Quizás sea una actitud que se atribuya al subdesarrollo. Y habría en esa consideración una admisión de irresponsabilidad y falta de planificación, entre otras cosas.
Pero nosotros reaccionamos, por lo regular, cuando hacemos agua o al borde del colapso. Escasean las acciones preventivas. Nos resistimos a adelantarnos a los problemas.
Es una conducta verificable en múltiples aspectos de la vida nacional. Es algo intrincado en la cotidianidad del país. Y lo peor es que no parecemos tener prisa en cambiar esa realidad.
Eso lo vemos en la educación, en la salud, en la energía, en el tránsito, en la seguridad y en el mantenimiento, para sólo citar algunos ejemplos.
Eso es lo primero que hay que cambiar.