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19 de abril 2024
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OpiniónManuel De Jesús RuizManuel De Jesús Ruiz

“Reformas, una dolencia histórica en nuestra democracia”

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A casi dos años de las próximas elecciones, comienzan a agudizarse los problemas que han marcado la historia de la política nacional, desde que se aligere el primer presidente constitucional en la República Dominicana en 1844, y las ambiciones de unos cuantos enquistados en el poder, ha logrado imponerse por encima del bienestar institucional y social.

Si no se conoce de manera profunda el proceder histórico que han tenido los políticos dominicanos en diferentes contextos sociales y económicos, resultarían sorprendentes las pretensiones y declaraciones sin mesura de algunos de estos, cuando intentan poco a poco crear las coyunturas que les permitan seguir utilizando el poder que les ha otorgado el pueblo, y el cual se niegan a abandonar cumplido su tiempo.

En la República Dominicana hablar de reformar la Constitución, equivale prácticamente a una discusión de colmado acerca de quién es mejor, Jordan o LeBron, salvo la diferencia de que este tema deportivo levanta pasiones que rozan en la locura, mientras que la masa dominicana sin formación cívica,  no sabe que es reforma, ni sabe bien que es la Constitución, por lo que no comprenden en su justa medida la cuestión.

La Carta Magna ha sido en el devenir de nuestra historia republicana, el espejo donde se refleja la inmadurez, falta de liderazgo, y mediocridad que ha imperado siempre en nuestra clase política, pues solo hay que saber que desde 1854 al 2010 (156 años), se aplicaron 38 reformas a la Constitución dominicana, la mayoría de estas con el único objetivo de adaptar la misma a los intereses particulares del gobernante de turno.

Para muchos que desconocen la seriedad que debería implicar el reformar la Constitución, 38 reformas en 156 años no debe parecer mucho, pero si tomamos el ejemplo por excelencia, Estados Unidos, quien desde 1787 (231 años) solo ha realizado 27 enmiendas a su constitución, se entiende un poco mejor el asunto.

A pesar de lo vergonzosas que han sido la mayoría de las reformas constitucionales que se llevaron a cabo hasta el 2010, pocas se comparan en desfachatez e imposición abusiva a la reforma llevada a cabo en el 2015, donde el juego se redujo a un intercambio de candidaturas legislativas, por una reelección presidencial que también tiró por el suelo el artículo 110 de la irretroactividad de la ley.

A dos años de concluir el segundo mandato presidencial de Danilo Medina, y revitalizado con la fuerza que ha tomado la corriente interna que encabeza, ya su séquito comienza a ir de frente en sus intenciones de reforma, con declaraciones que no dejan lugar a ninguna duda.

Mientras que analistas y medios de comunicación se centran en que una decisión de reformar la Constitución podría significar una ruptura definitiva dentro del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), yo prefiero preguntarme si este proceder histórico en algún momento será superado, o quedara por siempre incrustado en la médula del  sistema político dominicano,

Una nueva reforma constitucional, no solo deja en evidencia que no ha avanzado mucho la clase política dominicana desde hace más de siglo y medio, sino que será el pueblo, a través de su sociedad civil, quien tendrá que salir en defensa de una Constitución que se ve ultrajada por las ambiciones desmedidas de políticos que no parecen entender que las posiciones públicas no son un regalo vitalicio.

Por Manuel De Jesús Ruiz


El autor es periodista / abogado

 

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