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25 de abril 2024
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OpiniónAlfredo de la CruzAlfredo de la Cruz

¿Por qué no acometer ahora las reformas que no ameritan ir al diálogo nacional?

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La gente tiene preocupaciones por muchos temas, pero entre ellos hay algunos que ocupan la principalía y las autoridades dominicanas tienen que hacerle frente de cara a la población. Nos referimos al alto costo de los alimentos, el alto costo de los libros y útiles escolares y la inseguridad.

Es que los ingresos que reciben los ciudadanos no alcanzan para suplir las necesidades básicas y como si fuera poco han aumentado considerablemente los precios de todos los productos, incluyendo los artículos de primera necesidad. Lo que dificulta aún más, la ya de por si difícil situación que confrontan los ciudadanos para llegar con cuentas cuadradas al final de mes.

Es cierto que actualmente la inflación se presenta como un fenómeno que es común a casi todas las economías, principalmente las que dependen mucho de insumos y materias primadas importadas, como es el caso nuestro, aquí en República Dominicana. Sin embargo, los economistas a nivel internacional estiman que este fenómeno no es duradero y que no existen riesgos de efectos a largo plazo, por lo que no debería generarse preocupación alguna por el futuro de los precios.

El problema es que la gente de a pies no entiende este fenómeno, y presuponen que es un tema que el gobierno debe resolver de la manera que sea. Pero, en realidad, la inflación no solo afecta el bolsillo de nosotros los ciudadanos, sino que también afecta la imagen política del gobierno de turno. Sin embargo, como hace tiempo se decidió que la dominicana es una economía de mercado, los precios dependen más de la oferta y la demanda, y no es mucho lo que se puede hacer.

Es ya tradición asentada que los empresarios y los comerciantes argumenten sus pérdidas acumuladas de más de un año, por la crisis económica generada por el patógeno y, aunque en verdad pudieran mostrar preocupación por la situación, no van a hacer sacrificios por el pueblo. Lo que coloca a las autoridades del gobierno en una situación muy difícil para manejar el fenómeno de la inflación actual, aun con la voluntad de diálogo que existe.

Pero, a pesar de todo esto, la economía de mercado si permite la intervención en casos excepcionales y el gobierno debería prestar atención a ello y ver cómo trabaja en acciones favorables a una estabilidad de precios, tomando en consideración que, los fundamentos de la economía dominicana y la estabilidad macroeconómica, por lo menos hasta ahora, no están en riesgo y aún existe control del tipo de cambio y de la tasa de interés, variables de importancia en este ámbito. Estas acciones interventoras podrían empezar, por ejemplo, en descubrir, si detrás de las alzas de precios, es la especulación que está haciendo de las suyas y pescando en río revuelto.

Por otro lado, la política tributaria puede influir en la distribución de ingresos de un país mediante el financiamiento de gastos públicos en la salud, la educación y las transferencias asistenciales. Pero también, mediante el diseño de una combinación de impuestos progresivos, proporcionales y hasta regresivos, se pueden lograr efectos redistributivos.

Los efectos redistributivos, son una característica en los impuestos que, principalmente se asocia con la equidad vertical, que significa que las personas de mayor capacidad contributiva deben pagar proporcionalmente más impuestos. Pero también se entiende en un sentido horizontal la equidad y es que los impuestos deben afectar, a personas que tengan igual capacidad contributiva de igual manera. Lo cual es muy importante, en la redistribución del ingreso, pues contribuye a la aceptación del sistema tributario, que resulta clave como factor para el cumplimiento tributario.

En cuanto a la inseguridad, debemos comprender que no existe sociedad humana sin criminalidad, violencia e inseguridad. La seguridad, como expresión de una necesidad vital del ser humano, es de las preocupaciones principales en cualquier sociedad y es paralelamente, una condición fundamental para el desarrollo de la persona y la sociedad misma, por cuanto implica certeza y ausencia de riesgo, amenaza o daño.

La seguridad entonces se refiere y está sujeta a los distintos actores sociales y el desarrollo de las personas, por tanto, es una construcción social. Lo que representa en la actualidad un desafío mayúsculo en la gestión pública y la responsabilidad de los gobiernos democráticos y constituye, a la vez, en esta sociedad moderna, uno de los símbolos de la crisis, desde la perspectiva de la sociedad del riesgo y de un enfoque que se centra en la seguridad de las personas.

La seguridad y su construcción se asocian hoy a un marco y contexto sociopolítico de mayor exigencia que antes. Hoy el enfoque sobre la seguridad y las formas de alcanzar los niveles requeridos, están en directa relación con la democracia y en que la seguridad tiene como finalidad última servir a la misión del Estado.

Entonces, una sociedad cuyas aspiraciones se centran en su desarrollo social, asumirá la democracia y la gobernabilidad como los derechos y obligaciones individuales y colectivas, como los referentes como el escenario para la construcción de la convivencia social y la seguridad para las personas.

Es por todo esto que, mientras una parte de las autoridades del gobierno está preocupada, y si se quiere interesada e invierte grandes esfuerzos en el presente dialogo nacional, para alcanzar los consensos necesarios, para la siguiente ola de reformas estructurales que requiere la sociedad y que inicio el pasado 30 de agosto a instancia del presidente Luis Abinader, hay una parte de la población dominicana, especialmente la vulnerable, aquella con la que los gobiernos dominicanos acumulan una deuda social histórica considerable, que quiere y necesita respuestas, las cuales no necesariamente están en ese dialogo nacional y si lo estuvieran, es muy probable que esas posibles respuestas no sean en el corto plazo.

Porque, por ejemplo, un gran acuerdo en el ámbito de la seguridad y/o en lo fiscal, sus potenciales resultados podrían ser visibles en el mediano plazo y se corre el riesgo de irse los siguientes dos años en medio de la construcción de esos acuerdos. Estamos finalizando el año 2021, más dos años, sería el 2023 y dado que el 2024 es un año electoral, eso representa tamaño inconveniente.

Considerando esa real situación y dado que en el Congreso Nacional cursan leyes que están durmiendo el sueño de los justos y que de aprobarse serian un gran aporte a la pacificación, estabilización y desarrollo de la sociedad misma, como son, la reforma a la ley de seguridad social, los códigos: laboral, penal, y del agua, entre otros, que no necesitan esperar un consenso del dialogo nacional y dado principalmente que el partido de gobierno tiene mayoría en ambas cámaras, se hace muy fácil dar el gran salto para sus respectivas aprobaciones.

Señor presidente, Luis Abinader, usted no nos ha pedido consejos, lo sabemos, pero como cientista social, como investigador, nuestra humilde recomendación es que, aunque entendemos y creemos que el dialogo con los diferentes actores políticos es muy bueno e incluso lo celebramos, pero más bueno y digno de celebraciones sería,  poder en el corto plazo, avanzar las piezas legislativas que están ya en el Congreso Nacional y que hemos citado, porque pueden devolverle la esperanza y ayudar a pacificar esta sociedad que ya está cansada de que la mareen. Los demás temas señor presidente, pueden seguir su curso en el dialogo nacional.

Por Alfredo De la Cruz

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