La santidad concebida como una gracia que solo la confianza en lo alto, es lo que nos permite entender la verdadera profundidad que amerita enfrentar nuestro tiempo donde los antivalores parecen ser y estar a la orden del día.
La Semana Santa, ha sido acompañada históricamente del llamado a la reflexión, aún así la costumbre también conlleva asumir el asueto como un período para invitar al exceso en vez del descanso bien dirigido.
Comprender e interiorizar los sucesos bíblicos que se recogen en los evangelios desde el Domingo de Ramos hasta la Pascua, en sí mismo nos instan a asumir esta semana como verdaderamente santa, con aplicación a nuestro vivir cotidiano entre la exaltación, la vejación, la liberación y la resurrección.
Así pues, la exhortación divina registrada en 1 Pedro que reza “Sed santos porque yo soy santo”, es una admonición más actual que nunca.