¡Hay Bobo!
En estos tiempos tan difíciles, donde es casi imposible llegar a fin de mes con el salario que devengan la gran mayoría de los dominicanos, es una utopía pensar que estamos listos para enfrentar los retos de este siglo XXI, por la complejidad que forma parte de su desarrollo, refiriéndome específicamente a la pandemia COVID-19 y a la crisis socioeconómica que impera en nuestro país actualmente.
La frustración que embarga a los diversos sectores de producción es desbordante, pues nuestro trabajo se ve afectado por la falta de visión y planificación que históricamente han marcado la gestión de las autoridades de turno que lamentablemente solo han reeditado los programas inoperantes que existían desde cuando ¡Cuca y Roquetan!
En gran parte de los casos cambiando algunos términos, pero al final siguen siendo más de lo mismo.
Aunque cabe señalar que las excepciones existen y algunas instituciones haciendo esfuerzos extraordinarios tratan de no permitir que la mediocridad haga nido en su gestión institucional.
Mientras las familias dominicanas se debaten entre las carencias sociales, la falta de formación en su estructura familiar, la inseguridad social y para empeorar la situación, la gran brecha de oportunidades que existe a raíz del favoritismo y clientelismo político que se verifica en el tren gubernamental; es imposible pensar en un desarrollo sostenible para el país.
Aunque hay quienes se atreven a formular esta triste interrogante desde su más encumbrado curul legislativo:
¿Por qué están frustrados los dominicanos?
Y con viva voz me atrevo a contestar:
¡Porque otra vez nos equivocamos y el clientelismo subió a gestionar el progreso de pocos a costa del empobrecimiento de muchos!
Cuando una persona estudia y se prepara para mejorar su estilo de vida y adquirir la posibilidad de un bienestar que se traduzca en una vivienda digna, educación de calidad para sus hijos y la oportunidad de disfrutar con libertad y seguridad de la hermosura de nuestra isla, siempre lo hace basado en esfuerzos incalculables que implican tiempo, energía y muchos recursos económicos, que al final nadie sabe como es peor, porque sigue siendo ¡Más la sal que el chivo!
Como siempre las autoridades de turno tienen por filosofía apagar fuegos generando otros de forma tal que estemos entretenidos entre impunidad, corrupción, ineficiencia y degeneración social, pero con música, Teteo y Bobo como lo expresa el pueblo de a pie, todo se puede resolver.
Culturalmente el pueblo dominicano sabe reírse de sus miserias para hacer la carga más llevadera disfrazándola de alegría y sabor caribeño.
Te lo diré cantando un verso de la lírica de nuestro afamado artista urbano Bullin 47:
¡Bríncale, Sáltale y Córrele, ¡porque se armó el Juidero!
Mg. Arelis García López
Educadora Terapeuta Familiar.
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