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19 de abril 2024
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OpiniónVíctor Manuel PeñaVíctor Manuel Peña

Política económica y ajuste fiscal

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Como los fenómenos y hechos económicos son tan dinámicos comola realidad misma, hay el imperativo de monitorear constante y permanentementeel desempeño de la economía de un país y de sus distintas esferas ydimensiones.

Y en esa evaluación de la economía de un país hay que tomarsiempre en cuenta la evolución de los factores internos y de los factoresexternos, pero también la política económica y sus efectos en la economía.

Así, la política económica, que está en la dimensión de laeconomía normativa, precisa de ajustes, reajustes y reorientación en sentidogeneral cuando sus repercusiones o efectos provocan o podrían provocar grandesdistorsiones o externalidades negativas en la asignación de los recursos,eficiencia, distribución y redistribución de los mismos en el sistemaeconómico.

Pero siempre la economía positiva, inserta en el orden de locognoscitivo, debe servir de marco de orientación de la política económica,porque la construcción de lo que debe ser se hace a partir de una comprensión eintelección de lo

que es (la realidad misma); y sobre esta realidad es queactúa la política económica en la línea de producir cambios o modificacionespara tener un orden de la realidad nuevo o cualitativamente diferente al ordende la realidad que se tenía en el punto de partida.

Es decir ese conocimiento científico de la realidad material–sistemas, procesos, fenómenos y hechos económicos- nos lo proporciona laeconomía positiva o la ciencia económica.

En esa perspectiva ni la política fiscal ni la políticamonetaria deben ser estáticas, porque son ellas las que se plantean, en elmarco de la esfera u orden de lo normativo, la construcción de un nuevo orden-lo que debe ser- a partir de lo que es o de la realidad misma que se tiene enun momento determinado, lo que significa que entre la política económica y larealidad material no debe haber una confrontación o contraposición total ypermanente, pero tampoco la política económica puede convertirse en unaretranca que evite el desarrollo de la economía o que se convierta en unapalanca propulsora de grandes crisis.

En ese punto de atascamiento se encuentra la políticaeconómica del gobierno de Danilo Medina.

Y son tres los ejes coordinados de ese punto de atascamiento:la magnitud del déficit fiscal, los exagerados y exasperantes niveles deendeudamiento y la devaluación sostenida y acelerada del tipo de cambio. Y estoestá ocurriendo en medio de un entorno internacional atiborrado de grandestensiones e incertidumbres, por lo que las consecuencias de esta crisis fiscalpodrían ser dramáticas y traumáticas.

La situación fiscal hoy no es menos grave que la situaciónfiscal a agosto de 2012. Y yo diría, a partir de las estadísticas disponibles,que la de hoy es mucho más grave que la del año 2012.

¡Pero ambas situaciones son manejables en el marco de losgrados de libertad de la política económica y del ingenio humano sin necesidadde destapar una olla de grillos contra los molinos de viento del macro-déficitfiscal! ¡El proyecto reeleccionista que se tenía bajo la manga marcó ladiferencia en el tratamiento de la situación fiscal en el 2012!

En el contexto de la necesaria reorientación de la actualpolítica económica se impone un necesario reajuste fiscal que permita reducirla magnitud del déficit fiscal y aligerar los excesivos niveles deendeudamiento y quitarle presión al mercado cambiario en la línea de detener ofrenar la sostenida, progresiva y agitada devaluación de la moneda nacional.

Es archisabido que el gobierno no solo se endeuda para financiarel déficit sino que se endeuda también para pagar deuda, y la devaluaciónacelerada de la moneda modifica peligrosamente la estructura de costos en laeconomía y en particular aumenta sensiblemente el costo del servicio de ladeuda externa en pesos.

Y esto crea un gran desequilibrio entre los sectores queproducen para el mercado interno y los sectores que producen para el mercadointernacional.

Esa estructura de costos crecientes en el sistema económicopodría desembocar en la macro-distorsión de la inflación no controlada o fuerade control y terminaría lacerando la misma estabilidad macroeconómica yevitando la continuidad del crecimiento económico al afectar los índices deproductividad y de eficiencia.

Evitemos caer en un círculo vicioso pernicioso y destructivo.

Sobreajuste fiscal, no; pero ajuste fiscal, sí. Y sí procedehacer una auténtica reforma fiscal (no una reforma tributaria para subirimpuestos), ahora o después, en la línea de sanear las finanzas del Estadodominicano.

El sobreajuste fiscal del FMI, en base a la receta de siempreque se aplica por igual a desarrollados y subdesarrollados, no procede aplicarporque tumba el crecimiento y tiene unos costos sociales demasiado altos parala población en términos de agravamiento de la pobreza y de la desigualdadsocial.

Pero sí procede un ajuste fiscal moderado en la línea depreservar el crecimiento y la estabilidad. Ese ajuste fiscal implica larealización de una reforma fiscal integral en la que se contemple una seriareforma tributaria y una seria reforma del gasto público.

La reforma tributaria no debe ser para aumentar las alícuotasde los tributos actuales sino para actuar sin demagogia sobre la evasiónimpositiva y el gasto tributario (exenciones, exoneraciones y subvenciones). Sise hace esto la reforma permitiría convertir parte de la presión tributariapotencial en presión tributaria efectiva.

Además, hace tiempo que debió haberse introducido en lalegislación impositiva la figura del crimen en materia tributaria. Es decir apartedel delito en materia tributaria, hay que consignar en la ley la figura delcrimen en materia tributaria, única manera de castigar severamente el hechopunible o desviación punible de la evasión impositiva cuando se hace conpremeditación, asechanza y alevosía.

Y solo se podrían introducir nuevas figuras impositivas si loque se busca es aumentar la progresividad del sistema tributario dominicano, detal manera que paguen más los que más tienen y menos los que menos tienen o notienen nada.

Y la verdadera reforma del gasto público no espera más, y lamisma debe implicar una reestructuración y saneamiento del gasto público quepermita aumentar significativa sus niveles de eficiencia y de efectividad, porlo que hay que proceder a eliminar las líneas de gasto superfluo e innecesariocomo el excesivo gasto en publicidad, la supresión de instituciones como elMinisterio de la Juventud y el Ministerio de la Mujer, la total limpieza de lanómina pública y que toda creación o apertura de nuevas líneas de gasto debeestar sujeta a la realización de estudios previos que den cuenta de sunecesidad social expresada en la factibilidad social o la rentabilidad social(responsable evaluación de los costos y los beneficios sociales).

Y la ejecución del gasto público debe ser fiscalizadapermanentemente por el Congreso de la República y por la Cámara de Cuentas. Ytodo esto hay que hacerlo en el marco de un régimen de consecuencias.

Esto significa que debe haber total transparencia en laejecución, evaluación y fiscalización del gasto público y de las finanzaspúblicas en sentido general.

De no hacer el ajuste fiscal correspondiente, en el paísseguiría incubándose en la delicada situación fiscal del Estado dominicano unacrisis económico-social de grandes dimensiones que podría explosionar encualquier momento, llevándose consigo la estabilidad macroeconómica y elcrecimiento.

 

 

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