La estrecha relación entre Dominicana y Venezuela es un lazo que se fortalece desde que esta nación acogiera a nuestro prócer Juan Pablo Duarte en las postreras de su vida, que con gusto replicamos cuando recibimos a miles de hermanos venezolanos que se vieron forzados a salir de su país ante las represalias del gobierno actual, matizado por las similitudes y contrastes históricos incluyendo nuestra preferencia del Merengue como ritmo para celebrar la vida.
Estos días la agenda mediática mundial se centra en la situación socio-política que atraviesa la República Bolivariana, que alcanza su punto de quiebre con el apoyo expreso de que Nicolás Maduro renuncie a la presidencia heredada por Chávez desde el 2013 y que no fue hasta que el joven diputado Juan Guaidó se alzó el pasado 23 de enero, con un discurso público como líder de la oposición, proclamándose presidente interino de la potencia petrolera y recibiendo el inmediato reconocimiento oficial del Gobierno de Estados Unidos seguido de varios paises, incluyendo a la República Dominicana.
A esta fecha los acontecimientos siguen desarrollándose con una comunidad internacional encabezada por Estados Unidos, China y Rusia atenta a ser parte de los aprestos de negociación interna, a la presión del sector opositor para la abdicación y el clima de incertidumbre que reina, donde lo único indudable es que plátano maduro no vuelve a verde.