In memoriam a los poetas
Marcio Veloz Maggiolo,
Norberto James Rawlings y
Alexis Gómez Rosa,
porque, a su modo,
ellos también fueron románticos.
Sobre Rubén Darío y su visión de lo romántico
En una de nuestras caminatas por la historia literaria dominicana nos detuvimos en la poesía producida desde principios del siglo XX hasta los días actuales, tanto en la escrita por los que permanecen en el terruño patrio como en la escrita por los que residen fuera de él: en Estados Unidos de América, México, El Salvador, España, Suiza, Puerto Rico y Uruguay. Orientamos nuestro paseo lectural fijando nuestra atención específicamente en la poesía amatoria, la que nunca podrá eludir nadie que se precie de ser un creador dentro del género enaltecido por el inmenso Rubén Darío, quien, en la penúltima estrofa de su célebre poema «La canción de los pinos», como agudo intérprete de la esencia humana ―y como si esperara respuesta de aquellos pinos a los que él llama «hermanos en tierra y ambiente»― dice así:
Románticos somos… ¿Quién que Es, no es romántico?
Aquel que no sienta ni amor ni dolor,
aquel que no sepa de beso y de cántico,
que se ahorque de un pino: será lo mejor…
En su libro El canto errante (1907)
¿Es romántica toda poesía amatoria que tenga el amor como referente central? ¡No necesariamente! El amor como eje temático ha estado presente ―como inevitable y travieso duende― en la poesía producida dentro de las más variadas tendencias vanguardistas de la literatura universal posteriores al llamado movimiento del Romanticismo ―en boga en Europa entre los siglos XVII y XIX―, pero su tratamiento, el modo en que los creadores lo han abordado a través de la historia, ha recibido el influjo de las circunstancias propias de cada época, especialmente de los cambios en la valoración y visiones estéticas sobre el arte en sentido general y sobre la literatura específicamente.
(¿Algún creador negará que en estos tiempos sombríos en los que la pandemia azota no habrán ejercido influencia alguna en el modo de poetizar la paranoia, la depresión y el desasosiego causados por la presencia letal del COVID-19 que amenaza la vida y altera la coexistencia humana? Independientemente de cual sea la respuesta, cabe admitirlo: ¡el amor no perece!).
Aunque evidentemente, como algo consustancial al espíritu humano, la poesía amatoria posterior al Romanticismo está atravesada por ciertos rasgos característicos de esa poesía producida durante el Romanticismo. Es lo que le da fundamento a lo sugerido por Darío: ¿Quién que Es, no es romántico? Citamos algunos de esos rasgos o características de la poesía romántica que podemos encontrar en la poesía amatoria contemporánea:
- Predominio de la belleza [pero sin que las emociones controlen la razón]
- El tono intimista [pero sin estar en contraposición con la realidad]
- El tema del amor como eje central [pero no siempre con final trágico; la pasión erótica suele estar presente]
- La naturaleza como referente [aunque no siempre; lo exótico no es relevante]
- La nostalgia y la melancolía [el estrés de la vida moderna le da fuerza a esos elementos del romanticismo]
- Las exclamaciones y las expresiones retóricas para enfatizar.
Esas características las puede percibir cualquier avezado lector en la mayoría de los poemas amatorios escogidos para conformar esta colección lírica que hemos titulado 100 poemas de amor de la literatura dominicana.
De la metodología utilizada en la selección. Objetivo de la misma
Más que la nombradía o prestigio de los autores tomamos en cuenta el tema del amor y la calidad estética de los poemas sin importar la extensión de los mismos. De ahí que el lector se encuentre con rostros desconocidos o pocos conocidos en el mundo literario al ver las fotos de algunos de ellos encabezando las piezas poéticas seleccionadas. Han quedado fuera de la selección poetas importantes de la literatura dominicana debido a que en sus repertorios poéticos no leímos textos en los que tocaran dicha temática con el énfasis que buscamos. Hemos pretendido mirar hacia las diferentes manifestaciones del amor en el sentido más amplio: amor filial, fraternal, de amistad, pasional, erótico, espiritual, hacia el arte o hacia algo abstracto.
