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19 de abril 2024
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OpiniónMiguel ColladoMiguel Collado

Personajes relevantes en la historia cultural y literaria de Jánico (1)

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Numerosos han sido los personajes notables vinculados a la vida janiquera que merecen ser recordados al momento de pensar en escribir sobre la historia cultural y literaria de Jánico a partir de su elevación a la categoría de común (denominación original de municipio). Este acontecimiento, de gran trascendencia en la historia de la división territorial-política-administrativa de esa comunidad serrana, tuvo lugar el 29 de marzo de 1881 mediante la Resolución No. 1927 emitida por el Congreso Nacional de la República.

Nos referiremos a 12 de esos personajes, siguiendo un orden cronológico atendiendo a la fecha de su nacimiento:

  1. Juan Antonio Alix (1833-1918), poeta popular mocano;
  2. César Padilla (1868-1929), escultor, educador y escritor puertorriqueño;
  3. Juan Antonio Collado (1898-1972), educador y periodista;
  4. Padre Santiago Godbout, MSC (1913-¿19…?), sacerdote misionero e investigador canadiense;
  5. Ana Dolores Infante (1919-2004), poetisa y educadora hostosiana;
  6. Reynaldo Luna Pichardo (1920-2005), poeta, pintor e investigador;
  7. Roque Adames (1928-2009), intelectual y líder de la iglesia católica;
  8. Lázaro Belio Fernández (1932-), poeta y destacado químico azucarero;
  9. Bernardo Rodríguez (1952-), poeta y animador cultural;
  10. Miguel Collado (1954), investigador, ensayista, poeta, cuentista y educador;
  11. Luis Alfredo Collado (1964), periodista-investigador, cuentista y poeta; y
  12. Aralís Rodríguez (1966), cuentista, novelista, periodista y diplomática

 

Juan Antonio Alix (1833-1918): su vínculo con Jánico a través de su poesía

 

Fue en 1976 ―recién habíamos dejado atrás la adolescencia― cuando por primera entramos al mundo poético de Juan Antonio Alix. Ocurrió por un fenómeno serendípico, ya que durante el proceso de la  investigación que realizábamos en torno a las raíces históricas de Jánico, municipio perteneciente a la provincia de Santiago, una de sus décimas folclóricas se cruzó en nuestro sendero: «El 23 del corriente» es el título.

Esa décima ―que aparece en el libro Cancionero de Lilís publicado por Emilio Rodríguez Demorizi en 1962― está  datada en la ciudad de Santiago de los Caballeros el 19 septiembre de 1900 y en ella Alix no tan solo anuncia la celebración de la tradicional festividad que en honor a Nuestra Señora de las Mercedes tiene lugar en dicha comunidad cibaeña entre el 15 y el 24 de septiembre, sino que ofrece detalles intrahistóricos interesantes sobre la vida cotidiana de ese poblado, con nombres y apellidos de munícipes destacados:

 

«EL 23 DEL CORRIENTE

 

Señores, hago saber,

Por medio de estas canciones,

Las grandes preparaciones

Que Jánico suele hacer

Para mejor complacer

En esa bendita zona,

A la divina Patrona,

Las Mercedes bendecida,

Que no desampara en vida

Ni en muerte nunca abandona.

 

El Presbítero Ramón

Antonio Pérez, sabemos,

Que al frente allí lo tenemos

En esta celebración.

Pues con mucha antelación

La Iglesia hizo pintar,

Y todo bien adornar

Para que sea más lucida,

La fiesta a la bendecida

Patrona de aquel lugar.

 

Daniel Báez, Comandante

O Jefe allí Comunal,

Se empeña lo más formal

En quedar lo más triunfante;

Pues con gente allí bastante

De a pie y caballería

Y salvas de artillería,

Recibirá lo mejor

A Mon el Gobernador,

Que irá el veintiocho día.

 

El Pichardo Danielito,

Como Alcalde del lugar,

Que se afana sin cesar

Por el bien del pueblecito;

Un discurso muy bonito

Tiene ya en preparación,

Para cuando llegue Mon

Pronunciarlo en su presencia,

Con tan lucida elocuencia

Que causará admiración.

 

Dicen que Pancho de Luna

Echará en esta jarana

La casa por la ventana

Sin dificultad ninguna.

