EL NUEVO DIARIO, Santo Domingo.- El pase a la semifinal de los 400 metros de los Juegos de Río 2016 del subcampeón olímpico dominicano Luguelín Santos ha hecho que el país se haya volcado con este atleta de Bayaguana, al noreste de la capital dominicana, y desde medios de comunicación -que recuerdan como corría descalzo-, a la vicepresidenta del país, le dediquen palabras de aliento y orgullo.
A través de su cuenta oficial en la red social twitter, la vicepresidenta del Gobierno dominicana, Margarita Cedeño, felicitó este sábado a Santos.
«¡Felicidades mi campeón! Corres tan firme como tus ganas de triunfar», asegura Cedeño, quien este martes 16 de agosto jurará su cargo por segundo mandato consecutivo.
Por su parte el excandidato presidencial por el Partido Revolucionario Moderno (PRM) Luis Abinader también se dirigió a Santos a través de twitter: «Ustedes atletas son nuestros héroes y heroínas».
Con un tiempo de 45.36, Santos se clasificó el viernes para las semifinals de los 400 metros en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, que se disputan este sábado.
Santos estuvo en la carrera del viernes fuera de la zona de clasificación al pasar los primeros 200 metros, pero aceleró por el carril dos y se dio el lujo de bajar el ritmo en la última parte de la carrera para entrar detrás del sudafricano Wayde Van Niekerk, campeón mundial y ganador aquí con 45.26.
Los diarios dominicanos reflejan hoy que cuando Santos en su adolescencia se interesó por el atletismo «corría descalzo y a veces con los pies sangrando porque su familia carecía de dinero para comprarle un par de zapatillas», según publica el diario dominicano Diario Libre.
A su vez, aseguran que «pocos años después y convertido en un velocista de clase mundial, Santos es la gran esperanza dominicana de ganar una medalla en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro».
El velocista de 22 años fue el abanderado de la delegación dominicana por haber dado al país una medalla de plata en los 400 metros planos en las Olimpiadas de Londres 2012 y una de oro en los Panamericanos de Toronto el año pasado. EFE
