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25 de abril 2024
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OpiniónRoberto LafontaineRoberto Lafontaine

A propósito del golpe de Estado al Prof. Juan Bosch

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El 27 de febrero del año 1963, fecha en la que asume el Prof. Juan Bosch la Presidencia de la República Dominicana, el país estaba sumergido en una profunda crisis en los órdenes  social, político y económico producto natural de la larga noche  tiranía. Esta mantuvo al pueblo en una total inamovilidad social. Siendo la tierra el principal factor de producción, pocos tenían grandes propiedades y muchos no tenían nada.   El consorcio empresarial e industrial estructurado por el dictador había sido expropiado por el Estado. Existían  grandes emporios pertenecientes a empresas extranjeras con contratos lesivos al interés nacional y salarios totalmente deprimidos en el tren gubernamental.

Desde la toma de posesión se inicia la trama conspirativa, orquestada por sectores sociales y políticos que no vislumbraban la posibilidad de obtener privilegios dentro del modelo de desarrollo propuesto por el gobernante. De triste recordación es el movimiento de ‘’Reafirmación Cristiana’’,  organizado por sectores de la iglesia con el objetivo de conservar privilegios conculcados por la Constitución del mes de abril del año 1963, al establecer la libertad de cultos, la separación entre el poder del Estado y la Iglesia y desconocer el Concordato.  Empresarios, sindicatos y líderes políticos que procuraban privilegios inaceptables en un sistema de derechos, participaron de diversas formas en el desarrollo de dicha trama.  Solo un propósito los impulsaba, distorsionar ante la opinión pública nacional e internacional la determinación del gobernante de implementar un régimen que funcione mediante el reconocimiento de los derechos políticos, sociales y económicos de todos los ciudadanos.

La voluntad política del Presidente se expresó en las medidas implementadas.  Prohibió el latifundio para dar inicio a la reforma agraria; impuso el pago de impuesto a los empresarios; aplicó un plan de austeridad en el gasto público y controles tales que impedían hacer riquezas mediante la usurpación del erario nacional.

También, restringió el gasto público en las empresas autónomas del Estado; revocó el contrato lesivo al Estado Dominicano con la Esso Standal Oil; puso a funcionar todo un sistema de control de precios; dignificó el salario en la administración pública; formuló todo un proyecto para que el Estado dominicano administre en beneficio del pueblo el emporio expropiado a la familia del tirano…

Dos crisis. Una, la militarización de la Embajada Dominicana por el ejército haitiano  y otra, el descubrimiento de campamentos de entrenamiento guerrilleros en la parte dominicana de la frontera para desestabilizar el régimen del vecino país, fortalecen y precipitan las acciones conspirativas. La primera, por sumar a los conspiradores al sector militar evidenciado con menor nivel de fidelidad al gobierno, al no responder a las órdenes emitidas por el Presidente para la defensa de la dignidad nacional y la segunda, al quedar develada la participación de Norte América en el apoyo de dichos campamentos determina su participación en la trama golpista para evitar el descredito internacional por la determinación de denuncia del gobernante ante la Organización de Estados Americanos.

Factores que contribuyeron al logro de los espurios propósitos están cimentados en el profundo atraso de una sociedad predominantemente analfabeta por lo que fue presa fácil de la publicidad distorsionada y, el bajo nivel de formación política de los militantes del Partido Revolucionario Dominicano, por lo que no comprendieron el momento político, al extremo de una parte de los miembros apoyar la trama.

Hoy, bajo la conducción del Partido de la Liberación Dominicana, el país se encuentra  rumbo a veinte años de desarrollo de un proyecto auténticamente democrático de base popular, por ser la ciudadanía beneficiaria del crecimiento económico sostenido mediante el fortalecimiento del sector  productivo nacional, impactando con la creación de miles de puestos de trabajo; con la dignificación del salario de miles de empleados públicos; con el desarrollo de toda una infraestructura vial para apoyar el fortalecimiento de la industria turística, motor que impulsa el desarrollo de otros sectores económicos como: el de la construcción, el agropecuario, el artesanal, el de servicios, el financiero…

Además, ha sido implementado todo un conjunto de políticas sociales para impulsar la movilidad social de sectores sumergidos históricamente en la pobreza, más cruel aún, en la pobreza extrema.  En este renglón se destacan: más de un millón de dominicanos salido de la pobreza, más de medio millón de puestos de trabajo nuevos, más de un millón quinientos mil niños en jornada escolar extendida con más de un millón de adultos rescatados del analfabetismo, más de cien mil niños en las estancias infantiles, más de siete millones de dominicanos en la seguridad social, miles y miles de ciudadanos asistidos por el 911…

Todo lo anterior recubierto andamiaje transparente  compuestos por: la Cuenta Única del Tesoro, con más de RD$ 260 mil millones de pesos rescatados del manejo discrecional de los ministerios; el Control del Gasto Público mediante el Decreto 15-17; la  publicación en la web de todo el proceso de Compra y Contratación de Obras y Bienes Públicos; la eliminación del Grado a Grado mediante la sistematización del proceso de Licitación Pública…

La más excelsa virtud del corazón del pueblo dominicano es la nobleza, por lo que se puede afirmar que las personas que se vincularon con el movimiento de “Reafirmación Cristiana” ayer, fueron movidos por los mismos nobles propósitos de los que hoy se han vinculado al movimiento “Marcha Verde”, ser ente regulador de la ejecutoria gubernamental, ocupando el vacío dejado por la oposición política.

Ahora bien, igual que ayer, la inexistencia de un ente opositor, capaz de formular un proyecto de nación que sirva de referente para conversar con la sociedad hasta ganar la confianza para ser una opción de poder por la vía constitucionalmente aceptada en una democracia, ha llevado a los partidos políticos minoritarios a diseñar estrategias de infiltración de los movimientos sociales para tomar el poder por vías no aceptadas constitucionalmente.

La mejor muestra se observa con la infiltración de connotadas figuras de la oposición al movimiento “Marcha Verde”; más aún, en la declaración aparecida en los medios de comunicación a mediados del mes de junio, calzada con la firma de un grupo de intelectuales comprometidos con las filas opositoras, proponiendo la renuncia del presidente y la reforma constitucional por elección popular, en otras palabras, proponen, a no se sabe quién, hacer una crisis política, en medio de un proceso estable, para ser resuelta por mecanismos no contemplados constitucionalmente.

Pero los factores han variado, hoy existe un pueblo más consciente y mejor educado y un partido maduro como soporte de la construcción de un proyecto democrático de liberación, por lo que podemos repetir hoy “en nuestras manos no perecerá la democracia”.

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