Son 100 textos de igual número de creadores literarios los compilados en este este trabajo. Para su selección hubimos de leer más de 400 poemarios y más de 60 antologías exclusivamente poéticas. (Solo de tres o cuatro poetas recibimos propuestas de sus propios poemas, pero la elección fue nuestra).
No ha sido nuestra intención elaborar una antología, por lo que no pretendemos que esta reunión de poemas alusivos al amor sea vista como lo mejor de la poesía amatoria dominicana. El objetivo trazado es el de compartir con nuestros lectores una experiencia lectural que nos ha parecido fascinante. Cada lector asumirá su derecho a elegir el poema que más se ajuste a su gusto o preferencia.
Hemos sido cuidadosos en la escogencia de los textos ante la posibilidad de que ―como ya nos han sugerido algunos escritores amigos― decidiéramos, más adelante, editar el presente trabajo en formato de libro o como parte de algún proyecto editorial futuro. En caso de que eso hiciéramos, entonces agregaríamos detalles propios de una edición convencional, como las fuentes bibliográficas de donde proceden los textos y datos biográficos sobre sus autores. Por el momento, sigue siendo un trabajo enmarcado dentro del llamado periodismo cultural con énfasis en lo literario.
¿Quiénes integran la selección?
Con toda seguridad que algunos de los lectores se habrán formulado esa pregunta, ya que las edades de los poetas seleccionados son muy disímiles: Juan Alberto Peña Lebrón, el mayor de todos, nació en Puerto Plata el 23 de junio de 1930 y Rossalinna Burk, novel poeta residente en los Estados Unidos de América, nació en Miches el 23 de febrero de 1979.
Es por eso que, por razones cronológicas, los 100 poetas habría que clasificarlos tomando en cuenta promociones literarias muy distintas dentro del marco de la historia de la literatura dominicana del siglo XX o Siglo de Oro de nuestras letras. Veamos: Marcio Veloz Maggiolo y Manuel Mora Serrano entran al mundo de las letras en la década del 50 del siglo XX, mientras que Juan Alberto Peña Lebrón integra la llamada Generación del 48, siendo actualmente el único miembro de esa generación literaria vivo.
A la Generación del 60 —específicamente a la segunda oleada poética— pertenecen Soledad Álvarez, Alexis Gómez Rosa, Norberto James Rawlings, Mateo Morrison, Tony Raful, Radhamés Reyes Vásquez. ¡Todos integrantes de la Poesía de Post-Guerra! En la década de los 70 ubicamos a los poetas independientes Tomás Modesto, Rafael García Bidó, José Enrique García y José Rafael Lantigua, quienes no formaron parte de ningún grupo literario.
Pero es la promoción literaria de los 80 la más rica en cuanto al número de creadores surgidos durante esos años que algunos economistas han denominado la generación perdida. En nuestro libro Apuntes bibliográficos sobre la literatura dominicana (1993) dedicamos varias páginas a esa importante promoción. Más del 50% de los poetas que figuran en esta selección pertenecen a ese momento trascendente de nuestra literatura: Abil Peralta Agüero, Amable Mejía, Ángela Hernández Núñez, Aurora Arias, Carmen Sánchez, César Sánchez Beras, César Zapata, Claribel Díaz, Dagoberto López-Coño, Dio-genes Abreu, Dionisio de Jesús, Dulce Ureña, Eduardo Díaz Guerra, Eloy Alberto Tejera, Eugenio García Cuevas, Fernando Cabrera, Frank Martínez, José Acosta, José Alejandro Peña, José Mármol, José Miguel de la Rosa, Julio Cuevas, Leopoldo Minaya, Manuel García Cartagena, Marianela Medrano, Martha Rivera-Garrido, Miguel Ángel Fornerín, Miguel Antonio Jiménez, Odalís G. Pérez, Pedro Ovalles, Puro Tejada, Rafael Hilario Medina, René Rodríguez Soriano, Roberto Sánchez, Sabrina Román, Sally Rodríguez, Salvador Santana (Tom), Sobieski de León, Taty Hernández Durán, Tomás Castro Burdiez, Tulio Cordero, Víctor Bidó, Ylonka Nacidit-Perdomo e Yrene Santos, entre otros.
