Deberíamos llegar a la conclusión de que al Ministerio de Educación debemos liberarlo de las tentaciones en torno al manejo de los negocios. Su tarea esencial debería centrarse en la enseñanza.
Separar definitivamente temas como la alimentación, reparar escuelas y comprar libros y materiales. Sus técnicos deben diseñar sus necesidades y las instancias responsables de esas tareas suplirle esos servicios.
Cuando eso se haga tendremos a su ministro y su dirección centrados en los programas de estudios para mejorar la educación. Actualizándolos incorporando los avances que van surgiendo.
Trabajando en la metodología para enseñar. Y planificando el uso de las tecnologías. Conviene quitar la distracción.