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23 de abril 2024
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OpiniónGeorge TorresGeorge Torres

Prudencia primero, competencia después

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Recientemente el doctor José Joaquín Puello Herrera, inmortal del deporte dominicano ceremonial 2014, recomendó a la Lidom tener prudencia en torno al campeonato nacional 2020-2021, debido a la contaminación derivada de la pandemia que nos azota.

El eminente neurocirujano, en publicación aparecida bajo la firma del colega Carlos Sánchez (DL) hace referencia de manera específica a lo que el diccionario define como la “capacidad de pensar ante ciertos acontecimientos o actividades, sobre los riesgos posibles que estos conllevan, y adecuar o modificar la conducta para no recibir o producir perjuicios innecesarios”.

Viniendo el señalamiento del reconocido galeno, debemos tener la suficiente sustancia gris en la zona externa del cerebro y pensar que la situación no se presta para deambular calles o hacerse el chivo loco como si nada estuviera pasando.

Para suerte de la nación, la campaña electoral llegó a su fin y las acostumbradas caravanas y sus derivadas causales no seguirán provocando el aglomeramiento descontrolado de personas, aunque la advertencia del médico dice que ahora estamos pagando las consecuencias.

El sentir del doctor Puello Herrera va en consonancia con los postulados de la dirigencia del béisbol caribeño. Tanto así, que los presidentes de ligas invernales han dado muestras de poner por encima de la acción del juego el accionar con suficiente cautela, antes y después de abrir las puertas a cada uno de los campeonatos.

Esas muestras tienen, además, la observación de un asociado permanente que no permite descuidar ninguno de los postulados que componen el denominado Winter League Agreement, al cual estarán adicionando un nuevo acuerdo suplementarios dada la situación de crisis que ha ocasionado el COVID-19. Dicho de otra manera, en adición a la prudencia observada por las ligas, está el ojo patrón de MLB sobre cada uno de los jugadores que pertenecen a sus respectivas parcelas.

Se trata de no solo cuidar al pelotero como materia prima del espectáculo, ya que las nuevas regulaciones incluyen la otra campana. En medio de las observaciones está el fanático como símbolo principal para el sostenimiento del evento, enfocando por igual el cuidado en cada una de las personas que motorizan el desarrollo de los juegos alrededor del atleta.

Desde que se dio la voz de alarma con el primer caso de COVID-19 en el país, la liga ha dicho en sinnúmeros de ocasiones que el béisbol está a la espera de cómo se vaya moviendo la epidemia para dar a conocer un protocolo de salud, partiendo del hecho cierto que la Major League Baseball remitirá las condiciones a los fines de permitir a sus jugadores atrapar bolas sin ser atrapados fuera de base por la pandemia.

Conociendo la forma de actuar de MLB, cualquier mortal puede adelantar que habrá más que prudencia en sus exigencias. Las regulaciones, por lógica, abarcarían desde la primera pisada hasta la forma de compartir con cualquier otro ser humano dentro y fuera del campo, envolviendo aspectos como seguridad, equipos personales (guantes, bates, bolas, etc.), viajes, comidas y bebidas, uso de mascarillas, hotelería y comportamiento, entre otros.

A pesar de que los dominicanos somos muy dados a la zafiedad y a poner en práctica el olvido para actuar como “chivos sin ley” en todos los renglones de la cotidianidad, no deja de ser cierto que esta forma de comportamiento se debe a la falta de aplicación de las regulaciones establecidas. Es por eso que resulta altamente ponderable el llamado del ex presidente del Comité Olímpico Dominicano, por cuanto los equipos de béisbol invernal están decididos a cantar “play ball” bajo el grito de: prudencia primero, competencia después.

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