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24 de abril 2024
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OpiniónEnrique Alberto MotaEnrique Alberto Mota

¿Reencarnaron en RD los demonios de Dostoievski?

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El drama—porque no puede calificarse de otra manera– que vive hoy la República Dominicana con relación a una posible reforma a la Carta Sustantiva de la nación, trae a la memoria a una de las grandes novelas de la literatura universal.

El posible intento de reformar la Constitución del país ha creado una situación que parece extraída de las páginas de la novela Los Demonios o Los Endemoniados,  en la que su autor, el ruso Fedor Dostoievski describe, con la profundidad y maestría características de uno de los más grandes escritores rusos (y del mundo)  de todos los tiempos, un panorama de la Rusia de la época de los años cercanos al 1860.

Por momentos, podría pensarse que, para escribir su genial obra, Dostoievski se inspiró en la República Dominicana, si no existiese una diferencia de más de 150 años entre la época en que fue escrita la novela y la situación actual del país.

Es grande la similitud entre las situaciones creadas por Piotr Verjovenski, uno de los principales personajes de la novela, un maestro de la conspiración, y las acciones que se ejecutan en diferentes ámbitos del país en procura de evitar sea sometido al Congreso Nacional el proyecto de reforma a la Constitución.

Aunque sin la creatividad y la brillantez de las conspiraciones urdidas por el personaje de la obra de ese inmortal de la literatura universal, en el país, principalmente en la capital dominicana, se han coordinado acciones con personajes que en su vida pública han demostrado muy poco interés y conocimiento sobre el contenido de la Carta Magna, en algunos casos, y un desprecio olímpico por los dictámenes de nuestra ley sustantiva, en otros.

Ahí estriba, en la farsa, otra de las grandes similitudes entre nuestra República Dominicana actual y la Rusia que describe Dostoievski en su novela, considerada como una de sus más grandes contribuciones a la literatura mundial. Tanto en uno como en el otro caso prevalece una carencia de escrúpulos, en una gran parte de los actores envueltos, así como un desprecio absoluto por la verdad y la moral en sentido general.

Aquí hemos visto, con asombro e incredulidad, cómo personajes que se caracterizaron  en su vida pública por sus acciones  de desdén e  irrespeto a las libertades individuales consagradas en la Constitución, hoy son paladines  de la democracia y defensores a ultranza de nuestra ley de leyes.

Tanto en la Rusia que describe Dostoievsky como en la República Dominicana de hoy, entre los principales actores que se describen prevalece la farsa y la ambición desmedida, que es el principal motor de toda la situación que hoy padecemos.

Si asumimos como real las coincidencias a que hacemos alusión, cabe preguntar, entonces, ¿reencarnaron los demonios de Dostoievski?

Por Enrique Alberto (Tuto) Mota

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