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24 de abril 2024
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OpiniónEnrique Aquino AcostaEnrique Aquino Acosta

Que Dios conceda y mantenga la paz social y espiritual que necesitamos

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El pasado 16 de febrero la Junta Central Electoral (JCE) anunció al país  la anulación de las Elecciones Municipales que se celebraban en todo el territorio nacional, debido a un error que observó en la mitad de  las boletas  del voto automatizado que se utilizaban  en los colegios electorales en ese momento.

Antes de hacer el anuncio, el órgano electoral  comunicó  al liderazgo político y a sus delegados la anomalía que se había producido. Si bien es cierto, que se desconocían  las causas que originaron el problema,  unos y otros quedaron informados y  tuvieron de acuerdo con que se anularan  las Elecciones Municipales.

También era de conocimiento público, que una parte de los líderes políticos se había  opuesto a que se estableciera  el sistema de voto automatizado, desde antes, durante y después de las Elecciones Primarias y  Simultáneas de los partidos.

Por eso, no ha resultado extraño que esos líderes políticos hayan  sido los primeros en acusar a  la Junta Central Electoral  y  al Gobierno  de boicotear las  Elecciones Municipales. ¿Qué los movió  a hacer tal acusación? ¿Quisieron poner la barba en remojo? ¿Sospechaban que serian   acusados  del  boicot  ocurrido el pasado 16 de febrero? El  refrán dice, que quien no tiene hechas no tiene sospecha y  que el  nada debe nada teme.

Ojala  la  comisión de la Organización de los Estados Americanos (OEA) que investiga las causas del boicot a las Elecciones Municipales, ocurrido el pasado 16 de febrero, haya comenzado sus pesquisas por  los líderes políticos que objetaron y se opusieron radicalmente al voto automatizado  y que investigue también a  la Junta Central Electoral  y  al  Gobierno.

Se espera que la investigación que se realiza  revele los nombres de los autores intelectuales y materiales que boicotearon las Elecciones Municipales el pasado 16 de febrero. También se espera, que el órgano judicial  que conozca el caso juzgue y condene a los culpables  como pide la sociedad.

De  producirse tal condena, se pondría fin a los cuestionamientos que hace la opinión pública al desempeño de la Junta Central Electoral y al sistema de justicia. También podríamos  superar el pesimismo ancestral que nos caracteriza.

En lo que respecta al área espiritual, necesitamos confesar nuestros pecados individuales y colectivos a Dios. Debemos hacerlo con  corazón sincero, contrito y humillado. Confesar los delitos y  pecados con corazón sincero significa  hacerlo libre de mentira,  hipocresía o fingimiento. Asimismo, contristar el corazón ante Dios significa  sentir dolor, aflicción y tristeza por los  delitos y pecados cometidos, mientras  que humillarlo significa  avergonzarse y   subordinarse ante  Dios y el  prójimo, después de cometer un delito o  pecado. ¿Cuántas  de las personas acusadas ante los tribunales asumen esas actitudes  espirituales? Muy pocas, si no estoy equivoco.

También es necesario que demos muestras de que practicamos el amor de Dios. Estamos  llamados a sufrir y tratar bien a las demás personas y  a renunciar a la envidia, el egoísmo, la jactancia, la vanidad, la irritabilidad y el  rencor.

Dios nos llama, además, a ser veraces, a  honrar la palabra empeñada, a perdonar, a tolerar y a ser justos con las personas que nos  relacionamos. También nos llama a mantener  la  fe, la  esperanza  y el amor en nuestro país, aunque existan  problemas y dificultades.

En vista de  lo expuesto, necesitamos seguir  trabajando en la construcción  del progreso, el bienestar, la justicia  y la paz que necesitamos. Es la mejor  manera de honrar  nuestro lema  “Dios, Patria y Libertad”.

Otro asunto importante es respetar y cumplir las normas  que rigen nuestras instituciones, para  recuperar la credibilidad  y confianza que debemos tener en ellas. Necesitamos valorar  el progreso   alcanzado  por nuestro país  en  materia  de  salud, educación, vivienda, transporte, trabajo, tecnología y modernidad. Ese es  el verdadero cambio, como ha señalado el Presidente Danilo Medina. Necesitamos ser agradecidos. Necesitamos abandonar nuestro pesimismo ancestral y   poner  fe  y  confianza en el presente y futuro de la nación dominicana. Necesitamos  entender y  empeñarnos  en hacer  todo eso, para que Dios  conceda  y mantenga  la paz social y espiritual que necesitamos.

 

Por: Enrique Aquino Acosta

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