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20 de abril 2024
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OpiniónRolando FernándezRolando Fernández

¡Qué no coman plátanos! ¿Es que no hay otras cosas?

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Los especuladores siempre hacen provecho de las costumbres enraizadas en las poblaciones, que no es imprescindible su conservación; y que, ante cualquier circunstancia abusiva comercial, se pueden dejar de lado, para llamar a capítulo y reflexión a los usureros envueltos.

Las actitudes especulativas de ordinario se dan en Dominicana, con relación a cualquier producto de consumo masivo, por alguna razón que favorezca; y que, en ocasiones, adrede hasta es provocada por productores y consumidores, para agenciarse aumentos en los precios de venta.

Y, como en este país la entelequia que se tiene denominada “Pro Consumidor”, nada, por supuesto, es lo que hace, que no sea solo fallar en favor de los poderosos, y que es utilizada, además, bien se sabe, como “huacal” para nombramientos politiqueros reciprocatorios, la población no tiene en realidad quien la defienda en el tenor de lo tratado

En consecuencia, cada cual, en ese orden, puede hacer lo que le venga en gana con los demandantes de bienes y servicios todos a nivel local, sin estar sujeto a régimen de consecuencias alguno. ¡Hay libertad total se infiere!

Lo expuesto es algo muy bien conocido por un amplio segmento de los consumidores de esta población. Sin embargo, se hacen los locos, y son muchos los que se dejan arrastrar como borregos, y que se adhieren a las pretensiones especulativas de los ofertantes de rubros comestibles cualesquiera, y demás artículos requeridos por la gente.

Jamás se abstienen de comprar nada para consumo alimentario, sin importar que haya otras cosas sustitutivas que bien se pueden utilizar, aunque sea como simple lección a los verdugos que abusan de los “costumbrismos” alimenticios de las personas en esta nación. Luego, dicen los aprovechadores, “porta a mí; o pagan, o que no coman”.

Durante los últimos días la prensa local, que muchas veces se comporta como cómplice de las desaprensiones provenientes de algunos sectores productivos, y comerciales nuestros, ha venido reseñando sobre los aumentos escandalosos que vienen registrando algunos comestibles del campo que se consideran básicos para la población, incluido el famoso plátano – que embrutece, según algunos -, pero que es de consumo excesivo entre los dominicanos, y por el que se ha tenido que venir pagando hasta a RD$30.00 la unidad, para poder comerlo. Ese, entre otros bienes agrícolas que resulta prolijo enumerar.

Tal situación se produce, a pesar de las llamadas visitas sorpresas que desde hace tiempo viene realizando el primer mandatario de la nación a los pueblos del interior, con hincapié en diferentes zonas agrícolas de renombre, dizque para estimular la producción, y dar apoyo económico a esos sectores. ¡Se cree que hay más politiquería electoral en eso, que otra cosa!

Pero, además, el señor presidente de la República ha recibido loas por la actividad, y la Asociación Dominicana de Hacendados y Agricultores (ADHA), hasta le entregó un galardón de reconocimiento, en ocasión de celebrarse el Día Mundial de la Alimentación, según publicara la prensa nacional.

Ahora, no luce como algo contradictorio entonces; pues, si tan valioso ha sido su aporte al sector, lo que actualmente está ocurriendo con los precios de los productos agrícolas en este país, a qué obedece. ¿Por qué los aumentos, o especulación alarmante?

Luego, ¡el combatirlos con firmeza se impone! ¿Y, cuál sería la mejor forma de hacerlo? El no consumo, se entiende. Por ejemplo, es obligatorio el comer plátanos, habiendo en el país otros rubros alimenticios de igual procedencia, agrícola, que proporcionan un mayor aporte nutricional a los humanos.

El problema, es el alto grado de dependencia en la gente; como, los condicionamientos mentales inducidos que se tienen, los cuales, una vez reconocidos por los que producen, distribuyen, o venden, se utilizan como herramientas para la explotación mercadológica.

¡A suspender el estar comiendo plátanos solamente! ¡A ingerir otros rubros agrícolas! ¡A dejar que se les maduren, y se les pudran a los mercaderes!, para que entonces tengan que botarlos, y lo pierdan todo. De igual forma proceder, con cualquier otro producto de la tierra, perecedero, sujeto a especulación comercial

Es así como hay que hacerles concienciar a todos estos agiotistas, y monopolios envueltos, sin importar que sean los que siembran; los intermediarios, distribuidores, y demás que intervengan en su comercialización.

¡El no consumo, es la mejor respuesta, a los que abusan con los precios en este pobre país!

 

Autor: Rolando Fernández

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