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19 de abril 2024
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OpiniónRamón CabralRamón Cabral

RD: Corrupción, impunidad y complicidad

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La corrupción, impunidad y complicidad, quizás no sean los tres peores flagelos de nuestra nación, pero si han sido letales, perjudiciales y las peores trabas para el tan deseado desarrollo económico que eliminaría la pobreza extrema.

Corrupción, impunidad y complicidad nos han castigado, porque el desarrollo económico y la eliminación de la pobreza extrema que han sido deseos históricos en nuestra nación, lamentablemente se han quedado en la gatera, gracias a la maldita conjugación de la corrupción, la impunidad y la complicidad que han hecho estrago y nos han llevado, de una u otra forma, a la actual situación de descomposición en la que nos encontramos.

Cuando hablamos de corrupción nos estamos refiriendo a “los actos delictivos cometidos por funcionarios y autoridades públicas que abusan de su poder e influencian a realizar un mal uso intencional de los recursos financieros y humanos a los que tienen acceso, anticipando sus intereses personales o los de sus allegados, ​ para conseguir una ventaja ilegítima generalmente de forma secreta y privada”

En nuestro país la corrupción se traduce en el uso ilegítimo de información privilegiada y el patrocinio; además de los sobornos, el tráfico de influencias, la evasión fiscal, las extorsiones, los fraudes, la malversación, la prevaricación, el caciquismo, el compadrazgo, la cooptación, el nepotismo, la impunidad y el despotismo. También se traduce en

hechos criminales, el narcotráfico, el lavado de dinero, la prostitución ilegal y la trata de personas, tráfico de armas, etc.

La corrupción pública en nuestro país ha existido gracias a la impunidad, esto es, a la falta del debido castigo o penalización.

En nuestro país los corruptos se han salido con la suya, han robado a diestra y siniestra, a la franca, pero no han recibido la pena que merecen por su accionar y por su mala conducta.

La impunidad ha estado garantizada por un “sistema” de justicia al servicio de los intereses políticos, lo que impide falta de persecución, de investigación, sometimiento y condena de los corruptos.

O sea, que detrás de la corrupción y la impunidad tenemos que colocar la complicidad, que se refiere a quien expresa o siente solidaridad o camaradería para con otra persona. Un cómplice es una persona que participa o está asociada en un delito, sin haber sido la autora directa del mismo. Esto quiere decir que el cómplice coopera con la ejecución delictiva con actos previos o simultáneos.

Cuando un funcionario judicial, ya sea fiscal, procurador o juez, no actúa en contra del corrupto, dejándolo impune, al no perseguirlo y castigarlo, entonces se convierte en cómplice, y esta complicidad es y ha sido la garantía de una corrupción que ha descompuesto y enfermado a nuestra nación, aniquilando los valores y la ética que tanto se necesitan para nuestra convivencia.

Razones le sobraron al obispo de La Vega, Monseñor Héctor Rafael Rodríguez, cuando encaramado en el santuario de las Mercedes el pasado 24 de septiembre proclamó que “la corrupción, la impunidad y la complicidad están carcomiendo a la sociedad dominicana”. El grito se expandió por todo el valle del Cibao y en todas las direcciones del país, aunque para muchos careció de trascendencia porque hace tiempo que perdimos la capacidad de asombro.

Han sido mucho los actos y sonados casos de corrupción en nuestro país, pero para terminar tenemos que mencionar el famoso caso de Odebrecht, el que ha servido para desnudar el entramado de impunidad con que se ha acorazado una parte importante de nuestra clase política.

Pero es de rigor decir que no todos los implicados en este caso de la Odebrecht fueron incluido en el expediente, porque los relacionado con el gobierno de Danilo Medina, que como se ha denunciado también participaron, fueron dejado tranquilo y en paz, por lo que ahora deberían ser incluidos, procesados y condenados como es debido.

De manera que si queremos salir a camino como nación, estamos compelidos a prestarle la debida atención a la corrupción, a la impunidad y la complicidad, porque de no hacerlo nunca lograríamos el desarrollo económico ni la eliminación de la pobreza extrema.

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