Nadie podría afirmar que el COVID-19 ya no existe, ni mucho menos que no existió. Es una realidad a nivel mundial, innegable, aunque pueda atribuirse a los gobiernos malos manejos, sanitario y económico.
En algunos países la pandemia ha coincidido con situaciones especiales, como en la República Dominicana, que vive la recta final de las elecciones presidenciales y congresuales.
A 39 días de las votaciones e iniciando el proceso de reapertura, el Poder Ejecutivo ha pedido ampliar la emergencia nacional, por otros 25 días, a partir del 1 de junio, con lo que no simpatiza la oposición.
Es posible que nadie quiera cargar con la culpa, si hay complicaciones, pues hay riesgo en no pedirlo y en decir que no.