Hacen su entrada al mundo de las letras en los 90 Dinorah Coronado, José Enrique Méndez (Ike), José Segura, Juan Matos, Marisol Espaillat, Valentín Amaro y Yvelisse Fanith, por ejemplo. A la que hemos denominado Promoción literaria siglo XXI pertenecen Elsa Batista, Rossalinna Burk, Raquel Virginia Cabrera, Daniel Baruc Espinal, Osiris Mosquea, Rosa Silverio y Jean Suriel.
(¡Rhina P. Espaillat! El caso de esta extraordinaria mujer de letras es sorprendente. ¿Quién osaría restarle méritos para ocupar un espacio especial en la historia literaria dominicana? Con ella — desde que, todavía niña, hubo de emigrar con sus padres lejos del lar nativo— ha andado siempre la dominicanidad: en su pensar, en su sentir y en la construcción clásica, de indudable calidad literaria, de su poesía, por lo que algunos críticos literarios la consideran integrante del denominado Nuevo Formalismo en la literatura estadounidense de finales del siglo XX y principios del XXI. Pertenece, así, de manera muy singular, a dos literaturas: a la de su patria natal y a la de Walt Whitman. A la primera la ama y la añora; a la segunda, la ama y le agradece lo que le ha permitido hacer con su intelecto, con su sensibilidad de auténtica literata. Por eso ocupa un lugar en las páginas de esta antología).
Ahora bien, esas diferencias epocales y generacionales nos permiten ver las variantes sufridas en el tratamiento del tema del amor en la poesía dominicana: desde la perspectiva estética y también ética, así como en los modos de expresión poética respondiente a las diversas corrientes e ideas literarias propias del dinámico siglo XX. De ahí la trascendencia de esta selección poética.
Finalmente, consideramos oportuno decir que hay poetas que pertenecen a una generación o promoción literaria determinada —se da en la literatura de cualquier país y época— y mueren sin haber publicado nunca un libro. La publicación de libros es solo una variable que los historiadores literarios deben sopesar muy bien para no cometer errores. Eso lo aprendimos del insigne argentino Enrique Anderson Imbert, discípulo aventajado del humanista dominicano Pedro Henríquez Ureña. Un ejemplo: ninguno de los integrantes de la Generación del 48 publicó libro en esa década: comenzaron a finales de los 50. Villegas y Ramón Cifré Navarro, por ejemplo, comenzaron a publicar en volumen en los 70.
Por lo anterior es que concluimos diciendo lo siguiente: la crítica que no se sustenta en el conocimiento de la historia literaria, en la investigación profunda, tiende a ser errática y desorientadora.
Una muestra: 12 de los 100 poemas antologados
No es casual que de los 12 poemas de escritoras incluidas en la antología 100 poemas de amor de la literatura dominicana 10 sean de autoras residentes fuera de su patria natal: Sabrina Román, Aurora Arias, Yrene Santos, Marianela Medrano, Claribel Díaz, Rosa Silverio, Elsa Batisa y Rossalinna Burk. El caso de Rhina P. Espaillat ya nos ha merecido párrafo exclusivo más arriba. Cabe señalar, que desde finales de la década de los 80 y principios de la década del 90 del siglo XX, con la emigración provocada por la crisis económico-política que en ese momento vivía la República Dominicana, las mejores creadoras (con algunas excepciones) establecieron su residencia en los Estados Unidos de América y en España. A ellas debe la literatura dominicana actual su más importante presencia en el escenario de las letras internacionales. Por eso, y no por mera casualidad, su mayoritaria participación en esta muestra antológica.
