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23 de abril 2024
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OpiniónRolando FernándezRolando Fernández

“Por sus hechos los conoceréis”

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¡Qué tan verídica expresión!, asociada con el contexto bíblico de S. Mateo 7: 15-16, en que aparece: “Por sus frutos los conoceréis”, y manda a “guardarse de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, más de dentro son lobos rapaces”. ¡Cuántos de esos hay en este país!

Es obvio que, las actuaciones de los humanos a través de su paso por las corrientes de vida que estén cursando, constituyen el mejor de los parámetros para aquilatar imparcialmente las conductas observadas por los congéneres con que compartimos de manera cercana, o conocemos por las informaciones sobre su accionar cotidiano que se hacen públicas, y llegan hasta el grueso de la sociedad, en la mayoría de los casos.

Cada cual se pone en evidencia por sí mismo, según sus actos, aireados pueblerinamente sin contemplación; o, aquellos privados que solo conocen ciertos allegados, pero que de alguna forma los dejan saber. ¡Ninguna verdad jamás permanece oculta para siempre!

El no reparar en esa certera aseveración origina por lo regular loas inmerecidas, que se traducen en el llamado “lambonismo” popular, a veces por apasionamientos, en términos personales; cuando no, por remuneraciones solapadas, como es de estilo.

Pero, además, se trata en adición de estar desmintiendo, o tapando los primeros casos, aquellos ampliamente conocidos, aun se reporten como concretas realidades innegable. ¡El caso es defender lo indefendible!

En el tenor de lo tratado, cuando se escucha localmente a determinados comunicadores y “programeros” emitir juicios, u opiniones parcializadas a todas luces, en defensa de algunos actores políticos nuestros, principalmente, la conclusión a la que se arriba se torna asqueante. ¡Cuántas “lambonerías” inmerecidas, que a cualquiera rompen los ojos!

Y es que, no se puede pretender estar tapando el Sol con un dedo, ante las tantas desfachateces, desaprensiones, y corrupción estatal, en que incurre la clase política nacional, con rarísimas excepciones. Sin embargo, es lo que más se procura entre nosotros, utilizando la radio y la televisión nacional, por razones variadas, como dijéramos anteriormente.

Ahora, lo que más chocante y detestable resulta, es el hecho de que, la gente con mayor proclividad hacia ese tipo de tarea, son personas que se jactan de ser muy cultas e inteligentes, cuando en realidad lo que lucen es bastante mediocres; y, como tuertos en el país de los ciegos. Creen que el estar repitiendo cosas que han leído, o que otros han dicho, utilizando a veces palabras y frase rebuscadas, es tener verdadera formación.

El hombre con reales condiciones de ese tipo, jamás se inclina por estar lisonjeando a nadie, y mucho menos cuando no hay razones valerosas para hacerlo. Sí reconoce méritos acumulados, como el comportamiento debido que se observe, pero sin mostrarse nunca como “chupamedias”, aun le empuje “don dinero”, que sería la condición más “aguijonante”.

Lastimosamente, innúmera es la cantidad de lambones que se gasta este país. Muchos de ellos esconden la mediocridad, y tan deleznable condición personal, detrás de un saco y una corbata, aunque las ponen en evidencia tan pronto comienzan a expresarse. El buen observador las advierte con gran facilidad.

¡Los frutos provenientes de los despreciables actos atribuidos a loados inmerecidos, jamás se podrán borrar por más intentos “lamboneriles” que se hagan!

 

 

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