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25 de abril 2024
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OpiniónRolando FernándezRolando Fernández

Razones se tienen para el “todologismo” nacional

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Muy cierto eso que expone en su editorial el periódico “Listín Diario” en su edición de fecha 3-8-17, intitulado “Un país de todólogos”.  ¡Es de las cosas que más se tienen este país!

En Dominicana, los menos aptos saben de todo, hasta de asuntos espaciales. Y, lo más penoso del caso es, que ni siquiera muchos están en capacidad de expresarse como es debido; amén de que comúnmente se explayan de forma notoria, con respecto a temáticas que en el fondo evidencian desconocer por completo. “Todo no es más que cuadre y cachucha”, como dice el pueblo llano. ¡Allantes!

Se puede comprobar fácilmente lo expuesto, Solo hay que sentarse a malgastar un poco de tiempo viendo la televisión local, o escuchando a los “programeros”, dizque analistas, y comentaristas que hacen uso de la radio nacional, para estar hablando sandeces, con el coro obvio, en la mayoría de los casos, de los llamados interactivos que les hacen el juego.

Claro, todos esos encuentran suficiente caldo de cultivo en medio de una sociedad de ignorantes por completo, y alienados por los poderes regentes, políticos y económicos, que no leen ni periódicos, y mucho menos libros, a los cuales se les convence con facilidad extrema, por estar carentes de real formación académica, e informaciones en términos generales.

Al que de nada sabe, atraen y convencen con poca dificultad los tuertos en un país de ciegos. Y, más si los programas están capitaneados por adictos a los sacos y las corbatas, para ostentar, que tanta mediocridad esconden detrás; o, por la semi desnudez femenina de estilo actualmente en la llamada “pantalla chica”, convertida durante los últimos años, en un mercado de piernas y pechos.

Como se puede advertir en esa categorización del país que hace el periódico “Listín Diario” en el precitado editorial, eso no ocurre por casualidad; y es que, ¡no hay efectos sin causas! Las razones en el tenor de lo tratado son más que fehacientes.

Ahora, sobre el grueso a que se refiere el editorial, lo relacionado con la salud de la gente, y las afecciones generales que se procuran resolver a través de la automedicación, sin acudir a los ejercicios médicos profesionales, y las especializaciones incluidas, a veces ignorados por obligación, sí que hay mucha tela por donde cortar. Esa es una actitud humana, o salida más bien, que tiene motivos más que justificados.

Con respecto a la denuncia de “auto-recetarse” por parte de la gente, que hicieran los médicos, y que dicen estar alarmados, porque lo que entienden una dañina proclividad, al participar en el marco del “Encuentro Nacional de Promoción del Uso Racional de los Medicamentos en el sector púbico de salud”, que más bien sirviera de base para la nota editorial, hay algunas preguntas que surgen de inmediato; y resulta notorio, el que no se abordarse nada allí en relación con los motivos provocantes en la población enferma, para adoptar la decisiones de ese tipo.

En primer lugar, ¿solo preocupa el desaire a los médicos, como los riegos probables “al aplicar tratamientos incorrectos para un tipo de malestar o enfermedad”? Y, segundo, ¿serán esos últimos una real preocupación para los galenos, o el que no se recurra a la prescripción remunerada a cargo de esos?

La inquietud “troncal” que de inmediato procede plantearse en el orden de lo expuesto es: ¿cuántos dominicanos pueden tener aquí acceso a los servicios de salud, ya sea a nivel público o privado? ¡Muy pocos!

Otras, ¿pueden conseguir esos cuánto se necesita en los centros asistenciales estatales? ¡Difícilmente! Y, ¿qué cantidad está en capacidad de acudir a las clínicas privadas? ¡Un porcentaje muy poco significativo!

Con relación a las interrogantes hechas, preciso es destacar que: a) los hospitales oficiales lucen desbastecidos de personal asistencial; y, que laboran bajo carencias de todo tipo, por lo que pasan más trabajo allí que un “forro de catre” los pacientes que osan visitarlos. Incluso, están en adición los famosos “rebotes”; el desprecio a los que no disponer de dinero para algo avanzar. Y, b) las asistencias médicas a nivel privado son prohibitivas. Solo los adinerados, o lo que cuentan con un buen seguro, son los que pueden recurrir a ellas.

Por ahí anda el origen primario de las automedicaciones, y el uso de remedios caseros por parte de la población. Son las alternativas que le han dejado, a las que debe recurrir la gente para no dejarse morir, o subsanar algunas afecciones menores.

Tampoco se puede perder de vista, que aquí la medicina la han convertido en un gran negocio. Que ya los médicos son empresarios de la salud, trabajando en coordinación con los laboratorios clínicos, y los fabricantes de medicamentos. El no que no tiene cuartos aquí para presentarse ante ellos y procurar mejoras en la salud, ¡se lo lleva el diablo!

En hora buena ha continuado tratando la temática el periódico “Listín Diario”, con trabajos que complementan el contenido del editorial de fecha 3-8-17, incluyendo titulares de primera plana después como: “ÉTICA DE MÉDICOS ESTÁ BAJO SOSTEPECHA,  con  su respectiva reseña,  y afirmaciones interiores tales como: “El pago de “incentivos” para referir pacientes a determinado servicio o para prescribir uno que otro medicamento ha ido tomando fuerza en los últimos años en el Sistema de Salud Dominicano, lesionando la sagrada confianza que debe primar en la relación médico-paciente y desatando una lucha entre la “ética” y la “bonanza”. ¡Esa, entre otras “linduras denunciadas!

Finalmente, cabe decir que, el asociar lo impropio del “todologismo” nacional de manera directa con las automedicaciones y el uso de remedios caseros por parte de la población, como recurso obligado, poco criticable, por las circunstancias expuestas, no resulta tener mucha correspondencia, contrario a lo que ocurre con respecto otras disciplinas del saber, merecedoras de ciertos miramientos reflexivos.

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