento en que en una de esas movidas del mandatario dominicano mi padre dijo: ¨Si yo fuera Leonel tomo la palabra y los invito a todos ahora a darse un abrazo en señal de paz para retomar el diálogo¨.

Increíblemente, como si por telepatía se hubiesen comunicado, segundos después el Doctor Leonel Fernández decía: ¨Lo que todos quisiéramos aquí es que esta reunión termine con un abrazo, dándonos la mano, los presidentes de Venezuela, de Colombia y de Ecuador, conjuntamente con sus colegas latinoamericanos. Y cuando el presidente Chávez terminó de hablar eso fue lo que sentimos¨.

 Todo el auditorio se puso de pies a aplaudir tal iniciativa. La ovación fue conmovedora.

Diez años más tarde…

Hace casi diez años de esa cumbre. La República Dominicana ha sido desde entonces lugar idóneo para el diálogo. Hoy es el escenario para el consenso entre la oposición y el oficialismo de Venezuela.

Esta vez se trata de un solo país que busca soluciones en aspectos esencialmente políticos y económicos. Pese a la gravedad del asunto ser menor, la solidaridad del gobierno dominicano se ha desbordado a favor de Venezuela.

La República Dominicana, por medio de su presidente el Licenciado Danilo Medina, junto a otros presidentes y ex presidentes, tiene meses haciendo esfuerzos titánicos por lograr un acuerdo en el diálogo venezolano. Se han celebrado jornadas maratónicas de intensos debates entre la oposición y el gobierno del presidente Nicolás Maduro.

Recientemente, en la última sesión celebrada en la cancillería dominicana, la expectativa giraba en torno a una salida definitiva. Pero no pasó. El Lic. Danilo Medina anunció un ¨receso indefinido¨. Sin consenso entre las partes. Aun así, dijo, con la hospitalidad que caracteriza a todos los dominicanos, que el país seguía a la disposición para mediar en el diálogo de Venezuela.

En aquel foro del Grupo de Río, el presidente Correa, que había iniciado su participación con un discurso incendiario, concluyó diciendo: ¨Quiero agradecerte muy particularmente a ti Leonel, a tu pueblo, República Dominicana, por el gran éxito de esta cumbre. Se logró con el diálogo superar un gravísimo conflicto¨.

 Seguido de eso, Manuel Zelaya, a la sazón presidente de Honduras dijo: ¨Hoy Santo Domingo se ha convertido en la capital de la paz de Latinoamérica¨.

 Finalmente, el conflicto se disipó. Las ofensas y acusaciones se esfumaron. La confianza estaba en vía de recuperación. Los presidentes intercambiaron disculpas en un apretón de manos y arribaron a acuerdos plasmados para la historia.

 Una década después, sé que la mayoría de los dominicanos queremos mantener, de cara al futuro, el título: Santo Domingo, capital de la paz.

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