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25 de abril 2024
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OpiniónFrancisco LucianoFrancisco Luciano

El quid del asunto

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El protagonismo de instituciones que ayer se negaron a incorporar en su oferta académica la formación de docentes, estremece la conciencia de quienes con determinación y sacrificios dedicaron sus vidas y esfuerzos institucionales a tan noble actividad. Hoy es cómodo realizar dicha labor, pues existen recursos abundantes para financiarla. Ayer solo la antigua Escuela de Pedagogía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD, apostó a que es posible servir una educación pertinente y de calidad en la República Dominicana.

Por décadas desde las aulas de la UASD, hemos formado a millares de docentes entre los cuales se destacan figuras relevantes de la vida nacional. Sin embargo no podemos ocultar las deficiencias que acusa la educación preuniversitaria tal y como evidencian estudios internacionales y las propias quejas de nuestros docentes, ante el bajo nivel de los estudiantes que acogemos en las aulas de la Universidad.

Más eso no debe amilanarnos, ni puede quitar ímpetu a nuestro compromiso de formar con calidad a los futuros docentes. Todo lo contrario, es ahora cuando debemos poner nuestro mayor empeño para demostrar que nuestra superioridad descansa en los valores fundacionales de la nación dominicana y que estamos dispuestos a preservarlos por la vía de lo que mejor sabemos hacer, formar maestros.

Atribuir las fallas de la educación a un solo causal es erróneo, pues como es sabido la calidad educativa está sujeta a condiciones multifactoriales, por tanto no es ocioso experimentar nuevas formas para practicarla. La lógica prueba que para obtener resultados distintos, se debe correr el riesgo de realizar las cosas de manera diferente.

Al abordar la problemática social de cualquier género, debemos tener presente que si la Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD, como parte del Sistema Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología de la República Dominicana, no es un fin en sí misma, tampoco pueden serlo ninguna de sus partes, tomando en cuenta que lo que hará relevante la labor de la Universidad o a cualquiera de sus unidades funcionales, no es lo que hacen, ni cómo lo hacen, sino, que lo que hacen, sea socialmente pertinente para el desarrollo sostenible de la nación.

Por lo que cuestionar la Normativa 09-15, emitida por el CONESCYT que regula la elaboración y desarrollo de los programas de formación docente en la República Dominicana, así como cualquier otro texto legal, es un derecho de todo ciudadano dominicano, consignado en el Art. 49 de la Constitución, ahora bien, lo trascendente seria probar en cuales aspectos dicha normativa resta pertinencia o reduce calidad al proceso para la formación de docentes. Ahí radica el quid del asunto.

Como institución académica no nos luce ser vanguardia en la resistencia frente al cambio; y menos después de comprobar que académicos de la UASD, fueron esenciales en el seno de la comisión que recomendó la Normativa 09-15, no solo por la calidad de nuestra representación, sino por el alto porcentaje en la composición de la misma.

Es necesario comprender que mejorar la calidad de la Educación no depende de mantener una estructura, que si bien puede existir, debe hacerlo sobre la base de demostrar que es absolutamente necesaria para cumplir la misión para la cual fue creada, que no es otra que “garantizar la formación de docentes con énfasis en el dominio de los contenidos, en metodologías de enseñanza adecuadas al currículo, en herramientas pedagógicas participativas y en competencias para el uso de las tecnologías de información y comunicación, con el propósito de facilitar la continua innovación en los procesos de enseñanza y aprendizaje”.

El verdadero fundamento es el debate de carácter académico o científico, lo importante y nodal, es rebatir un argumento con otro; para poder establecer la razón lógica y conceptual que hace superior una idea, un proyecto o a un programa de otro, por tanto el ataque tiene que ser a las ideas y jamás a las personas.

Las descalificaciones por nuestra apariencia física, origen social, militancia política o permanencia prolongada en un puesto de trabajo, nada restan a nuestros razonamientos respecto al papel de la Universidad frente a la sociedad, debido a que no son vinculantes con el debate que se viene realizando en el seno de la Facultad de Ciencias de la Educación, sobre la idoneidad de la Normativa 09-15.

A quienes se consideran portadores de la verdad absoluta, puede pasarle como a la ranita del cuento de Mao Ste Tung, “ella vivía en un estanque y siempre pensó que el cielo tiene la dimensión de la boca del mismo”.

El autor es docente de la Facultad de Ciencias de la Educación.

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