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20 de abril 2024
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OpiniónVictor Elias AquinoVictor Elias Aquino

Primer Aniversario de la Muerte de Claudio Caamaño

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La familia Caamaño Vélez y la fundación “Francisco Alberto Caamaño Deñó”, mantienen en alto la bandera de la justicia, y realizaron un conjunto de ceremonias al cumplirse el el primer aniversario de la trágica e inesperada muerte del Claudio Caamaño Grullón, hombre de principios revolucionarios y patrióticos a lo largo de su vida.

Santiago, Moca, Azua, Baní, San Josè de Ocoa, la Vega, Tenares, Puerto Plata y San Francisco de Macorís; figuran entre las ciudades en que la gente se volcó en recordaciones con eucaristías, ofrendas florales y hasta concentraciones de jóvenes estudiantes interesados en conocer éste hombre sin igual.

Recuerdo haber dicho hace justo un año que, Claudio Caamaño es sinónimo de Abril, de primavera que se levantó en armas desde las mismas entrañas de la Policía Nacional en 1965.

 

Este primer aniversario de su partida es triste dos veces, una por su desaparición física, otra porque los responsables de su muerte; hablamos de los propietarios de las clínicas y centros médicos privados que negaron ofrecerles atenciones, teniéndolo cuando ante sus ojos, tras éste haber sufrido un accidente de tránsito en la carretera de Baní, y no le prestaron la atención que requería ese ser humano.

Pareciera que Claudio, en un soplo de niño se hizo adulto; sus ideas olían a pueblo llano y la montaña, siempre iba cargado de ideas de libertad, de una mejor patria, y hasta un mejor futuro para los dominicanos.

Claudio, huele a pueblo, es lo mismo que llamarlo arrojo y valentía hasta la temeridad, primero en la Batalla del Puente Duarte frente a los temibles tanques y la artillería de los militares de San Isidro y sus compadres, y luego ante el coloso de las barras y las estrellas.

La historia de este hombre de pueblo está escrita, primo del héroe nacional, finado presidente constitucional Caamaño Deñó, tuvo alas que lo elevaron sobre otros hombres ; por eso dejó su puesto policial de Teniente en Santiago, Encargado de Investigaciones policiales, para integrarse con entusiasmo a defender la constitucionalidad y hasta los colores, el escudo y la biblia abierta en los evangelios que tiene la bandera nacional.

Claudio ensartó los sueños con la aurora de la patria, peleo con las tempestades que produjeron los cañones de 42 mil marines que pisaron la tierra de Duarte, de Sánchez, de Mella y de Luperón, en las grandes batallas que se dieron en Ciudad Nueva.

En esas calles, gente del pueblo sin haber visto antes un tanque de guerra o la fusilería se graduaron de artilleros en una mañana, y recogieron en su frente sus diplomas ensangrentados

La ruta era Vietnam, pero fueron desviados en sus órdenes a hacia Santo Domingo con la misión de siempre preservar vidas y propiedades de los norteamericanos residentes en Santo Domingo.

Nunca más, ha habido otra invasión.

Tiene el mérito de haber acompañado a Francisco Caamaño durante gran parte de su vida privada y durante toda su vida pública, hasta el día de su muerte el 16 febrero de 1973.

Es que murió “abrazando las sábanas y las banderas de la Patria en Caracoles”.

Por Víctor Elías Aquino

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