- 01. Tú. Arias, Aurora
Tú retenido en mis ojos como
un paisaje hermoso
Tú guardado en la mansedumbre
de mis alas
Tú como único dios en los ritos
de mi sexo
Tú diciendo en el amor el
último suspiro
Tú febril en el fondo de mi piel
Tú acuático corriendo por mis venas
Tú hermoso, abstraído, terrenal
Tú hombre, animal, vegetal, pieza
Tú en todas partes, sobre todas
las cosas.
- Clamor. Batista, Elsa
Nómbrame en el retazo de tarde que te sobra
suéñame tibia en la ventana
desnúdame en el temblor del verso cuando cantas
mientras voy a ti
con caracolas flotando en el vientre
de la lluvia
con mi nostalgia soñándose en tus dedos
con la calma que no soy cuando te pienso
y esta piel dormida en el recuerdo
de tus ojos.
- Juego de vampiros. Burk, Rossalinna
Mis ojos desde ti
son un temblor de pájaros sombríos
de repente sed
que castiga el desierto de tu rostro
de pronto raíz
de la sangre que te salva
Mis ojos cuando exudan
sus sacras tinieblas en tu cuello
son el esperma del sol
fecundando con sadismo tu ataúd.
- Retorno de los sueños. Díaz, Claribel
De tanto soñar olvidé
que tu rostro posee el misterio
que el beso es la posibilidad
más tibia de la caricia
y que una mujer no es sólo miedo
sino ternura
Olvidé que los años se van con todo
menos con la urgencia y la prisa
que la mirada es la mejor expresión
del recuerdo
y que para amar hay que volver siempre
a la inocencia de los sueños
Olvidé que la inquietud
es una mano que atraviesa
la intimidad de tu cintura
y que la risa es el más cercano
encuentro con lo eterno
- Habítame. Espaillat, Rhina P.
Habítame…
como el fantasma que trasciende
hasta el subsuelo de mi aliento.
Quiero gravitar en ti,
fundirme en tu sombra, desnuda,
acoplando mis sentidos
uno a uno,
al compás irresistible de tu sangre.
- Kubernésis. Fanith, Yvelisse
¿Dónde estás?
¿En cuáles lares te escondes?
Quiero alcanzarte mas no puedo
Se extiende mi voz como la brisa
sólo para encontrar tu eco que responde
En ese hueco resurgente
encierro mi voz junto a la tuya
Flotan las dos en el vacío
Muda estoy
Se ha gastado mi voz
de viajar tras la tuya
Pero debo alcanzarte
Van mis dedos en busca de trazos de figuras
las tomo entre mis manos y dibujo tu nombre
Ahora estoy frente a ti
Te toco
Y te miro a los ojos como una maga insomne
- El orden de lo finito. Hernández Núñez, Ángela
Estoy soñando contigo, dice una voz en la noche.
Camino sobre un espejo lívido. Tal vez la mar.
Monstruo indefenso. Pueblo tierno de césped.
Ronronea.
En cercanía, luciérnagas, brevísimas piedras,
hunden la oscuridad.
Del otro lado surgen filamentos de hierba.
En el cielo un relámpago, sonrisa de enigmática
presencia.
Estoy soñando contigo
Fíjate en las flores de las cañas.
Sedosas.
Fluctuantes.
Flotantes.
Velos en mi sangre soplados por tu boca.
Dice una voz en la noche
Hay un grano de polvo,
un rosal que levita en nuestro patio.
- Sintiéndote. Medrano, Marianela
Descuelgo el adiós
ensayo sus primeros pasos
No sé cómo sin herirme
prescindir de tu cuerpo
En verdad
a tantos años de tenerte
no entras en mi olvido.
- sólo tu rostro, amor, es un caracol de orquídea. Nacidit-Perdomo, Ylonka
sólo tu rostro, amor, es una larga antología de sueños, aves que escapan ingenuas. multitud de escombros al subir el día plural en la escalera, triángulo que llueve todo, la ciudad, las olas encontradas, la mirada que guarda la tarde.
