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23 de abril 2024
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

El Sainete de Rafael Guillermo Guzmán Fermín

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El ex-Jefe Policial, hijo de un padre que también estuvo en los cuerpos castrenses, con los mismos nombres de este sólo que no tienen el mismo apellido uterino, como es lógico. No voy a analizar su rol de jefe policial en este artículo y quizás nunca lo haga. Sólo voy a referirme al artículo de su autoría que salió publicado en el Listín Diario de fecha 4 de enero de 2018, Pág. 8-A. Es de los que tienen una columna fija, incluso sus artículos son siempre casi una página entera.

El artículo lleva el título: CAPITLALISMO: El VERDADERO FRENO CONTRA UNA GUERRA NUCLEAR. Evidentemente, ya el título de por sí sugiere que hay un sesgo ideológico en el discurso del ex-Jefe Policial. No se le pueden pedir peras al olmo, hay que pedir peras a los perales. El señor Guzmán Fermín tiene una educación que, como el mundo la tiene, depende no sólo del plantel escolar de la instrucción formal donde uno se haya formado, sino también del entorno familiar y otros espacios del complejo social, donde el sujeto social interactúa con otros sujetos sociales en lo que viene siendo su proceso educativo o de socialización. ¿Cómo pretender justificar que el capitalismo sea un freno contra la guerra nuclear? Lo primero que hay que decir es que el primer país en tener la bomba atómica (bomba nuclear) es un país capitalista: Estados Unidos.

Por otra parte, fue ese mismo país que tiene con una economía de mercado, el que primero usó esa bomba y el único que la ha utilizado para ataques; es decir,  el primero en usar dicho tipo bomba contra blancos humanos. Otros países la han usado en ensayos, como es el caso de Corea del Norte. Cuando Estados Unidos lanzó ese tipo bomba (verano de 1945) contra dos ciudades niponas, Hiroshima y Nagasaki, las lanzó contra poblaciones de un país capitalista. Entonces, porqué en ese momento el mercado como institución de la esfera de la economía en la sociedad capitalista no sirvió de freno para que tantos civiles japoneses no murieran, que no tenían nada que ver estos últimos ni con los ataques de Pearl Harbor ni con la guerra entre Estados Unidos y Japón.

Falacia  grande es la del señor Guzmán Fermín, pero él defiende un sistema social inicuo, su sello ideológico es claro. Este tipo de discurso cabe para los ideólogos de una falsa conciencia, pero no cabe en el rigor científico. Ahora bien,”las fuerzas del mercado” no obedecen al sentido común, si no a los intereses egoístas de los empresarios capitalistas que se quieren lucrar en grado sumo con la realización de la mercancía.

El mercado no puede regir a la sociedad como pretenden los politólogos y economistas neoliberales, que más que ajustarse al rigor científico se aferran a una ideología. Pretender que el mercado rija a la sociedad y que el Estado sólo intervenga para administrar un supuesto aparato judicial eficiente, es una de sus premisas; pero que justicia puede haber si el Estado no interviene para nada, como regulador y/o como inversionista, en la esfera de la economía. ¿De qué justicia podemos hablar si el mercado pone las reglas? Mucho menos pensemos que ese mercado puede parar una guerra nuclear, porque para los fabricantes privados de armas nucleares si estas no son usadas no es posible seguir vendiéndolas, aunque sea en ensayos, a menos que sólo sea el Estado el que las produzca; si son usadas, estas pueden acabar con la especie humana y con otras especies.

En el tercer  párrafo del artículo, el autor nos dice que:”Basados en estos estudios, fundaremos nuestro análisis sobre la premisa de que serían las fuerzas del mercado capitalista las que evitarán una guerra nuclear; y que la similitud de carácter entre ambos mandatarios (se refiere a Donald Trump y a Kim Jong-Un: FRGF) más bien será un punto favorable para el logro de la paz”.

En estos momentos, hay una aparente distensión entre las dos Coreas, con motivo de la posible participación de Corea del Norte en las Olimpíadas de Invierno que se celebrarán en Corea del Sur. Pero no es un asunto de que sean las fuerzas del mercado capitalista las que determinarán tal distensión, porque una de las dos Coreas que es parte del conflicto no se rige por las leyes del mercado capitalista, y ni serán esas fuerzas las que determinarán que haya o no haya una guerra nuclear; el que no haya una guerra o el de que sí la haya, va depender de que se imponga o no se imponga el sentido común en conciencia de los líderes de las grandes potencias para la preservación de la vida en el planeta, por encima de barreras ideológicas, porque existen tales barreras. Corea del Norte no se rige por una economía de mercado, aunque su líder político tenga las características, en el ejercicio del poder, de un líder de un país capitalista atrasado, pues se basa en el mesianismo.

Es algo propio de las sociedades asiáticas, una herencia milenaria que se remonta al surgimiento del Estado en el continente asiático 3,500 años antes de Cristo en la Mesopotamia y en Egipto. Ese tipo de dominación tradicional se basa o fundamenta en la experiencia pero el líder aparece como predestinado, cuya autoridad y/o liderazgo emana de la voluntad divina de acuerdo a las creencias religiosas politeístas. Pero Guzmán Fermín le llama al líder norcoreano dictador, mas no llama dictador a Donald Trump, o sea, este último no es un dictador porque está porque es defensor del capitalismo.

Se coloca el ex-Jefe de la Policía, como uno de los grandes defensores no sólo del sistema capitalista si no del modelo neoliberal que hoy impera en casi todo el mundo; es decir, defensor de un capitalismo salvaje bajo la hegemonía de la burguesía financiera, reproductor de la pobreza en escala ampliada. Ese modelo es más atrasado, en esencia, el capitalismo proteccionista de los Doce Años de Balaguer. Es más injusto el modelo neoliberal que el modelo proteccionista, donde hay proteccionismo a las industrias y a los productores agrícolas locales, porque este último genera menos pobreza que el neoliberal.

El mercado no es lo que nos salvará o no de una guerra nuclear, no es lo que nos salvará de perecer como especie. Solo será la imposición el sentido común y la razón.

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