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19 de abril 2024
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OpiniónRolando FernándezRolando Fernández

Profesores, ojo con la nueva forma de trabajo exigible ahora: virtual

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Detrás de la imposición de que se imparta solo docencia virtual actualmente en el país, como en otras latitudes, aunque en parte se justifique por la pandemia que cursa mundialmente, y aquí por supuesto, pero, qué no necesariamente obliga a dejar de lado por completo lo presencial, puede haber muchas cosas según parece, dentro de las cuales quizás esté, el promover que todo se quede así después, no obstante, la crisis sanitaria desaparezca.

En conexión con tal objetivo aparente, lógico es suponer que, además podría estar rondando la idea en algunas mentes osadas, dentro de ciertos entornos políticos y empresariales, que en definitiva son siempre los sectores que escalan al poder gubernamental en las naciones, de que los cuerpos docentes que hoy laboran de tú a tú con los estudiantes tiendan a extinguirse en el futuro,

Que sus componentes sean sustituidos por máquinas electrónicas, aunque con todas las consecuencias negativas que eso acarrearía para los profesores, como el mismo estudiantado, que procura una sólida formación académica. ¡A través de pantallas de computadoras y de celulares, no la van a lograr!

Tampoco son dignos de atención al parecer, los perjuicios previsibles en cantidad suficiente que se puedan derivar; esos poco importan. Lo que sí es advertido en adición, muy a pesar de, es el lograr hacer grandes negocios, por supuesto, con los agregados escolares de tal naturaleza, exigibles entonces, para poder cursar estudios del nivel que sean.

Por consiguiente, todos los miembros de ese sector, tanto local, como extranjero, deben reflexionar sobre los efectos negativos probables a surgir, después de concretizada por completo la nueva iniciativa, muchos de los cuales irían obviamente en su contra, de manera muy significativa.

Se está promoviendo el amplio proyecto innovador, a pesar de las consecuencias nocivas posibles; y, con los caramelos envenenados que de ordinario sirven los políticos y sectores económicos de poder en muchos países, para embaucar y narigonear a las poblaciones, incluida la nuestra, que no sería la excepción en este caso, tal es lógico entender.

Es obvio que, de lograrse el plan concebido, tendería a desaparecer, más temprano que tarde, un amplio porcentaje de tan importante ejercicio profesional para todas las sociedades – la enseñanza presencial -, que requiere de vocación, abnegación, y aptitudes muy propias, condiciones que jamás podrían evidenciarse, sustituirles, o estar presentes, en las pantallas de las computadoras, tabletas y celulares, entre otros equipos, cuyos usos ahora resultan imprescindibles para poder estudiar.

Amén de eso se tiene, la afectación obvia a producirse, en términos de los factores económicos nocivos, que, por supuesto gravitarían sobre la supervivencia de una gran parte de los cuerpos docentes actuales, daños que vendrían por añadidura.

Representaría ese invento, muy bien pensado, lo más probable, la desaparición rápida de muchos profesores; y, con ello se obtendría un amplio desahogo económico presupuestal para los Estados, y los sectores de la educación privada.

Además, ya tampoco habría que pensar en personal administrativo alguno para los centros docentes, ni de apoyo general para las labores escolares, colegiales y universitarias. ¡Empleados complementarios, para qué!

Cuántas economías de recursos financieros para los sectores del área, oficiales y privados, como es lo que se advierte. Y, además, haría acto de presencia el logro de otro objetivo dañoso, aunque procurado de forma sutil, que siempre se persigue: “mientras menos capaces son los ciudadanos de las sociedades, más fácil se puede narigonear a la gente; jugar con ella a voluntad”.

Y, en adición estarían, los grandísimos negocios que habrían de venir con los equipos necesarios para la virtualización de las clases, partiendo de ciertos lugares adaptados para tales fines, desde donde se impartiría malamente la docencia

Se estilaría, por consiguiente, el que los alumnos no tengan que salir de sus casas – menos desayuno escolar, y cero tanda extendida -. Eso completaría el “manjar” de ahorros apetecido. Mientras, las plantas físicas de los colegios, escuelas y universidades estarían sobrando; constituirían muchas de esas inversiones muertas. ¿Qué se haría con ellas?

Podría decirse entonces, sin temor a equivoco alguno, que los mayores perjudicados con este nuevo invento serían los componentes de la clase profesoral, a nivel general; incluidos, para empeoramiento de su situación, aspectos muy sensitivos, concernientes al desenvolvimiento económico necesario para poder subsistir. Por igual, se verificaría el correspondiente daño previsible a los estudiantes, en cuanto a la formación académica requerida.

Es innegable que, el mejor escenario para la docencia-aprendizaje, por más que se quiera disfrazar otro sistema de enseñanza, comercializado, como en este caso, según es lo que se infiere, está conformado por los planteles escolares, y el calor humano, producto de las interacciones personales, profesores-alumnos, dentro de sus aulas.

En consecuencia, eso de educación a distancia muy poco funciona, según lo advierten muchos entendidos en materia académica, con currículos suficientes. No es lo que dicen, y defienden, los políticos enanchados a profesores, actuando en connivencia con las empresas que fabrican, y comerciales distribuidoras, de los efectos electrónicos requeridos.

Además, están de por medio, cabe reiterar y destacar, los efectos perjudiciales de orden laboral-económico, muy a considerar, principalmente, en torno a los docentes que han hecho de ese ejercicio su modus vivendi. Se verán obligados esos a buscar otros medios de sustento vivencial, lo cual no es tan fácil después de, para poder continuar viviendo. ¡Ojo al Cristo, profesores, no se dejen sorprender!

Por último, cabe señalar finalmente, que la persona que escribe   esta humilde opinión, no se considera ser un docente acabado, como aquellos a los cuales se hace alusión más arriba, por “las intríngulis”, o complejidades que reviste esa labor, máxime en estos tiempos, debido a la clase de estudiantes con los que se tiene estar lidiando a diario.

Pero, que esa sí cuenta con más de dos décadas de experiencia, impartiendo conocimientos dentro de las aulas universitarias, grado superior; y, evaluando claro está, la materia prima que llega desde los niveles inferiores, condición que le permite exponer juicios sostenibles sobre la temática aquí abordada.

 

Autor: Rolando Fernández

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