[llueve. y el paisaje es un espacio verde. palabras olfativas de oquedad. Y en los remos de mis manos el agua empuja viejos puentes y algas.
sólo tu rostro, amor, es el recuerdo. Inmóvil cielo. ver el mar por la ventana de olor arena y frío intenso. sólo tu rostro, amor, es un caracol de orquídea. y a ratos frágil [llorando en los nudos de tu boca] montañas de palabras].
- 10. Gris y reseca. Román, Sabrina
Te prestaré mi garganta
hablaré contigo como si fueras piedra
seré parte de tu cuerpo endurecido
antigua ciudadana del cielo y las quimeras
me sentaré en tu suelo
dejaré de ser gaviota
veré mis plumas crecer en mi derrota
si es preciso
me quitaré el disfraz de lícito letargo
que estranguló mis sienes aturdidas
hablaré en tu idioma
no temas
solo digo palabras buscas y mascadas
con un sonido helado
que tal vez
salió de la inopia de mis labios
o de la efímera insidia que me corre
por las venas
Te hablaré con la resina de mi lengua
resguardada
con el reverso ingrato de mi vida
hablaré en tu idioma
viento afuera
quedándose mi mente zozobrada
pensaré como una piedra gris y reseca
con mi tez endurecida
seremos
un diálogo fugaz de frases refractantes
La garganta me devuelves
y mi cuello tan frágil es rasgado
para que las heridas no vuelvan a tocarme
Me he quedado tan piedra que no siento
el aliento del viento en mis espaldas
Te hablaré de mi vuelo de retorno y ensenadas
meceré tu rudeza entre mis plumas
tejeré sobre el tiempo mi desvelo
de ser piedra como tú
gris y reseca.
- Por si alguien llega. Santos, Yrene
Por si alguien llega
tendré preparadas las sábanas
donde comulgarán los sueños
limpiaré las ventanas
el aire correrá suave
y será de otra forma la sonrisa
Por si alguien llega
esconderé los espejos
no será necesaria la imagen borrada
bastará la otra cara del silencio
para devastar el tiempo
Por si alguien llega
encenderé incienso
llenaré de flores el cuarto
luces multicolores alumbrarán los rincones
por si alguien llega
tendré preparado el vino
las frutas húmedas
el papel delicado
esperando un pincelazo
Por si alguien llega
estarán rotas las palabras
para unirlas de nuevo
en el asombro y la alegría.
- Te haré el amor. Silverio, Rosa
Te haré el amor en París y en Filadelfia
sobre las aguas del río Hudson
en los subterráneos del Times Square
en la montaña más alta de la tierra
en el escondite secreto de los tigres
cuando caiga la nieve y cuando llueva
en tiempos de sequía y en las noches de bombardeos
cuando el sol se aleje para siempre
cuando sean los últimos días del planeta
cuando eso ocurra
te haré el amor en las salas de cine
en los ascensores y en los coches en marcha
en los vagones vacíos de los trenes
en todos los aviones que tomemos
Te haré el amor y te tatuaré mi nombre
te morderé el corazón y te rasgaré los ojos
me desnudaré para ti y me quitaré la carne
me quedaré en huesos y te mostraré mis dientes
Te haré el amor en todos los idiomas
en nombre de todas las religiones
en todas las posiciones posibles
Así viviremos el tiempo que nos fue robado
el que tiré a la basura, el que no quise
el tiempo que me quitaron la enfermedad y las pastillas
el que le di a los buitres, los errores y las sombras.
Te haré el amor en Madrid, en nuestra tierra conquistada
en los tiempos de calor y en las épocas de frío
saltaré los charcos que dejaron los aguaceros
cerraré los capítulos más amargos
abriré para siempre nuestras puertas
y en todas las iglesias del mundo
resonarán felices las grandes campanas
Por Miguel Collado