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25 de abril 2024
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OpiniónLeandro Ortiz de la RosaLeandro Ortiz de la Rosa

¿Por qué dueños de periódicos digitales y sin academias, matan la moral de la sociedad?

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Es sabido por un amplio segmento de la sociedad, una práctica temeraria y abusiva que es de conocimiento en los sectores con incidencia pública, la implementación del asesinato moral, manipulación de información y la creación de noticias falsas asimilada como mecanismos existentes, promovidos por acreditados extorsionistas, donde un personaje que dice representar un medio digital se dedique a determinadas prácticas para perseguir la búsqueda de objetivos que no comulgan con ningún lineamiento de la moralidad.

En el oficio de la comunicación, un periodismo a que choca con el Código de Ética y del Periodista que sí cursó estudios universitarios. Aunque muchos empíricos del periodismo no lo crean así, por el solo hecho de beneficiarse de una ley obsoleta y de un anacronismo jurídico que va contra el rigor científico de toda actividad humana. La comunicación, ha causado un revuelo de alto calado deontológico en el debate nacional en lo que respecta a la práctica periodística que demanda la sociedad actual.

Los medios de comunicación tradicionales han actuado siempre bajo la constante regulación del Estado y ante el consumo en confianza de sus lectores y espectadores.

Fruto del avance de la Sociedad de la Información y la Comunicación, los medios han tenido que hacer sinergias con las redes sociales, su principal anclaje en la divulgación de la información, traspasando los criterios de ley y procedimientos éticos ante la actividad profesional del periodismo, al campo desregulado y minado por personeros que utilizan una página digital para usurpar la función efectiva de comunicar con profesionalismo.

En nuestra sociedad, existen individuos no regulados, sin academias ni formación moral y en valores, quienes con noticias falsas extorsionan, estafan, roban honras, valiéndose de individuos que lucen detrás de ellos, quienes narigonean e instruyen para tales prácticas dañinas en detrimento de personas y entidades para sacar pingues beneficios económicos y hoy lucen bien planchadas guayaberas, trajes finos, buenos vehículos y además se han convertidos en empresarios del préstamo informal con tan solo , aprovechar sin responsabilidad individual el Ciber Espacio.

No es casual que para cobrar y sacar provechos económicos se sirvan de las bondades de las plataformas que brindan las redes sociales, y otras vías, para chantajear con informaciones no sustentadas en confirmación u oficialidad.

Causa espanto y asombro el hecho de que “grupo de comunicadores o periodistas” las comillas son mías, se dediquen a una industria de la extorsión y el chantaje, generando tendencias, apostando al “argumentum ad pasiones”, lucrándose y saliéndose con las suyas cuando hay normas y leyes que si castigan estos delitos.

Constituye la mayor ofensa al ejercicio de la comunicación y sobre todo a aquellos que hicimos una carrera universitaria para vivir del periodismo ético y decente. Es de saber, que un amplio segmento de la población sostiene que el principal medio por donde operan estos individuos sin escrúpulo ni respecto a la dignidad humana, se encuentran en los blogueros, periódicos digitales representados por personas sin formación moral y académicas en las redes sociales.

Por el impacto que éstas causan, y el morbo que genera presentar informaciones negativas sobre alguien, hace inminente la necesidad de establecer mecanismos de control a lo que se expone en libertinaje puro y duro en las redes sociales, y la de establecer prácticas que alineen al periodismo con sus principios éticos.

El Siglo XXI será caracterizado por ser el período de la comunicación bajo el andamiaje de la tecnología y el uso de la información. Hoy ya se habla del concepto de la “Sociedad en Red”, en donde podemos apreciar sus consideraciones con respecto a los nuevos mecanismos de relación social entre los individuos mediante plataformas tecnológicas que viralizan la información brindada, pero no en vía de orientar, ni informar, si no extorsionar y de eso los hay por montones.

Se hace necesario delinear, comparar entre sociedad real y sociedad virtual, sobre el sustento del internet como el todo de un universo que sirve de base para que los individuos cooperen entre sí, desde dimensiones de relación y cohesión político y social derivados de los fenómenos acontecidos en los planos de lo global y local. El mismo define las redes sociales como “un conjunto de todos interconectados”. Caracterizadas por ser abiertas, con capacidad de expansión sin fin, suponiendo un afán en la divulgación colectiva.

El límite y la responsabilidad en el uso de las plataformas tecnológicas han descentralizado el ejercicio de divulgar contenidos con propósitos de opinión, informar o de hacer propaganda. Hoy cualquier individuo sin ir a una universidad se llama comunicador, periodista o cientista de la comunicación, es por ello de fortalecer el Instituto de Protección al Periodista Profesional (IPPP), ya que un carajo a la vela con su teléfono celular, puede hacer llegar a miles de millones de usuarios interconectados, y hasta incidir en los medios de comunicación tradicionales.
Esto tiene ya un control, un registro y la historia de casos en los tribunales lo demuestran, casos resientes donde ya hacedores de opinión han sido condenados y otros seguirán siendo por el uso desproporcionados de los medios y las redes sociales.

Lo que plantea un gran debate con respecto al derecho. La ´libertad de expresión´ lo sostiene un código de normas y jurisprudencias donde los Estados tienen la necesidad de tener que regularlas en términos de control de los contenidos.

En las propuestas más acertadas se hace necesario la regulación de los medios digitales, y que estos sean dirigidos por verdaderos profesionales de la comunicación.

Dicho, así como solución alternativa a los conflictos que surjan entre estos con la sociedad y el avance de la impronta legislativa que en estos momentos cursa por ante el Congreso Nacional y sobre todo para sancionar el surgimiento de un ilícito de opinión o divulgación, con impacto en diferentes jurisdicciones.

El objeto que el colectivo demanda es, el de combatir la amoralidad ante todas las plataformas tecnológicas o tradicionales. El chantaje y la extorsión en redes sociales en la República Dominicana tiene que acabarse ya, para que haya armonía entre el derecho, el periodismo, la comunicación y los criterios éticos-deontológicos de las partes involucradas, o decir:
Padre, mi reputación, mi moral y mi dignidad te la encomiendo, antes qué un bloguero o mal llamado periodista o comunicador en las redes sociales me la destruya.

Por Leandro Ortiz de la Rosa

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