Cambiaso, sin duda alguna,

En chispa se meterá,

Y más hoy como él está

Dizque, medio regordón.

Por eso con más razón

Atrás no se quedará.

 

Dicen que el Cura Ramón

Ha invertido buenos reales

En fuegos artificiales

Que habrá con profusión.

Y en esta celebración

Habrá una famosa orquesta,

Pues según está propuesta

De Santiago ha de pasar

Para más solemnizar

Esa referida fiesta.

 

Y según parte oficial

Del Alcalde Danielito,

Quedará lo más bonito

Ese bello festival,

Pues todos en general

Entusiasmados están,

Y se alistan con afán

Para todos bien quedar,

Y complacidos dejar

A los que allí pasarán.

 

También nos dice Daniel

Con un empeño tenaz,

Que habrá bailes de disfraz

Y que el empresario es él.

Así es, que un gran papel

En todo hará Danielito,

Y quedará lucidito,

Porque el muchacho promete;

Pero cuando el pico mete

Pone a cualquiera blandito.

 

Y que varios curas van

A la fiesta, según creo,

Pues van el Padre Eliseo,

Lamarche y Manuel Román,

Y algunos predicarán

En esa fiesta bendita,

Y para más exquisita

Misa habrá de revestido,

Según asi he sabido

Por mi vecina Julita.

 

En fin, el Padre Ramón

Y el Jefe allí Comunal,

Al público en general

Les pasan invitación,

Y a todos, sin distinción,

Les suplican asistir

Para poderle pedir

A las Mercedes piadosa,

Que una vida más dichosa

Nos ayude a conseguir».

 

Es evidente que el célebre decimero mocano visitaba Jánico y conocía muy bien a su gente, compartía con ella y, con ese don natural de cronista observador y visionario que le caracterizaba, le había tomado el pulso a la cotidianidad de aquel lugar, tan perdido en la serranía.

Luego, ya lejos el tiempo de nuestro primer contacto con su obra, tuvimos un segundo encuentro, planificado y definitivo, con Juan Antonio Alix. Fue en el 2005, año en que hubimos de contactar a su biznieta Teresa Pereyra Goico de Pierre con el propósito de obtener de ella autorización para reeditar el volumen de las Décimas inéditas compiladas y publicadas por ella en 1966 con prólogo del historiador Emilio Rodríguez Demorizi. Aquella agradable señora,  octogenaria y lúcida, nos ofreció detalles sobre las circunstancias en que tuvo lugar la edición de esa colección de las décimas inéditas de su bisabuelo, quien nació en Moca el 15 de febrero de 1833 y falleció el 5 de septiembre de 1918 en la ciudad de Santiago de los Caballeros, donde era llamado el Cantor del Yaque.

 

César Padilla (1868-1929): un puertorriqueño convertido en janiquero

 

César Padilla, nacido en 1868 en la hermana isla de Puerto Rico, es considerado uno de los pioneros de la educación en el municipio de Jánico, dedicando gran parte de su vida al magisterio en esa comunidad. Poseedor de excelentes virtudes como educador y como ser humano, contribuyó significativamente con el desarrollo cultural de la sociedad janiquera, a la que, como inmigrante, supo integrarse perfectamente, como un janiquero nativo, participando activamente en los eventos relevantes organizados en fechas de importancia histórica. En varias ocasiones fue miembro del comité organizador de las fiestas patronales.

Además de ejemplar maestro, Padilla era escultor, pintor y escritor. Como escultor, elaboraba figuras y objetos de barro que utilizaba en la escuela como material didáctico en el reforzamiento del aprendizaje de sus alumnos, quienes lo respetaban y amaban con la devoción con que unos hijos veneran a su padre. Tuvo como sobresaliente discípulo a Reynaldo Luna Pichardo.

