Santo Domingo 23 / 31 Soleado
ENVÍA TUS DENUNCIAS 829-917-7231 / 809-866-3480
25 de abril 2024
logo
OpiniónHumberto SalazarHumberto Salazar

Plata o plomo la ley de los narcotraficantes

COMPARTIR:

En una de las escenas que dan inicio a la serie de televisión ¨Narcos¨ de la compañía norteamericana Netflix, Pablo Escobar acompañado por su primo y socio Gustavo Gaviria, se acercan a un retén policial en la entrada de un pueblo mientras transportan toneladas de cocaína dentro de un camión.

Al ser detenidos por las autoridades, Escobar con toda la calma del mundo aun a sabiendas de que ha sido descubierto, conversa con los policías y les dice que los dejen pasar a cambio de una alta suma de dinero, solo que uno de los oficiales se resiste a ser sobornado y amenaza con detener a los ambos delincuentes.

El también conocido como ¨patrón del mal¨ se dirige directamente a ese oficial policial, le menciona su familia, su mujer, sus hijos y hasta la dirección en que viven, dándole a escoger uno de dos caminos ¨plata o plomo¨, acepta el soborno o se atiene a las consecuencias en contra de el y los suyos.

Lo ocurrido en el barrio de Los Guaricanos en la parte norte de la Provincia de Santo Domingo con el raso de la Policía Nacional Paul Encarnación Mejía, muerto de varios disparos mientras estaba con su hijo de dos años de edad en la puerta de su casa, es un hecho grave y preocupante.

Pareciera que el poder adquirido por el narcotrafico en algunos barrios de las grandes ciudades del país es tan grande, que son capaces de mandar a matar, a las autoridades que se nieguen a recibir los sobornos que entregan a cambio de que miren para otro lado cuando comenten sus fechorías.

En la noche del pasado lunes lo que se produjo fue un atentado que se llevó a la tumba a un policía que hace apenas 40 días era felicitado por el jefe de la institución a que pertenecía, precisamente por no haber aceptado un soborno al intervenir en el decomiso de una cantidad importante de marihuana que era transportada en la carretera de Monte Plata.

Es como si se hubiera repetido la escena de la serie de Netflix, una patrulla policial encabezada por un capitán e integrada por dos oficiales mas y dos rasos, intercepta a un grupo de delincuentes, los detiene, les ofrecen un soborno, no lo aceptan, detienen a los narcotraficantes, y como no aceptaron la ¨plata¨ pues enviaron a dos sicarios a darles ¨plomo¨.

No importó para esos desalmados que el raso Encarnación tuviera a su hijo en brazos, el niño de dos años se debate entre la vida y la muerte en un hospital de la capital con una herida de bala en la cabeza, según relatan los testigos los asesino se jactaron gritándole improperios mientras le disparaban.

¨Plata o plomo, usted elige¨ es lo que dice Escobar en la escena al policía que se atrevió a detener su camión cargado de drogas, mientras le recuerda que toda su vida esta controlada por las bandas criminales que ya se habían adueñado de las calles y carreteras de Medellín, situación que era muy difícil se revertir por la voluntad de una sola persona.

Esa es la oferta para los que tienen el deber de perseguir a los que violan la ley; una cantidad de dinero producto del trafico de las sustancias que esclavizan a los que las usan y elevan la tasa de criminalidad a niveles nunca antes vistas en Latinoamérica, por algo las ciudades mas violentas del mundo se encuentran lamentablemente en nuestro continente.

Dinero en cantidades que nunca soñaron ganar, que es una tentación permanente para los codiciosos, que los hace esclavos de la voluntad de los narcotraficantes, que los hace violar el deber que tienen de honrar el uniforme que llevan como símbolo de autoridad, que los disminuye hasta convertirlos en delincuentes igual a los que se supone deben perseguir.

Y si no aceptan el soborno, entonces como ocurrió con el raso Encarnación, se ven expuestos, porque residen y conviven en los mismos barrios donde impera la ley de los narcotraficantes, a ser heridos o muertos, ellos y sus familias, solamente por intentar cumplir con sus deber como oficiales de la ley.

En esa frase, ¨plata o plomo¨, se resume lo que es el narcotráfico, aparte de las consideraciones de salud, impacto social y degradación que representa para una sociedad, es un simple y vulgar negocio donde las ganancias son tan exhorbitantes que permiten pagar sobornos y comprar policías, fiscales y jueces, de modo que pocos puedan resistirse a la tentación de elegir la ¨plata¨ antes que cumplir con su deber y verse expuestos al ¨plomo¨.

Resulta imposible desligar la ola de criminalidad que nos afecta del fenómeno del narcotráfico, que resulta de la venta de productos prohibidos que deben ser perseguidos por las autoridades, de donde se ha derivado una guerra que han causado miles de muertes en países que, como Colombia y Mexico, han tenido la mala suerte de ser el nido de las peores bandas criminales vinculadas a esta plaga para la humanidad.

Para tener una idea de lo que ocurre en este mundo tan bajo y perverso, tomemos las palabras de John Jairo Velasquez (alias Popeye) uno de los sicarios de Pablo Escobar que cumplió con una larga condena de cárcel y confiesa haber matado a mas de 250 personas en su larga carrera criminal.

Dice el que se hace llamar el sicario preferido de Escobar: ¨Si Pablo Escobar me dice que matara a mi padre, lo mato¨, de la misma forma agregamos nosotros, que mataron a mas de 550 policías en las calles de Medellín, solo para complacer la sed de sangre de un delincuente con tendencia a la psicopatía y sin ningún respeto por la vida de los seres humanos.

Ojalá que como sociedad podamos enfrentar este fenómeno que nos va arropando poco a poco, que muchos podrían decir es parte de la vida moderna y de formas de delito que nos llegan de otras culturas.

La muerte del raso Paul Encarnación Mejía pronto será olvidada, ninguno de los organismos de los derechos humanos se preocupará de lo que le ocurrió, ni habrá marchas verdes en su memoria porque nunca chantajeó a nadie, todo lo contrario, pereció porque no quiso la ¨plata¨ y por eso le mandaron a los sicarios a que le dieran de baja con ¨plomo¨.

¿Sería mucho pedir que se haga justicia por el y por su hijo?

Comenta