En ocasiones nos preguntamos por qué nos ha dado tanto trabajo sacar aprobada la Ley de Extinción de Dominios y cada vez las razones se hacen más evidentes.
El nivel de contaminación de la política es muy alto y nadie afila el cuchillo para su propia garganta. Muchos legisladores son el resultado directo de la inversión de actividades ilícitas.
Al final las elecciones operan como un mercado en que se compran los votos.
Los partidos políticos y sus principales dirigentes son, en gran medida responsables, de esa lamentable realidad.
El nivel de asociación de la política dominicana es tal, que las acciones por lo regular han de ser motivadas por los pedidos de extradición desde los Estados Unidos.