Como articulista, de su pluma salieron excelentes artículos dados a la prensa: en revistas y periódicos. Por ejemplo, su artículo «Emmanuel, Dios con nosotros. Promesa sagrada» —datado en Jánico en diciembre de 1922 y publicado en El Pensamiento del 10 de enero de 1923, primer periódico editado en Jánico— es una prueba de su vasta cultura, de la belleza lírica de su prosa y de su talante intelectual. A continuación transcribimos un fragmento de ese artículo de Padilla:

«Habían rumores en el aire, rumores de algo insólito, de algo maravilloso, cumplimiento de deseos, reminiscencias de cosas flotando en los fulgores de un nuevo día; un punto rojo, una gota de rocío, de destellos de rubí, ensanchándose, ensanchándose hasta formar un astro de resplandores de purpura, de intensidades […] de crepúsculos en medio de un halo de luz blanca, muy blanca, como el primer ensueño en el tálamo de una novia.

Era promesa antiquísima, del principio, y cuyo cumplimiento, apuntado por el Talmud, se esperaba. La raíz de Jesse debía florecer, y de ese florecimiento había de venir la redención; la negra sombra echada por el pecado de Adán se resolvería en claridad, que es la blanca luz del alba de la vida. Estremecíanse presagios de grandeza, y, el Garamanta, en las arenas de sus llanuras quemadas por el sol, al beber el agua del pozo del oasis que abrió las lágrimas de Agar, y el Masageta en las estepas áridas de allende la Persia tendiendo el arco que dábale como alimento la tierna carne del reno, y el Cimbrio en sus grutas guarecedoras de los deshielos de la montaña, y el Bándalo, y el Bretón, y el Hérculo, en sus soledades, y la sacerdotisa de la isla de Sein al levantar la rama de sus sacrificios driúdicos, tenían fija su vista en el Oriente, en ese punto donde ellos veían un cielo de luces pequeñitas y lejanas, y donde pronto explendería el sol más blanco de la más blanca luz de la mañana de todas las vidas».

En su afán por divulgar los valores del pueblo janiquero, Padilla publicó, el 27 de octubre de 1917, en la Revista Renacimiento (Año III, No. 93, págs. 70-72) un valioso artículo titulado La Sierra de Jánico, en el cual describe la actitud romántica de los janiqueros ante la vida:

«[Los janiqueros] dejan transcurrir su existencia sin que nada les conturbe, que no tienen más preocupaciones que la siembra de sus escasas rudimentarias cosechas, y ver correr el quejumbroso cristalino arroyo que serpentea entre raíces de pomos en los vespertinos momentos convidadores del descanso, ¡costumbres sencillas que ojalá el huracán de las cosas no aparte de nuestros serranos!»

Ese ejemplar educador puertorriqueño, que asumió la janiqueridad por el amor hacia los habitantes de la comunidad serrana más antigua, también describe en el artículo citado —y casi de manera poética: utiliza hermosas imágenes literarias— los recursos naturales existentes en el municipio de Jánico:

«[…] los pinos son más bien abedules achaparrados, cuyas ramas se extienden a largas distancias sobre el suelo, como brazos crispados que quisieran agarrarse a la calva roca, los troncos están envueltos en convólvulos de flores, miniaturas de vivo rubí, las cañadas, por donde festonean las aguas como cintas de plata, que irisan cuando a trechos, al hacer vistosos torrentes, el sol las baña con su claridad, se ocultan bajo una alfombra de yerbas donde se distinguen bambusas arundináceas cortantes como cuchillos, y andropógonas que al extenderse sobre la tierra forman túneles donde pululan terribles cerdos que sirven de caza […]. Y a todo esto, allí se cultiva el arroz y las habichuelas, y se cultivaría bien el trigo y la viña; allí se ven, ondulando al viento sus penachos de color hoja subido, extensiones de las palmas cacheo y manacla, la una prometedora de delicada fermentosa bebida y la otra que guarda en sus frutos delicado aceite rival del de coco y del de ajonjolí, y allí quizá sea el punto de nuestro porvenir mañana…».

El día 17 de diciembre de 1929, a la edad de 68 años, muere el gran maestro César Padilla, sumido en la más espantosa situación de limitación económica, en un triste estado de pobreza. Nunca se tuvo información sobre sus orígenes familiares. Veinte años después, mediante la Ley No. 2180 del 3 de diciembre de 1949, es designada con su nombre una calle de la zona urbana del municipio de Jánico: está situada en el barrio de Pueblo Nuevo; comienza en la Avenida Libertad y termina en el punto de intersección con la carretera Jánico-Sabana Iglesia. Con esa calle es honrada su memoria.

 

[¡Continuaremos!]

Por Miguel Collado

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